Julio marca el fin de los trabajos de recogida de cerezas en el valle de la Vera.
A las 6.30h de la mañana, cuando apenas está amaneciendo, las calles de la localidad de Garganta la Olla (1.000 habitantes) en la comarca de la Vera, están en plena ebullición, vehículos cargados de cajas, personas que esperan en las plazas y los cruces principales, escaleras y cestos que son cargados en tractores y furgonetas... Desde el mes de mayo hasta principios de julio la vida de este hermoso pueblo situado al fondo de la comarca y con gran abundancia de agua, se mueve en torno a la cosecha de cerezas, la principal fuente de ingresos de esta localidad. Son principalmente los mismos habitantes del pueblo quienes participan en la cosecha, aunque contratan algunos trabajadores foráneos.
La cereza todavía se recoge a mano, una a una sobre todo en las variedades con rabo, en cestos de castaño colgados del hombro, con la velocidad y la pericia que dan los muchos años de práctica. Verlo es impresionante y tiene algo de violento, de acorralar al árbol.
El precio del kilo de cerezas varía cada día, de modo que los agricultores no saben cuánto cobrarán hasta que no llegan a la nave
Una vez llegados a la finca los hombres despliegan las escaleras alrededor del cerezo, algunos recogerán las cerezas que se pueden coger alzando la mano, otros subirán a las ramas y los últimos a las escaleras comenzando una actividad frenética de manos que se mueven veloces a la par que cuidadosas y recogen los frutos, sólo algunas mujeres participan en la recolección, desde el suelo, no suben a las escaleras como sucede en gran parte del trabajo rural europeo (y no sólo, recordemos la reciente huelga del personal técnico de Telefónica). Depende del tamaño y la cantidad de fruta del árbol, recoger un cerezo puede llevar varias horas, de cestos que se vacían en cajas de aproximadamente diez kilos de capacidad, de escaleras que cambian de posición e incluso se atan al tronco en los lugares más inestables, de algunas ramas que son cortadas con una pértiga acabada en sierra... hasta la hora de comer o incluso la tarde en los momentos de mayor producción.
Mientras tanto, en un tendal en la misma finca o en las cocheras de las casas, las mujeres seleccionan las cerezas. En este proceso, aún más veloz que el de la recogida, con una sola ojeada separan la sana de aquella que ha cogido hongo por la humedad, tiene picaduras de insectos o pájaros o blandea y además la separan por tamaño (calibre) pues cada una se venderá a un precio diferente. Algunas familias inclinan el tendal y las cerezas van rodando de unas manos a otra para hacer las diferentes selecciones.
En un día bueno, durante la época de mayor abundancia y en campos con cerezas sanas, una cuadrilla puede recolectar entre 600 y 800 kilos, por el contrario, las lluvias y el granizo, la niebla constante (sobre todo en las zonas más altas), la humedad o la mosca de la cereza (Rhagoletis cerasi) pueden echar a perder la cosecha de una finca entera.
Hasta 50.000 kilos de cerezas pueden llegar a la cooperativa de Garganta la Olla (de la que forman parte casi todos los agricultores del pueblo) en un día, miles de cajas que vuelven a ser inspeccionadas y pesadas para que la calidad de la cereza sea excepcional (La cereza de los valles de La Vera y el Jerte tiene denominación de origen), pero a pesar de que la figura de la cooperativa permite no negociar los precios en solitario, hacer inversiones importantes o acordar los estándares, el precio del kilo de cerezas varía cada día, de modo que los agricultores no saben cuánto cobrarán hasta que no llegan a la nave, el precio varía en una horquilla aproximada desde 80 céntimos en las semanas de abundancia hasta un máximo de 3 euros algunos días durante las variedades tempranas (unos céntimos más en la producción ecológica).
Cientos de cajas se apilan en altas torres en la nave de la cooperativa, a la espera de que los camiones las trasladen a Valdastillas, donde se encuentra la cooperativa de segundo grado integrada por dieciséis Cooperativas socias ubicadas todas ellas en las comarcas del Valle del Jerte y la Vera.
Desde ahí parten a todos los rincones del estado español y el extranjero, a los centros de distribución y las grandes superficies, que son las que más poder tienen para negociar precios a la baja, para un trabajo duro y artesanal. Tú las encontrarás cerca de tu casa, en esta época probablemente las variedades sin rabo (picotas), ¿A cuánto las has pagado?
comentarios
0