Medios de comunicación
Los intereses empresariales marcan el rechazo de Prisa a los gobiernos de Venezuela y Bolivia

Posee tres diarios en Bolivia y es el principal accionista
de la mayor cadena televisiva del país. Mantiene
fuertes vínculos con el mayor gigante de la comunicación
en Venezuela. En el mercado de los libros, su editorial,
Santillana, está presente en casi la totalidad de
países de habla hispana. Prisa, empresa propietaria de
El País, Cinco Días o la SER, se juega demasiado en
América Latina. Y en las oficinas de Jesús de Polanco
inquieta el ascenso de gobiernos con una agenda de
izquierdas más ambiciosa que la socialdemocracia.
Ante el riesgo de que sus intereses se vean afectados,
el rigor informativo parece pasar a segundo plano.

04/06/06 · 22:04

“Un país asolado por la corrupción y
el desorden económico, con infraestructuras
destruidas y una administración
arruinada”: La Venezuela de
Hugo Chávez que presenta El País es
una república al borde del colapso.
Con Evo Morales en el poder, Bolivia
tampoco goza de mayor suerte en
sus páginas. Hace pocas semanas, el
diario de referencia de Prisa alertaba:
“El creciente papel de Caracas y
La Habana en el devenir de Bolivia
comienza a crear un serio malestar,
tanto de la oposición política como
de distintos sectores de la sociedad”.

Pese a estas informaciones, distintos
sondeos de opinión llevan a
cuestionar este malestar entre los
ciudadanos. Según datos del último
Latinobarómetro, el 65% de los
venezolanos aprueba la gestión de
Chávez al frente del país, un porcentaje
muy superior a la media de
América Latina. En Bolivia, a su
vez, Morales obtuvo mayoría absoluta
con el 54% de los votos y su popularidad
ha aumentado con la nacionalización
de hidrocarburos.

Imperio mediático

Repasar los intereses económicos de
Prisa en la zona es un ejercicio útil
para comprender mejor el choque
entre la realidad que perciben los ciudadanos
de ambos países y la que
aparece en los medios de este grupo.
Porque en algo sí aciertan las críticas
de El País. Un ejemplo: en el mismo
artículo sobre Morales, el periódico
afirma que “la prensa boliviana refleja
casi a diario el creciente malestar
por el aquí llamado ‘tutelaje’ de
Chávez sobre Morales”. Teniendo en
cuenta que el grupo Prisa es el principal
accionista de la mayor cadena
televisiva de Bolivia (ATB) y que además
edita tres de los diarios más importantes
del país (Extra, El Nuevo
Día y La Razón), probablemente esa
aseveración resulte irrebatible.

Las críticas de la prensa no son
menores en Venezuela, ni la presencia
de Prisa resulta menos desdeñable.
Jesús de Polanco posee allí inversiones
cruzadas con el grupo Cisneros,
que con la cadena Venevisión
por bandera constituye el mayor grupo
mediático del país. En 1996
Cisneros se hizo con un 6,9% de Vía
Digital, una plataforma que terminó
integrada en Sogecable. A ello se suma
el nexo de unión entre ambos que
constituye el grupo empresarial
Valores Bavaria. Cisneros es uno de
los socios estratégicos de esta compañía,
a través de la cual tiene presencia
en el Grupo Latino de Radio,
el holding en el que, con un 87% de
acciones, Prisa agrupa toda su actividad
radiofónica fuera de España. Y
Bavaria reaparece en Caracol Radio,
cadena líder de Colombia donde
Polanco posee el 19% de acciones.

En cuanto a sus contenidos, el socio
de Polanco en Venezuela está lejos
de ser un ejemplo de objetividad.
Su canal televisivo, Venevisión, no
sólo constituye uno de los pilares de
la oposición a Chávez. También ha
sido denunciada por su implicación
directa en el intento de golpe de estado
de abril de 2002. Los grandes medios
del grupo mantienen desde entonces
una guerra abierta contra el
gobierno. En este enfrentamiento,
los intereses comunes con Cisneros
hacen que a Prisa no le cueste decidir
en qué trinchera situarse.

Colonialismo en red

En la red de negocios de Prisa no cabe
ignorar los vínculos con las demás
empresas que también han
desembarcado en América. En publicidad,
Repsol-YPF invierte cada
año cantidades millonarias en medios
del grupo. Telefónica, operadora
líder en telefonía en la zona, es
dueña del 20% de la acciones de una
de sus empresas: Sogecable. Por otro
lado, el imperio de Polanco también
mantiene lazos accionariales con las
dos primeras entidades financieras
en América Latina, BBVA y BSCH,
lo cual genera una red de confluencias
entre las grandes empresas españolas
de los sectores financiero,
energético y comunicativo. El proceso
de nacionalización del gas en
Bolivia ha sido el ejemplo más reciente
de este fenómeno. De forma
directa o indirecta, los problemas a
los que se enfrentan algunas de estas
empresas acaban afectando al resto.

