El presidente de Senegal, Abdoulaye Wade, se ha creído que puede permitirse cualquier cosa y ha instaurado un pernicioso sistema de corrupción que ha minado el resto de organismos de regulación social: los morabitos [instituciones religiosas], los sindicatos, los partidos políticos, los movimientos juveniles, las asociaciones vecinales, etc.

Es urgente que el pueblo senegalés y todas las personas amantes de la justicia nos demos la mano para expulsar a Wade del país e instaurar, sobre las bases de las deliberaciones de los órganos parlamentarios nacionales, un nuevo Senegal, digno y fuerte. Esto ya es demasiado, ¡y’ en a marre! [estamos hartos]. Wade, uno de los líderes más antiguos de la escena política, luchó largamente por crear una ley electoral favorable al ejercicio democrático y, más adelante, por una constitución que, aunque deficiente, ha permitido reunir diversas tendencias políticas; pero ahora ha caído en las mayores bajezas antidemocráticas, osando atacar al principio democrático más elemental como es el sufragio universal.

Abdoulaye Wade ha tomado la sabia decisión de retirar, en el último minuto, un proyecto tan cuestionado como el “ticket presidencial”. Pero, ¿a qué precio? ¿Cuántos heridos ha habido, sin hablar de los destrozos materiales? Senegal no pertenece a los Wade y nadie tiene derecho a saquearlo. ¡Bravo!, por los estudiantes que propiciaron la elección de Wade en 2000 y ahora le han parado los pies; y bravo por toda la juventud senegalesa que ¡en a marre! [¡está harta!].

Muchos políticos están muy alejados de la realidad que viven sus pueblos; evidentemente, Wade forma parte de esta categoría. Por eso, el día 23 de junio de 201l se quedará sin duda grabado en su mente; espero que el “negro” que redacte sus memorias no se olvide de escribir unas líneas sobre esta jornada, que probablemente suponga el comienzo de su descenso a los infiernos. El pueblo senegalés aprovechó el enésimo chanchullo constitucional para volcar su hartazgo sobre su gobierno y los diputados de los partidos mayoritarios. La manifestación del 23 de junio no ha sido más que el desenlace de todas las protestas contra los cortes intempestivos de electricidad, las agresiones hacia personas indefensas, la corrupción y la impunidad que campan a sus anchas en nuestro país. Estas son las razones que impulsan al movimiento. Y’en a marre.

Aplaudo también a los raperos que están abandonando a los grandes estudios discográficos, que rechazan venderse en conciertos y contratos pues prefieren quedarse con el pueblo. Conozco personalmente a algunos de estos líderes del movimiento “Y’en a marre”; su abnegación, su patriotismo y su valentía son dignas de admiración, sobre todo cuando se conocen los calabozos africanos y se sabe de lo que son capaces las fuerzas del orden en mi país, Senegal. Por eso quería rendirles homenaje y expresarles todo mi respeto por lo que están logrando, en contraste con algunos artistas e intelectuales que venden su alma por el vil metal.