MEMORIA CIENTÍFICA / HEDY LAMARR, ACTRIZ E INVENTORA
Lamarr, la diva ingeniera de telecomunicaciones

La actriz vienesa ideó la tecnología que serviría de base para las comunicaciones
por móvil e inalámbricas. Este reconocimiento sólo le llegó al final de su vida.

01/03/07 · 0:00
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LA ANTIGUA LA MARR. Hedwig Eva Maria Kiesler (1913-2000) tomó su nombre artístico
de la actriz de la época muda Barbara La Marr, muerta por sobredosis en 1926.

“Cualquier joven puede tener glamour,
basta con estarse quieta y parecer
estúpida”. De este sorprendente
modo se expresaba una de las musas
del Hollywood de los años ‘40,
Hedy Lamarr, recordada en la actualidad,
entre otras muchas peripecias
vitales, por haber inventado el conmutador
de frecuencias, base de la
tecnología de los móviles y de las conexiones
wi-fi inalámbricas, y por
protagonizar el primer desnudo de
la historia en una película comercial.

La secuencia de diez minutos en
la película checa Éxtasis, de 1933, en
la que lucía el desnudo con el que
asomara al mundo 20 años antes,
provocó la furia de su marido, Friedrich
Mandl, un traficante de armas
posesivo y celoso, cercano a los círculos
de Hitler y Mussolini, con
quien la casaron por conveniencia.
Él compró todas las cintas que encontró
de la película, y ella aprovechó
la primera ventana abierta para
escapar, primero a París, luego a
Londres y, finalmente, a Hollywood.
De su asistenta, con la que mantuvo
una relación sentimental, obtuvo
ayuda en la aparatosa fuga.

De esos cuatro años de matrimonio,
le quedó a la Lamarr su odio por
los nazis y un conocimiento privilegiado
de la tecnología armamentística,
adquirido gracias a las ‘selectas’
amistades del primero de sus
seis maridos. Ya en EE UU, en plena
II Guerra Mundial, ofreció sus conocimientos
al Consejo Nacional de
Inventores, donde le aconsejaron
que utilizara su imagen para carteles
propagandísticos. No lograron disuadirla
y, en lugar de sonreír frente
a las tropas, creyó más provechoso
idear la forma de fabricar misiles a
distancia para poder acabar con el
Ejército alemán. El compositor de
vanguardia George Antheil sería su
compañero de invenciones.

Según recogen los matemáticos
de la Universidad Politécnica de Cataluña,
Francesc Comellas y Javier
Ozón, la creatividad de la austríaca
la llevó a pensar que podía aplicar
las técnicas musicales de Antheil al
control remoto de los torpedos de
guerra. Si una sola radioseñal emitida
a una determinada frecuencia por
las tropas aliadas podía ser detectada
por el Ejército alemán, ¿por qué
no emitir entonces a distintas frecuencias,
una en cada intervalo de
tiempo, y según una secuencia que
pudiera variar en cada ocasión? Para
ello, pergeñaron un dispositivo similar
al de las pianolas musicales, de
forma que en el diseño final se incorporaban
dos rollos perforados en las
estaciones de emisión y recepción,
para sincronizar y conmutar las frecuencias,
en inglés frecuency hopping,
a partir de las instrucciones inscritas
en los rollos.

De las pianolas a los misiles

Como era de esperar, el Ejército estadounidense
no hizo mucho caso a
la patente que la artística pareja registró
en 1942, alegando que el invento
no podía realizarse por limitaciones
técnicas. Hasta 1959, cuando
se desarrollaron los primeros microprocesadores
y se pudieron sustituir
los rollos perforados por circuitos
electrónicos, no se materializó la
tecnología. Para entonces George
había muerto y la patente había expirado.
El Ejército estadounidense
no tardó en probar la nueva tecnología
en la crisis de Cuba de 1962.

Con el comienzo de la era digital
en los años ‘80, la conmutación de
frecuencias pudo aplicarse en la telefonía
móvil celular para proteger
la señal de interferencias y garantizar
la intimidad de las llamadas, y
en la transmisión de datos sin cable.

La que protagonizara la ‘hollywoodiense’
Sansón y Dalila y rechazara
el papel principal de títulos como
Casablancay Luz de gas, recibió
el premio de la Electronic Frontier
Foundation en 1997, tres años antes
de su muerte. “Era cuestión de tiempo”,
dice la leyenda que comentó, impávida,
cuando se lo comunicaron.

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