La jornada del 11 de
mayo ha sido la última
huelga de estudiantes de
este curso. Las protestas
prometen una
continuación.

- Movilización en Granada. / Lucía Rivas
Miles de estudiantes salieron a las
calles de Catalunya, Euskadi, Galicia,
Valencia, Murcia, Madrid o Asturias
para mostrar sus decididas
críticas a un proceso nada progresista
que consolida la mercantilización
de la educación heredada de
los ‘80, y reivindicar la participación
en la reforma de la educación superior
dentro del Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES).
La Huelga Europea de Estudiantes
se convocó en marzo en el
Encuentro de Bakaiku (Navarra),
donde participaron, entre otras organizaciones,
la Coordinadora de
Colectivos de La Sapienza de
Roma, Estudiantes Socialistas de
Noruega, Juventudes Comunistas
Revolucionarias de Francia, Asamblea
de Estudiantes de Berlín,
Asamblea contra la Mercantilización
de la Educación (ACME)-
Madrid, AGIR-Galicia, Coordinadora
d’Estudiants dels Països
Catalans (CEPC), Federación de
Asociaciones Universitarias-Asturias
e Ikasle Abertzaleak-Euskadi.
Acciones simultáneas
En Cádiz, un pasaclases y un programa
de cocina para preparar la
nueva “receta boloñesa” fueron los
previos de una concentración cercana
al rectorado de la Universidad
de Cádiz (UCA), a la que acudieron
más de 500 estudiantes. Convocados
por la ACME de Cádiz, los estudiantes
corearon frases como
“¡Queremos becas, no hipotecas!”, o
“¡Queremos libros, no libretas!”. La
ACME, que entregó 800 firmas de
protesta al rector, ha valorado que
“para una universidad como la de
Cádiz que tiene 17.796 alumnos y
no ha conocido apenas movimiento
estudiantil en sus 26 años de historia,
es todo un éxito”.
Durante los preparativos de la
jornada, la ACME de Cádiz sufrió
una persecución por parte de las autoridades
de la UCA, que prohibieron
una asamblea informativa en la
facultad de Ingeniería. Asimismo, la
Coordinadora del Campus de
Puerto Real envió un correo al profesorado
que incidía en el carácter
ilegal de la jornada y alentaba a avisar
a los servicios de seguridad. Sin
embargo, el profesorado colaboró
con los estudiantes y permitió la entrada
en las aulas.
En la Universidad de Granada
(UGR), más de 400 estudiantes se
sumaron a la jornada europea y, bajo
la consigna de “la universidad no
se vende”, ocuparon las instalaciones
del Rectorado para exigir ver al
rector David Aguilar, que accedió a
hablar con los portavoces. Éstos le
hicieron entrega de la Declaración
de Bakaiku, que recoge los principios
que deben regir la Universidad
según los estudiantes, así como de
un estudio del alumnado del Máster
en cooperación y desarrollo sobre
el convenio que tienen la UGR y el
Banco Santander. Después de un
compromiso superficial del rector
para estudiar los documentos, la
concentración estudiantil se convirtió
en una manifestación espontánea
que colapsó el centro de la ciudad,
y en un piquete en los comedores
del campus. Un mensaje quedó
claro: “Si el rector no firma, verá repetirse
días como el de hoy”.
En la Universitat Autònoma de
Barcelona (UAB), la jornada de lucha
se concentró en tres días organizados
por la Coordinadora de las
asambleas de facultad, Intercampus,
que culminaron en la jornada
del 11 de mayo. Las movilizaciones
tuvieron unos potentes previos basados
en charlas informativas, una
cena popular y el encierro de la
Universitat de Barcelona (UB) del
día 10. El mismo 11 de mayo tenía
lugar una concentración delante del
Departament d’Universitats, Recerca
i Societat de la Informació (DURSI),
que convocó la Plataforma
Mobilitzadora en Defensa de la
Universitat Pública (PMDUP).
Consignas como “L’educació es
un dret, no una mercaderia”, se repitieron
también en Lleida y
Girona. En Valencia 500 estudiantes
se concentraban también en el
Rectorado de la Universidad, convocados
por la PMDUP y por el recién
creado Sindicat d’Estudiants
dels Països Catalans (SEPC).
En Madrid la ACME convocó,
con el apoyo de otros bloques de estudiantes
de izquierdas, una jornada
de huelga en la que participaron
cerca de 2.000 estudiantes (4.000
según la ACME). Con el precedente
de la movilización del 4 de abril, las
acciones realizadas en la manifestación
del 1º de mayo, un concierto el
6 de mayo en el Centro Social
Ocupado El Cabo, más de 30 charlas
en institutos y universidades, y
la ampliación de la red de coordinación
en el Foro Social Europeo de
Atenas, la última huelga del curso,
estructurada bajo el lema “Ni fábrica
de precarios, ni escuela de élites.
No a Bolonia”, ha propiciado un ambiente
de movilización que continuará
en septiembre para contrarrestar
la falta de transparencia e
implicación que existe en la comunidad
universitaria con respecto al
proceso de construcción del EEES.
La jornada también estuvo precedida
por otras acciones: el 9 de mayo
casi una centenar de estudiantes
de la Universidad Autónoma de Madrid
ocupaba la facultad de Derecho
y el 8 de mayo medio millar de estudiantes
de Antropología Social se
concentraba ante el Ministerio de
Educación y Ciencia para oponerse
a un grado conjunto con Sociología
en el nuevo mapa de titulaciones.
Las calles de París, Marsella,
Copenhague, Bergen, Berlín y Roma
también recogieron los ecos estudiantiles
contra el proceso de
Bolonia y las reformas de cada gobierno,
en las que entrevén una subida
encubierta de las tasas académicas
y la consolidación de la empresa
privada dentro de los estudios
superiores. Habrá que esperar al final
de los exámenes para que el movimiento
estudiantil retome las movilizaciones.
Coletazos incipientes
que serán recogidos antes del próximo
17 de noviembre. Sólo hay un
verano por delante.
Más info
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