Los venezolanos, a raíz del golpe del 11 de abril, se dieron cuenta que los únicos medios que no estaban manipulados eran las televisiones y
radios de sus barrios.
- CATIA TV. Grabación de un programa de este canal comunitario en colaboración
con la página web aporrea.org.
Más allá del conocido Aló Presidente,
que se emite todos los domingos
por la estatal Venezolana de
Televisión (VTV), en Venezuela hay
una nueva realidad emergente en el
ámbito de la comunicación. El golpe
del 11 de Abril y el paro patronal de
diciembre del 2002 revelaron que el
pueblo no tenía por dónde comunicar,
no tenía canales desde donde
construir un contrapoder antagónico
al dominio interesado de los
grandes medios de comunicación.
En el contexto del conflicto de esos
días, los únicos canales de información
no manipulados que funcionaron
fueron los medios comunitarios:
tanto radios como televisoras que
emiten desde barrios y que hasta ese
momento no eran muy conocidos;
así como mecanismos más informales
del tipo de sms o motorizados
(grupos organizados que llevan información
de una parte a otra de la
ciudad). El pueblo pasó a ser actor
de la acción y a superar el profesionalismo
interesado de los medios
privados. A partir de ese momento,
surge la necesidad de fortalecer los
medios comunitarios que se reconocen
como imprescindibles.
El 11 de noviembre del 2003 nace
Vive TV, un nuevo canal público de
cobertura estatal. Se plantea como
cultural y educativo, pero al igual
que el propio proceso revolucionario,
se está constituyendo. Es decir,
no es ni ajeno ni separable de los
mecanismos colectivos que están
en construcción en toda Venezuela.
Una nueva política general: incluir
a los excluidos desde el planteamiento
de cancelar la deuda social
de cientos de años. Repensar la cultura
para dar visibilidad a lo que antes
estaba ocultado tras las cortinas
del esnobismo ‘artístico’. Vive no es
una televisora para el consumo fácil,
está planteada para la vida, para
problemas y cuestiones de la cotidianeidad.
Educar sin traicionar al
trabajador, a las mujeres, al pueblo...
Explorando un lugar sin habitar,
el que se encuentra entre las experiencias
comunitarias y lo que se
genera desde la lealtad a un proceso
que parte del propio Gobierno.
Una crítica responsable, una visión
abierta, un espacio interrelacionado
para avanzar en el cambio.
Otra experiencia diferente, de la
cámara en mano de las vecinas, del
concepto “no veas la televisión, hazla
tú mismo” es Catia TV. La socialización
de los medios superando la
lógica del espectador impasible a la
constitución del ciudadano activo.
Una larga trayectoria de lucha en el
barrio de Catia, desde proyectar cine
al aire libre, dejar cámaras a la
gente para luego verse en VHS, a un
canal que emite para casi toda la ciudad.
Desde los barrios para los barrios.
Éstos sólo aparecían en los
medios para reflejar las realidades
de la delincuencia, asaltos y asesinatos.
No la vida de sus gentes, no sus
procesos de lucha, no sus prácticas,
no su música, ilusiones y sabores de
lo cotidiano. Primando en todo esto
la importancia de los grupos, de lo
colectivo: la gente que está en Catia
TV está en ell@s mism@s. El canal
es un referente a la hora de entender
esta revolución de la comunicación.
No es un espacio regalado,
la gente que participa se mueve
por la creencia en un proyecto, que
en palabras de uno de ellos les llevó
a enamorarse del mismo.
Entre los nuevos proyectos que
aparecen a todos los niveles cada
día, uno es la Escuela Metropolitana
de Producción Audiovisual y con
ella Ávila TV, televisora recreativa y
cultural de la ciudad de Caracas que
empezará a emitir en breve. Por un
lado, la escuela proporcionará formación
técnica y teórica a personas
y organizaciones interesadas en
promocionar las identidades colectivas
propias de esta gran ciudad.
Se trata de buscar los ritmos y texturas
de la gran urbe, su historia, sus
lugares de encuentro, su deporte,
sus músicas, sus colores, dar la palabra
a tod@s sus protagonistas. Los
estudiantes trabajarán en líneas de
investigación vinculadas con lo urbano.
Ávila TV, desde el entretenimiento,
trata de convocar a la ciudad,
rompiendo la identidad de lo
meramente educativo, transgrediendo
formatos y contenido, siendo
irreverente y explorando los espacios
del ocio, incluso dándoles
la vuelta. “Por ejemplo, una telenovela
histórica puede quizá ayudar
a fijar contenidos más que un
libro de historia”. Un tipo de televisión
que está por inventar e inventándose
a cada momento, desde
la pasión, para ir creando un
nuevo lenguaje audiovisual.
Entre los tres proyectos hay un
denominador común. Son emisores
y también, a diferente nivel cada
una, donde se forman multiplicadores
sociales, no individuos aislados
para experiencias privadas. La lógica
tiene muchas direcciones, creando
puentes entre las comunidades y
las comunicaciones, deconstruyendo
para volver a construir.
Así, si hoy enciendes la televisión
en Venezuela puedes escuchar
cómo una señora descendiente
de africanos dice a la cámara:
“no es lo mismo ser espectador que
estar en la corrida, ser humilde no
significa ser violento ni malo.
Todos somos Venezuela y por eso
luchamos y construimos. Esto es
irreversible”. La revolución hace
que los nuevos protagonistas sociales
gestionen la comunicación
negando el absurdo de lo ficticio
frente a la realidad de las calles.
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