Los pueblos indígenas de Saramurillo (Amazonía peruana) llevan cuatro meses movilizados para parar la destrucción del medio y constantes vertidos de la planta de bombeo de Petroperú y del Oleoducto Norperuano.
listadoMarc Gavaldà

La inyección de gas del almacén marino provoca centenares de seismos que atemorizan a la población del Delta.

El Gobierno entrega concesiones para buscar petróleo en la costa mediterránea a Repsol, Seabird Exploration y Cairn Energy.
El 72% del territorio de la Amazonía cuenta con explotaciones petrolíferas y de gas. En la zona peruana hay más de 50 compañías, entre ellas Repsol, cuya actividad destruye la vida de los pueblos.
Durante 13 años, Repsol se enriqueció externalizando beneficios y pasivos ambientales de Argentina. Los impactos ambientales y en la
salud de, entre otras, las comunidades mapuche, han sido muy graves.
La compañía petrolera está impulsando un plan de extracción de hidrocarburos que afecta a varios países latinoamericanos, donde ya tiene proyectos.
La Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana
mantuvo cinco semanas de movilizaciones contra las
petroleras para protestar contra 11 decretos legislativos.
La multinacional Repsol
YPF no atraviesa sus
mejores momentos,
a pesar del alto precio del
crudo. Pero mucho peores
son las consecuencias para
los países donde opera.
Sin embargo, la más singular de sus campañas filantrópicas, es quizás la de construir una sala de cine en la Antártida.
Aunque en las escuelas y en los calendarios de los países latinoamericanos no
escasean las citas del levantamiento criollo contra el yugo de la colonia española,
hoy el continente ha sido recolonizado económicamente por consorcios españoles.
Pese a las limitaciones
de la nueva medida, las
petroleras pierden la capacidad
de fijar los precios y
decidir los contratos.