RICHARD STALLMAN, IDEÓLOGO DEL COPYLEFT
”No creo en el monstruo de espagueti”

Uno de los precursores del software libre habla de
libertades, de ateísmo, de su parodia de la religión, del
‘régimen de Bush’ o de Guantánamo. Apoya a The Pirate
Bay y recomienda software libre para gente de a pie.

19/03/09 · 0:00
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Jose Alfonso/ISO-Press
RICHARD STALLMAN. El ‘gurú’ del software no propietario en su reciente visita a Madrid.

Richard Stallman predicó en calcetines.
Al terminar, subastó uno de
sus libros entre los oyentes. En
Madrid, de la mano de la Free
Knowledge Foundation, cientos de
fieles querían escuchar la palabra
de San Ignucio, con ‘u’, el santo virtual
y alter ego de este ateo practicante.
Después de explicar qué es
el software libre, Stallman habló
con DIAGONAL. Ya se había calzado.

Su libro se vendió por 85 euros.
San Ignucio no se había aparecido
porque Stallman olvidó su aureola
dios sabe dónde.

DIAGONAL: Sueles hablar de una
guerra entre el movimiento del software
libre y las compañías de software
privativo.

RICHARD STALLMAN: A veces
uso esta analogía. Me refiero a la
guerra librada contra el hecho de
compartir, no es sólo una cuestión
de software libre contra privativo,
aunque usan algunos programas privativos
como armas en esa guerra.

D.: ¿En qué momento de esa guerra
nos encontramos? ¿Quién va
ganando?

R.S.: Es difícil de saber. Muchos siguen
compartiendo, así que los
enemigos de compartir no han ganado,
pero siempre proponen imponer
más restricciones para apoyar
su guerra. Inventan nuevas armas,
como por ejemplo en Francia:
van a desconectar a gente de internet
por ser acusados de haber compartido,
sin intentar demostrar la
acusación. Están dispuestos a eliminar
los principios básicos de la
justicia para ganar su guerra. Es un
Estado comprado por las grandes
empresas, en este caso, las empresas
mediáticas, y hace la voluntad
de estas empresas.

D.: Insistes mucho en la cuestión
ética, no solo práctica, de la libertad
y no sólo en el software.

R.S.: No he inventado estas causas,
pero las apoyo. La libertad de expresión,
la libertad de no ser castigado
sin un proceso justo, como se
hizo en Guantánamo (y sigue haciéndose
en Guantánamo, a pesar
de la declaración del presidente
Obama... ¡Del dicho al hecho hay
un trecho!.

D.: Eres bastante crítico con los últimos
años de la Administración en
Estados Unidos.

R.S.: ¡Lo llamo el ‘régimen de Bush’!

D: Hay sospechas sobre las máquinas
de voto electrónico en EE UU y
su software...

R.S.:
Comparto esas sospechas. La
votación debe hacerse en papel.
No se debe confiar en las computadoras
para votar, porque es muy
fácil cambiar el programa... Estudiar
el programa cuanto quieras
antes de la elección no asegura
que ése sea el mismo programa
que está funcionando durante la
elección. Si la máquina usa software
libre, significa que el desarrollador
y el fabricante no tienen
un control superior al de la autoridad
electoral, pero tampoco
podemos fiarnos completamente
de la autoridad electoral. Debemos
rechazar el uso de computadoras
en la votación, hay que votar en
papel. Quizás algún día será diferente.
Harán falta décadas de experiencia.
En las elecciones debemos
movernos lentamente y con
mucha precaución.

D.: ¿Qué países están avanzando
más en la implantación del software
libre?

R.S.: España tiene ejemplos. Por
ejemplo, Extremadura y Andalucía.
En América hay dos países que
tienen políticas explícitas para migrar
las administraciones públicas
al software libre: Venezuela y
Ecuador. Hace unos meses visité
Paraguay y vi mucho entusiasmo.
El ministro de Educación me dijo:
“No hace falta convencerme, sólo
quiero consejos prácticos sobre cómo
migrar las escuelas públicas al
software libre”.

D.: Una crítica habitual es que el
software libre no es viable económicamente.
R.S.: Me parece un detalle sin importancia.
Eso es sólo una parte
del argumento. La segunda parte
de su argumento es “y por lo tanto
no podrá existir”... ¡Y sí existe!
¿Qué quieren decir? ¿Que es imposible
desarrollar el software libre?
¿Que si no es rentable no podremos
desarrollarlo? ¡Ya hemos desarrollado
mucho!

D.: Te defines como “ateo practicante”.

R.S.: Cuando digo ‘practicante’,
es una broma, pero soy ateo. Ser
ateo no conlleva ningún deber especial, pero todos tenemos responsabilidades.

D.: ¿Ni siquiera crees que el mundo
haya sido creado por un espagueti
volador’?

R.S.: No, no creo en el monstruo
de espagueti.


D.:
Mucha gente, al referirse al
software libre, utiliza, casi como
un insulto, la palabra ‘utopía’...

R.S.: No tiene mucha fuerza como
argumento. Cualquiera que
pretende cambiar el mundo puede
ser atacado como utopista... O
eres utopista o eres autopista...
¿Te gusta mi broma? [Risas].

D.: ¿Estás siguiendo el caso del
juicio a The Pirate Bay? ¿Qué opinas
del intercambio de archivos?

