GIULIANA SGRENA: PERIODISTA DE 'IL MANIFESTO', SECUESTRADA EN IRAQ Y LUEGO ATACADA POR TROPAS ESTADOUNIDENSES
“En Iraq sólo se puede hacer información a partir de los comunicados de los ocupantes”

La periodista italiana de Il Manifesto Giuliana
Sgrena participó en el I Fòrum de Periodistes de la
Mediterrània el 22 y 23 de febrero de este año. En
los próximos meses se desarrollarán en Italia sendos
procesos por el secuestro y su trágica liberación.

15/03/07 · 0:36
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La veterana corresponsal, conocida por sus
postulados pacifistas, viajó, antes de la guerra de
Iraq, a Afganistán, Argelia, Irán o Palestina. Narra
los hechos de Iraq en su último libro ‘Fuego amigo’
(Ediciones Península). DIAGONAL conversó con la
veterana periodista sobre la situación en Iraq y sus
vivencias en el país ocupado.

DIAGONAL: Poco tiempo después
de ser liberada y posteriormente tiroteada,
afirmó que Faluya había
sido arrasada para preparar las elecciones.
¿Cómo ve la situación política
en Iraq desde entonces?

GIULIANA SGRENA: Las elecciones
no estaban enmarcadas en un
proceso de democratización, por
tanto no fueron una expresión libre
del pueblo. Fue una oportunidad para
algunas comunidades como la chií
para tomar el poder, en contra de los
suníes y con la participación de los
kurdos. Se produjo una división del
poder entre chiíes y kurdos y así no
se puede garantizar una representación
de todos. Profundizó la división
entre comunidades. Los chiíes han
participado en las elecciones con
una lista confesional, donde están
todos los partidos religiosos chiíes.
La participación será confesional y
eso no es una expresión de libertad
sino la manera de llegar al poder de
los líderes religiosos chiíes. Estos
partidos religiosos tienen el control
de la situación y sus milicias armadas
toman el terreno. Las mismas
milicias religiosas forman parte de la
policía iraquí y se sienten más vinculadas
a sus líderes religiosos que a la
autoridad iraquí. No se puede garantizar
un control verdadero del
Estado. En lo que se refiere a los
suníes el terreno está más bien
controlado por las fuerzas de la resistencia.
En la resistencia también
hay fundamentalismos religiosos,
hay diferentes fuerzas, muchas veces
en contradicción. Los kurdos tienen
una dinámica de autonomía
muy fuerte, pero todavía tienen problemas
como el de la ciudad de
Kirkuk, que produce el petróleo.

D.: ¿Cómo fue la cobertura informativa
de la guerra?

G. S.: Durante la guerra hubo una
información más plural porque había
periodistas que estaban en Bagdad,
había periodistas que estaban
empotrados. Los iraquíes controlaban
mucho la información, pero a
partir del momento en que éstos se
fueron, se relajó el control y hubo
una información con diferentes puntos
de vista. Paralelamente a las
amenazas contra los periodistas extranjeros
por parte de iraquíes, empezaron
las amenazas de los militares
y de los mercenarios de la guerra
privada. Esto limitó muchísimo
la posibilidad de hacer una información
independiente. Los periodistas
padecían una amenaza que a veces
no era explícita. Los hechos del hotel
Palestina eran un clarísimo aviso
a todos los periodistas en Iraq.
También mataron a un periodista de
al-Yazira y a un palestino frente a la
cárcel de Abu Ghraib.

D.: ¿Es posible actualmente hacer
información independiente en Iraq?

G. S.: Cuando los que combatían a
los ocupantes empezaron a matar o
secuestrar a los periodistas occidentales
y árabes, hacer información se
volvió mucho más peligroso. Antes
de ir por última a vez a Iraq, decía
que había que asumir el riesgo de
informar en Iraq. Ahora ya no lo
puedo decir. A pesar de todas las
medidas de precaución que tomé fui
secuestrada. Pienso que en este momento
no es posible hacer información
independiente en Iraq. Para
informar desde Iraq, tienes que ir
empotrado con las tropas, estar en
la zona verde o encerrarte en un hotel
y enviar a colaboradores iraquíes
con un gran riesgo para éstos ya que
también están en el punto de mira
de los terroristas, de la resistencia
iraquí y de los ocupantes. Sólo se
puede hacer información a partir de
los comunicados de los ocupantes
que no se pueden contrastar. Tenemos
que asumir el problema de la
información en Iraq porque, si no se
informa, la guerra se aleja en beneficio
de Occidente.

