MEMORIA HISTÓRICA: LA EXPOSICIÓN CARTOGRAFÍAS SILENCIADAS MUESTRA EDIFICIOS QUE SIMBOLIZAN LA REPRESIÓN FRANQU
Y las piedras se transformaron en alaridos

Centros de la pasada represión franquista muestran
su actual aspecto en una exposición que restaura la
realidad del nacional-catolicismo español.

06/11/10 · 0:41
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Es una exposición molesta, y cuando
el espectador penetra en la sala
de La Nau de València lo primero
que piensa es en volver a salir. No
hay color, no hay personas, las fotos
de Ana Teresa son edificios,
iglesias, reformatorios, conventos
que en apariencia nada dicen; como
escenarios de una película de
Kubrick; pero si uno se fija más
percibe que no sólo dicen sino que
cada una de sus piedras son alaridos.
Pero no, son sencillamente escenarios
de la barbarie clerical-fascista
que asoló España a lo largo de
lustros.
Esas “cartografías silenciadas” exponen
con una frialdad de thriller los
sitios de la península que sirvieron
para encerrar, humillar, torturar y
masacrar a cientos de miles de obreros
y campesinos que tuvieron la mala
suerte de caer presos desde 1939.

Silenciosos y silenciados

Estos sitios son ahora desconocidos
por la mayoría. Se ha ocultado lo que
pasó en los libros de texto de historia.
Nada extraño si consideramos
que en Burgos tan sólo hace meses
que quitaron la alevosa placa
de su Capitanía que glosaba el
pustch fascista del 18 de julio; aún es
peor que en pleno centro histórico
de Palma se conserve un gran monumento
a las víctimas del crucero fascista
que hundió la República.
La cosa va a peor cuando el visitante
se planta ante dos fotos pequeñas
pero terribles, ambas hechas en
el Paìs Valencià. En una de ellas, tomada
en 1939, se observa a centenares
de presos alineados y firmes como
estacas ante sus carceleros. Se
trata de la prisión que habilitaron los
franquistas en el gran convento de
San Miguel de los Reyes de València,
que hoy es una biblioteca.

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Ana Teresa Ortega

La otra es peor y espectacular. En
ella se ve a los presos del convento
de la Merced en Borriana (Castelló),
formados en el patio y obligados a
levantar el brazo frente a un grupo
de rufianes uniformados con camisa
azul y negra y correajes. El detalle
siniestro es descubrir, con el
brazo en alto, al cura de la prisión,
en una esquina, frente a los presos
humillados.
El trabajo documental dirigido por
Pepe Benlloch y fotografiado por
Ana Teresa Ortega es de impacto. El
barranco de Viznar, donde asesinaron
al más grande poeta hispano del
siglo XX, Federico García Lorca; la
plaza de toros de Badajoz, convertida
el 14 de agosto de 1936 en un matadero
de soldados republicanos y
hoy en día futurista palacio de congresos
Manuel Rojas; los Merindales
de Dos Hermanas en Sevilla, icono
de la utilización de mano de obra esclava
entre 1943 y 1962; el campo de
concentración de Albatera, en Alacant,
que hoy parece el dulce palmeral
de Marrakech y que en 1939 fue
un recinto de hacinamiento, hambre
y muerte de todos aquellos desdichados
que no pudieron escapar por el
puerto de Alacant; el balcón de
Pilatos en Navarra, un abismo desde
donde los fascistas navarros arrojaban
vivos a sus prisioneros.
Miguel Morey escribe sobre las
imágenes algo inquietante: “Esta es
la apariencia tranquila que muestran
70 años después los lugares que fueron
campos de concentración. Son
lugares silenciosos, como si no hubiera
en ellos secretos que ocultar.
Ya bien pudiera ser porque allí el horror
ocurrió a la vista de todos”.
Y no son edificios que dan miedo.
Hay más. Documentos amarillentos
del Ejército rebelde que informan
de los presos que se van haciendo a
medida que avanza la guerra. En
uno, de diciembre de 1937, se cuentan
106.822 hombres, desde Aranda
a Zaragoza; en otro, de febrero de
1939 se cuentan 257.103 presos.

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comentarios

1

  • |
    anónima
    |
    31/01/2011 - 2:09pm
    Hay un error en este texto y es que el trabajo de documentación, dirección y realización de este proyecto "Cartografías Silenciadas" es de Ana Teresa Ortega. Pep Benlloch ha sido el comisario, es decir quien ha ofrecido el proyecto para su difusión y quien ha escrito el texto introductorio en la publicación de la Universidad de Valencia. Por lo tanto no sólo las fotografías sino el proyecto en su integridad es de Ana Teresa Ortega.
  • Ana Teresa Ortega
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