Uno de los principales impulsores del manifiesto de
profesores, ’Universitarios contra la crisis’, analiza los
motivos por los que más de 1.500 se han sumado.
Las derechas de todo el
mundo, las grandes patronales,
los organismos
internacionales que están
a su servicio, los servicios de
estudios de los bancos, los economistas
que, como decía una viñeta
de El Roto, tienen como trabajo
“hacer que parezca necesario lo
intolerable”, actúan siempre como
una piña.
En el otro lado, donde están
quienes sufren su poder y las políticas
que aplican, predomina la disensión
o incluso el silencio.
Los que defienden los intereses
de los poderosos van todos a una.
Los demás, abriendo mil frentes,
levantado cada uno una bandera,
hablando lenguas diferentes, matizándose
constantemente, considerando
adversarios a quienes sufren
a su lado, dilapidando así las
fuerzas necesarias para enfrentarse
al verdadero enemigo.
Ésa es posiblemente la causa
principal de que una crisis que
afectó a la línea de flotación del
capitalismo concluya con un reforzamiento
histórico del capital y
de sus expresiones políticas más
duras y peligrosas y, más pronto
que tarde, con una nueva crisis
que volverá a provocar más pobreza
y sufrimiento humano a muchos
millones de personas.
Quienes promovemos la declaración
de profesores universitarios
frente a la crisis estamos preocupados,
sobre todo, por esta dispersión.
Y buscamos antes que nada
la convergencia, pronunciarnos en
un lenguaje común y hacerlo con
una misma sintonía porque tenemos
la convicción de que sólo de
esa forma se tendrá posibilidad de
parar la extraordinaria agresión
que sufren y sufrirán los sectores
sociales más desfavorecidos.
Con conocimiento de causa
Además, hemos hecho la propuesta
de declaración, no sólo como
ciudadanos y ciudadanas preocupados
por lo que pasa a nuestro alrededor
sino, sobre todo, desde
nuestra explícita condición de profesores,
de estudiosos y conocedores
de la realidad.
Queremos combatir la idea que
se extiende tratando de hacer creer
que las medidas que proponen
los poderosos y que toman los
Gobiernos responden a “verdades
científicas” o a exigencias “técnicas”.
Queremos decirle a la sociedad
que se trata, por el contrario,
simplemente de las que mejor responden
a sus intereses y que incluso
hay más razones científicas
para considerar que otras medidas
como las que nosotros proponemos
son mucho más efectivas y
beneficiosas, como la realidad ha
demostrado en reiteradas ocasiones.
Es mentira que para salir de
la crisis sea necesario reducir el
gasto social porque lo que se conseguirá
con ello será que las economías
vuelvan a deprimirse con
el único fin de promocionar los
negocios privados y de garantizar
que los bancos cobren las deudas
que ha generado su propio comportamiento
irresponsable y criminal
en muchos casos.
Las reformas laborales no se
adoptan para crear empleo, como
dicen, sino para lograr que sea
más barato y más escaso, y para
establecer condiciones de negociación
aún más favorables para
el gran empresariado.
Y constatamos también que la
crisis actual no es un simple incidente
financiero sino la expresión
de un deterioro general,
continuado y sistémico, que afecta
al conjunto de las relaciones
sociales, a la política, al medioambiente
y a los valores humanos.
Lo que nos lleva a concluir
que no se podrá salir de ella poniendo
unos simples parches
(que ni siquiera están dispuestos
a poner) sino repensando y cambiando
nuestro modo de vida,
nuestra relación con la naturaleza
y, sobre todo, disponiendo de
una democracia auténticamente
participativa y deliberativa para
evitar que las preferencias de los
privilegiados sean las únicas que
tienen posibilidad de convertirse
en decisiones sociales.
comentarios
0