R.S.: Estoy a favor de compartir.
Cada uno debe tener la libertad
de compartir, no comercialmente,
copias exactas de cualquier
obra publicada. Prohibir esto es
atacar a la sociedad, por lo tanto,
estoy completamente a favor de
The Pirate Bay. Excepto por una
cosa: critico su nombre porque
compartir no es ser pirata. No estoy
en contra de aplicar el derecho
de autor a la distribución comercial
de obras de arte. Vender
copias es una cosa y compartir
copias es otra. No pienso que todas
las obras de arte y de opinión
deban ser libres. No veo por qué
el arte debe ser libre, pero sí debe
ser compartible. Las razones
por las que el software debe ser
libre se aplican también a otros
tipos de obras de uso práctico en
la vida, para hacer tareas... Pero
el arte no tiene una finalidad
práctica, contribuye a la sociedad
de otra manera.

D.: En esta ocasión no hemos podido
ver a San Ignucio. ¿Quién es
este santo?

R.S.: San Ignucio es mi manera de
burlarme de mí y de la religión al
mismo tiempo. Algunos que no
quieren reconocer la importancia
de la ética, la atacan llamándola
religión... Y un día decidí presentarme
como un santo de la Iglesia
de Emacs [Emacs es un programa
editor de textos hecmo por Stallman].
Me parecía muy apropiado
presentarme como san Ignucio,
con ‘u’... ¡Bendigo tu computadora,
hijo mío! Para hacerte miembro
de la Iglesia de Emacs tienes
que promulgar la profesión de la
fe: “No hay más sistema que GNU
y Linux es uno de sus núcleos”.
También tenemos el culto de la
virgen de Emacs: la virgen de
Emacs es cualquier mujer que no
haya aprendido a usar Emacs y
nuestro deber es quitarles su ‘virginidad’
de Emacs.

D.: El usuario doméstico, ¿qué
opciones tiene para usar software
libre sin ser un experto?

R.S.: No es difícil. No es más difícil
que Windows. Solo puedo recomendar
las distribuciones totalmente
libres porque las otras
no son éticas. Gnusense es bastante
fácil de usar.

Y ESTO DEL SOFTWARE LIBRE, ¿QUÉ ES?



La Fundación para el Software
Libre lo tiene claro y Richard
Stallman lo recuerda siempre.
Para que un programa sea considerado
libre, el usuario debe
disfrutar de cuatro principios irrenunciables,
las famosas cuatro
libertades del software libre:
La ‘Libertad 0’ exige que el usuario
pueda ejecutar el programa
para cualquier propósito. Es
decir, que la persona o entidad
que va a usar el programa debe
poder hacerlo “en cualquier sistema
de computación, para cualquier
tipo de trabajo y propósito,
sin estar obligado a comunicarlo
a su programador, o alguna otra
entidad específica”.
El usuario también debe disfrutar
la libertad de estudiar cómo trabaja
el programa, y adaptarlo a
sus necesidades: ‘Libertad 1’. En
este caso es imprescindible que
el usuario tenga acceso al código
fuente en su totalidad.
La ‘Libertad 2’ reconoce el derecho
del usuario a redistribuir
copias del programa. Este principio
recuerda el compromiso
social de esta forma de entender
la informática: el objetivo ético
es ayudar a la comunidad.
Además, el usuario debe tener
la libertad de mejorar el programa
y publicar sus mejoras, y
versiones modificadas (‘Libertad
3’). Para ejercer este derecho,
una vez más, es necesario
el acceso al código fuente.
Un programa es libre si cumple
todas estas normas. Stallman y,
en general, la comunidad de
defensores del software libre no
se cansan de encarar una repetitiva
serie de críticas o malentendidos.
Hay quien confunde
software libre con software gratuito:
Stallman no se opone a
que un programador cobre por
su trabajo si el resultado satisface
las cuatro ‘leyes’. Todo esto
tampoco es lo mismo que el
código abierto (open source),
que no incide en las libertades
del usuario. La piratería también
es otra cosa: Stallman recuerda
que los piratas son gente que
aborda embarcaciones; el intercambio
libre de archivos no
tiene nada que ver, hay ciertos
tipos de licencias ‘respetables’
(copyleft) y los autores de obras
artísticas, por ejemplo, tienen,
cómo no, derechos de autor
(que no es lo mismo que ‘propiedad
intelectual’).


RICHARD STALLMAN, HACKER Y ‘SANTO’

Richard Matthew
Stallman nació en
Nueva York en
1953. Cuando estudiaba
en Harvard, se
convirtió en hacker
en el laboratorio de
inteligencia artificial
del Instituto Tecnológico
de Massachussets,
aunque no
debe entenderse el
termino hacker
como sinónimo de
delincuente informático,
sino, más bien,
como apasionado
del conocimiento.
Su vida universitaria
cambió con la irrupción
de la industria
del software privativo.
Allí comenzó la
rebelión de Stallman.
En 1983 anuncia
su proyecto para
crear un sistema
operativo completamente
libre (GNU),
que finalmente, con
la apostilla del ‘kernel’
Linux, se convirtió
en el popular
GNU/Linux. Stallman
también es
considerado el ideólogo
del copyleft. En
1999 promovió la
creación de una
enciclopedia libre, la
GNUPedia, antecesora
de la Wikipedia.
Su férrea defensa
de la libertad, su
aspecto, con melena
y barba desaliñada,
además de su
discurso irreductible,
aderezado con
mucho humor y juegos
de palabras, en
inglés y castellano
(idioma que domina),
le han reportado
un halo de ‘gurú’,
del que suele burlarse
en una autoparodia
en la que se
caracteriza como
‘San Ignucio’.

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