ITALIA // MEMORIA ANTIFASCISTA
Una noche en vela en el Caffè Turreno, Perugia
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MARIO GARGIULO. En la entrada del Caffè Turreno, todavía lugar de referencia / J.T.M.

De una parte, el único hotel de lujo
de Perugia: el Brufani. En la dirección
opuesta, escondido en Piazza

18/07/07 · 18:00
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MARIO GARGIULO. En la entrada del Caffè Turreno, todavía lugar de referencia / J.T.M.

De una parte, el único hotel de lujo
de Perugia: el Brufani. En la dirección
opuesta, escondido en Piazza
Danti, tras el Duomo, el Caffè Turreno.
Cuentan que en el primero,
un palacio con increíbles vistas, fue
donde se planificó la Marcha sobre
Roma, que llevó a Mussolini al poder
en 1922. En el Turreno, se organizaba
clandestinamente la resistencia
antifascista.

Mario Gargiulo está sentado en
una mesa de su café. Es mayor, pero
se desenvuelve con soltura, con
las ideas y los recuerdos bien asentados.
Empieza a hablar de cuando
era joven, de 1943. La familia
Gargiulo regenta el Caffè Turreno.
Pocos días después de la firma del
armisticio del 8 de septiembre, regresa
a Perugia Armando Fedeli, un
librero que marchó a España a combatir
con las Brigadas Internacionales.
Es, además, amigo de Michele,
el padre de Mario.

Armando, junto a Michele y
otros, comenzó a organizar la actividad
de la Resistencia. Antes de
la llegada de los alemanes desde el
norte y de la instauración de la
República de Saló, tiene lugar una
reunión secreta en casa Gargiulo.
Mario, con 15 años, recibe el encargo
de investigar el clima político,
“y por las conversaciones, descubrí
que la gente estaba dispuesta
a movilizarse”. Es el inicio de la
primera brigada partisana de
Perugia. “Papá”, señala, “era el encargado
de suministrar la vestimenta
y las armas”.

Tras semanas de organización,
los fascistas arrestan en una redada
a su padre, al resto de los camareros
del café y a todos los clientes.
Los llevan a la Questura, la comisaría
municipal. La policía del régimen
había seguido la pista a un arma
gracias a un chivatazo, y ésta
les había conducido directamente
al café. El resto es fácil de imaginar,
una noche de interrogatorios y
torturas que se prolongó hasta el
día siguiente. Bastonazos, quemaduras,
puñaladas, patadas... Quien
peor suerte corrió fue el dueño del
arma, Lucio Passini, que no sobrevivió
al interrogatorio. Michele
Gargiulo pasaría ocho meses en la
cárcel, y sería liberado pocos días
antes de la llegada de los aliados.
“Por suerte [los fascistas, el día de
la redada] no encontraron nada en
el bar, porque si no les habrían fusilado
inmediatamente”, explica.

“Un mes después nos dieron permiso
para reabrir el café”, continúa,
“y comenzamos a buscar la pistola”,
hasta que, “me apoyé por casualidad
en una parte falsa del muro
y fue allí donde la encontramos”.
Con el tiempo, liberaron a su padre,
y lo mismo sucedió con la ciudad
y el resto del país. Llegó la democracia.
Aquella resistencia partisana
no cayó en el olvido. Muchos
miembros conocidos, como M.
Angelluci y A. Fedeli, senadores por
el PCI; o Aldo Capitini, inventor de
la Marcha por la Paz Perugia-Asís.
64 años después Fabio y Vittorio,
hijos de Mario, gestionan el café conocido
por la habitual presencia de
intelectuales y porque en él, dicen,
sirven el mejor café de Perugia.

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