Nace en 2010 desde el grupo de feminismos de Camba­lache
La revista feminista que se puede tocar

‘La Madeja’ es una consolidada apuesta por el proceso colectivo de creación de textos y de cuidados horizontales propio del feminismo de los afectos.

, Redacción Asturies
22/01/13 · 19:06
Edición impresa
Número 4 de la revisla feminista

La publicación feminista asturiana La madeja cuenta con tres años de vida y cuatro números. Está atravesada por un esfuerzo conjunto de creación del que hay mucho que aprender. Aunque las editoras rechacen enmarcarse en una línea feminista específica, es una apuesta por el proceso colectivo de creación y por los cuidados horizontales propios del feminismo de los afectos. Se elabora y se edita desde el colec­ti­vo ovetense Cambalache –también local, librería, editorial, punto de encuentro, etc.–, pero La Madeja “es un tercio asturiana, un tercio argentina y un tercio andaluza ahora mismo”, explica una de sus creadoras, Irene S. Choya, por la dispersión geográfica de cada una de sus principales impulsoras.

La Madeja nace en 2010 desde el grupo de feminismos de Camba­lache, debido a la tradición del proyecto “de trabajar con nuestra editorial”, pero también “por la imposibilidad de escribir del grupo. Teníamos los recursos, la editorial y no éramos capaces de hacerlo porque no nos dábamos permiso a nosotras mismas. Se nos ocurrió hacer una revista modesta, que al final no ha resultado ser tan pequeñita”, aunque, explican, mantienen la apuesta “por escribir nosotras, como el trabajo que hacíamos en la calle cuando nos costaba hablar en público y nos autoobligábamos a hacerlo, turnándonos para aprender todas”.

Irene S. Choya destaca lo importante que ha sido reflexionar sobre qué lenguajes utilizan, pensando en qué desean ellas mismas y las posibles lectoras. Por un lado, ellas se autorizan para escribir, incluso usando lenguajes que no manejan habitualmente, como podrían ser las imágenes o el texto poético, rompiendo así con una línea política dura; “mucha gente podría decir: ¿pero esto qué tiene de feminista y por qué hay tan poco texto ‘cañero’ y tanto literario?”, cuestiona Irene.

Por otro lado, rehúyen del lenguaje abstracto y analítico, y “aunque tenemos colaboradoras maravillosas como Dolores Juliano, Mari Luz Esteban o Santiago Alba Rico, no les damos más espacio que a nosotras mismas, que ‘no somos nadie’. ¿Por qué dar más autoridad a la academia que a otras voces que tienen cosas importantes que contar? Además, parece que se nos olvida que no todo el mundo ha ido a la universidad o conoce el lenguaje de los movimientos sociales”, matiza Irene.

La atención expresa al proceso de elaboración de la revista “en la creación colectiva de textos y en el intercambio”, incluso con las colaboraciones, hace que salga a la luz una vez al año, pero que permita también un trabajo sostenido en el tiempo y con espacio para la lenta maceración de un objeto deliberadamente cuidado.

Por qué publicar en papel

Es esencial, también, que La Madeja se pueda tocar, “lo que en estos tiempos de ciberespacio cada vez es más extraño”, como atestigua el editorial del último número, porque desde el primer momento fue pensada en papel, aunque esté disponible en la red y editada con copyleft.

Razona Irene S. Choya que es así por la necesidad de venderla para que el proyecto se sostenga, y porque el equipo de redacción cree, desde la agroecología, que la utilización de recursos energéticos es mayor en el caso de la lectura online –teniendo en cuenta ordenadores, servidores, conexiones, etc.– que imprimiendo en papel. “Esto es tan invisible que parece que es más barato leerlo en la pantalla” –argumenta Irene–, “y mi madre no la leería si fuera online. No todo el mundo tiene acceso a internet, hay una brecha por edades. Y yo creo que muchas personas preferimos sentarnos en nuestros sofás y leer algo en papel”.

Para ella, incluso la pregunta podría ir más allá, interrogándonos por qué el formato no es más barato, o más pequeño. La respuesta es que es así para facilitar la lectura, como revela también el diseño, con mucho espacio en blanco que cede el protagonismo a la palabra, evitando los diseños con excesivos estímulos. Además, La Madeja es feminista porque “presta atención a los márgenes, pero no solamente por partir de la cuestión de sexo o de género, sino de todas las diferencias que acaban convertidas en desigualdades, y cómo podemos dar la vuelta a eso, cargándonos también el sexo y el género, porque ya no nos hacen falta. Es esencial pensar en qué diferencias crean injusticia, y el feminismo tiene que ver con esto, está muy abierto”.

Horizontes femeninos

El número 4 de La Madeja está dedicado a los paisajes. Desde ahí, las autoras construyen un conjunto de evocaciones de diferentes formas de mirar al mundo y lugares desde donde situarnos para hacerlo. Un crisol de textos que nos llevan a transitar paisajes prohibidos para las mujeres, pasando por el espacio doméstico 2.0 o algunos campos de batalla del arte feminista, los rincones oscuros de la sexualidad, hasta incluso confinarnos en las habitaciones de servicio dentro de los hogares de clase alta.

+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

Tienda El Salto