Los intereses comunes tienen reflejo
en las páginas de El País. El pasado
13 de marzo, bajo el titular de
‘España se la juega en el extranjero’,
el diario iniciaba una serie de artículos
donde aplaudía “la gran aventura
empresarial en América Latina” como
“una apuesta sumamente audaz”.
Y añadía: “Bancos Santander y
Bilbao pasan a convertirse en poderosos
instrumentos de influencia de
la política exterior, que anuncian el
regreso de España como agente activo
de la vida internacional”.
Pero en medio del optimismo El
País ve algunos riesgos. Saltándose
su propio libro de estilo, donde se establece
que “el uso de adjetivos calificativos
debe restringirse en los géneros
más puramente informativos,
en los que prima la objetividad”, el
periódico carga contra los movimientos
que hacen frente a esta colonización
empresarial. La objetividad brilla
por su ausencia a la hora de describirlos:
“explosiones telúricas de
un magma indigenista, etnopopulista y nacionalista, más o menos hostil
al capital extranjero”.

Los negocios de Jesús de Polanco
han confluido además directamente
con los del Estado español. El ejemplo
más nítido se da con Santillana.
A través de ella, Prisa no sólo posee
nueve sellos editoriales e implantación
en un total de 22 países. Además,
bajo gobiernos del PSOE, la editorial
hace grandes negocios con
Fondos de Ayuda al Desarrollo. Con
frecuencia, el Estado español condona
la deuda y el país empobrecido invierte
parte del dinero en libros y material
educativo de empresas españolas.
Por lo general, las de Prisa. Esta
práctica ha sido a veces denunciada
como un escándalo. En 2000, la prensa
chilena revelaba que durante su
etapa en el Ministerio de Educación,
el presidente Ricardo Lagos compró
material con un sobreprecio de 664
millones de pesetas, un 70% por encima
de su coste.

Bolivia vivió otro caso similar. Tito
Hoz de la Vila, ministro de Educación
durante el mandato del ex presidente
Sánchez de Lozada, se vio obligado
a responder en los juzgados por
un manejo irregular en la licitación
de una polémica reforma educativa
que dejó en manos de Santillana la
producción y venta de libros para los
estudiantes de primaria. Y en 2002,
el diario boliviano La Prensa denunciaba
que una hija del ministro, María
Cristina Hoz de la Vila, fue contratada
en Madrid como consultora
de recursos humanos de Santillana.

Treinta años después, el escándalo
seguía el guión de una de las primeras
maniobras de Polanco. Según
relata Jesús Cacho en El negocio de
la libertad, en 1970 el ministro franquista
Villar Palasí ofreció a Santillana
información privilegiada sobre
su reforma educativa. Al curso
siguiente, esta editorial fue la única
con libros actualizados. Polanco se
hizo rico. Años después, Villar fue
contratado en Santillana.
En América, estas complicidades
no han faltado a lo largo de décadas.
Ahora el mapa político cambia.
Varios países se niegan a seguir el
juego. Con tanto dinero en la zona,
poco sorprende la hostilidad de Prisa
hacia Chávez y Evo Morales.


Grupo Cisneros: el imperio del Berlusconi venezolano

Su fortuna personal se calcula
en unos 5.000 millones de
dólares. Gustavo Cisneros, propietario
del Grupo Cisneros, es
la tercera persona más rica de
América Latina y la más adinerada
de América del Sur. Las
empresas que forman su organización
operan en más de 50
países de América, Asia y Europa.
Entre las más destacadas
cuenta con Venevisión, la
mayor red de televisión de
Venezuela y la mayor productora
en español de Sudamérica;
o Direct TV, empresa pionera
en televisión por satélite. Más
allá de las comunicaciones, es
dueño además del equipo de
beisbol Los Leones de Caracas
o del concurso de Miss Venezuela.

Entre su círculo de amigos
se cuentan personajes
como el Secretario de Estado
durante la era de Nixon, Henry
Kissinger; el magnate David
Rockefeller, o los dos George
Bush (padre e hijo). Una prueba
de su poder se produjo en
1985, cuando el economista
Lyndon H. LaRouche intentó
difundir en Venezuela el libro
Narcotráfico S.A., donde se
relacionaba a Cisneros con el
lavado de dinero procedente
del narcotráfico. Los servicios
de inteligencia requisaron
todas las copias y un tribunal
prohibió su circulación.

La idea de Cisneros sobre el
periodismo quedó de manifiesto
en los momentos de mayor
conflictividad social en Venezuela.
Durante las movilizaciones
que siguieron al paro
petrolero, entre diciembre de
2002 y marzo de 2003, Cisneros
decidió que en sus canales
no se transmitiesen manifestaciones
a favor de Chávez. En el
intento de golpe de estado
transmitió de forma ininterrumpida
los actos de la oposición,
suprimiendo la programación
cotidiana y renunciando a
emitir publicidad.

LOS INTERESES DE
PRISA EN AMÉRICA

En 22 países hay colegios que
estudian con libros de Santillana.

La editorial está presente en casi
todos los países de América Latina.

A través del Grupo Latino de Radio,
Prisa alcanza 13 millones de oyentes
en Latinoamérica, Francia y EE UU.
En México, el sistema Radiópolis,
participado al 50% por el Grupo
Prisa, cubre el 90% del país.

El pasado mes de abril, Prisa anunciaba
la apertura de una radio en el
sur de EE UU, concretamente en
California.

A través de Vía Digital y Caracol
Radio, Cisneros y Polanco mantienen
intereses cruzados en Latinoamérica.

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