D.: Su secuestro sin duda encerraba
esta contradicción...

G. S.: Para mí fue una gran frustración
cuando fui secuestrada.
Yo les decía a mis secuestradores
que intentaba informar a la opinión
pública italiana sobre lo que
sufren los iraquíes. Me sentía rehén
de mí misma.

D.: ¿A qué conclusiones ha llegado
la investigación sobre el tiroteo?

G. S.: Los magistrados que han llevado
la investigación concluyeron
que, en lo que se refiere al ataque al
coche, ni siquiera avisaron, dispararon
directamente. Otro hecho importante
que han incluido es que dispararon
58 balas contra el coche en
dirección a los pasajeros y no a las
ruedas. Si disparas a la altura de los
pasajeros, concluyeron los magistrados,
disparas a matar. Han pedido
al juez un proceso contra el soldado
Mario Lozano por homicidio
voluntario político de Nicola Calipari
e intento de homicidio voluntario
contra mí y el otro agente. El juez
aceptó que haya un proceso, que
empezará el 17 de abril.

D.: Los procesos contra agentes estadounidenses
fuera de su país han
mostrado la impunidad con la que
actúan. ¿Qué espera usted de este
proceso?

G. S.: Espero que a través del proceso
se puedan aportar otros testimonios
que añadan algo sobre lo que
pasó de verdad. Además, Lozano es
responsable pero no el más importante.
Él disparó, pero alguien le dio
esa orden. Además de todo esto también
es un proceso simbólico. Es una
forma de reducir la impunidad que
tienen los soldados norteamericanos
fuera de su país.

D.: La clara intencionalidad del ‘fuego
amigo’ estadounidense parecía
apuntar a usted como periodista independiente.
¿Cree que sólo se trataba
de atacar a la información?

G. S.: No sé si fue sólo por la información.
El Gobierno italiano, hay
que reconocerlo, siempre negoció la
liberación, en contra de lo que querían
los americanos. Trabajó para liberarme
a través de los agentes que
tenían buenos contactos dentro y
fuera de Iraq. Cuando Calipari decidió
ir él mismo era porque consideraba
que era un asunto muy peligroso.
Además advirtió a sus compañeros:
“Ojo con los soldados de Estados
Unidos porque tienen el gatillo fácil”.

D.: ¿Quién cree que la secuestró?

G. S.: Por lo que pude sacar de mi
contacto con los secuestradores, la
impresión que he tenido era que
formaban parte de la resistencia, no
eran criminales comunes, estaban
muy politizados, gente instruida,
tampoco eran yihadistas porque me
decían que no tenían nada que ver
con al-Zarqawi. Pienso de verdad,
por lo que decían, por las discusiones
que tuvimos, que no tenían nada que
ver con al-Zarqawi. Sospecho que
era otro grupo de la resistencia, más
bien baazista o sadamista. Eran musulmanes
pero no fundamentalistas.


Eufemismos de guerra

MANUEL TABERNAS

Decir que la información
que nos llega de
Iraq proviene de fuentes
poco contrastables
es una manera
suave de decir que
sólo nos llega la versión
de Estados Unidos.
Dichas informaciones
siempre
omiten las operaciones
de varios miles de
efectivos de empresas
privadas de seguridad
cuyo principal cliente
es, precisamente, el
Gobierno de EE UU.
Bien sabido es que
los ejércitos occidentales
ya no entran en
guerra sino que “participan
en acciones
humanitarias”. Y las
bajas que la actuación
de personal
armado de otro país
en suelo de un territorio
“en conflicto”
no es un acto de
guerra, sino un asunto
que, como decía
un titular de El País,
“reabre el debate
sobre la seguridad”.
Es habitual hablar de
“otra jornada de violencia
en Iraq” y de la
muerte de “otro” periodista.
Sin siquiera
mostrar la sospecha
de que no todos los
atentados son de la
resistencia a la ocupación
o que hay órdenes
del alto mando estadounidense
de hacer
la vida imposible a
todos los periodistas
que traten de informar
desde el terreno.

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