"MANUFACTURING CONSENT"" // PROPAGANDA E INFORMACIÓN EN LAS SOCIEDADES OCCIDENTALES"
“Los guardianes de la libertad”

Rigor, imparcialidad, veracidad y desinteresado afán de informar al ciudadano, es la versión que dan de sí mismos los mass media. Ésa es la imagen que Noam Chomsky y Edward Herman lograron desmontar en el libro.

08/01/09 · 0:00
Edición impresa



En 1988 el pensador y lingüista
Noam Chomsky y el economista y
analista de medios Edward S. Herman
daban a la imprenta los resultados
de su estudio sobre la economía
política de los medios de comunicación
estadounidenses. El título
Manufacturing Consent (Los Guardianes
de la Libertad), apunta a la
función propagandística que subyace
en los medios masivos.
El resultado de la investigación
fue básicamente éste: que los medios
de comunicación “sirven para
movilizar el apoyo en favor de los
intereses especiales que dominan
la actividad estatal y privada” y
que “sus opciones, énfasis y omisiones
pueden entenderse mejor,
y, en ocasiones, con una claridad y
penetración sorprendentes” si se
analizan en términos de un “modelo
de propaganda”.

La afirmación se enfrenta a dos
críticas. La primera es que los medios
van a reflejar siempre pura y
simplemente la percepción del
mundo que desean los grupos de
poder. La segunda, la acusación de
formular una “teoría de la conspiración”.
Ante esto los mismos autores
sostienen: “No utilizamos ningún tipo
de hipótesis ‘conspirativa’ para
explicar la actuación de los medios
de comunicación, sino que nuestro
tratamiento se asemeja mucho más
a un análisis del ‘mercado libre’, cuyos
resultados son un producto del
trabajo de las fuerzas del mercado
[...] Lo que aquí analizamos es un
‘sistema de mercado dirigido”.
En definitiva, Manufacturing
Consent se trata de lo que en sociología
se denomina un análisis institucional,
en el que se analizan las
estructuras de los medios de comunicación,
se deducen los resultados
que sería razonable esperar de tal
estructura y se ponen a prueba esas
previsiones con una serie de casos
concretos. De las 450 páginas del libro
en su edición inglesa, los estudios
de casos y las notas ocupan casi
400 páginas. Lo cierto es que en
Manufacturing Consent no se congratulan
de haber dado con ninguna
verdad revelada que solucione
los problemas de la parcialidad de
la información, sino que, de forma
mucho más modesta, se presenta
más bien como un útil de trabajo y
de comprensión del funcionamiento
de los medios.

Doble discurso

Uno de los ejemplos es el de la cobertura
mediática del derribo, en
septiembre de 1983, por parte de la
Unión Soviética, de un avión de las
líneas aéreas coreanas KAL 007, que
dio lugar a una extensa campaña de
denigración en los medios que se denunció
como “asesinato a sangre
fría”. Sin embargo, el derribo de un
avión civil de las líneas libias en febrero
de 1973 por parte de Israel no
dio lugar ni a la misma cobertura ni
a los mismos artículos indignados.
Otro banco de pruebas importante
es el tratamiento de las elecciones
en países del Tercer Mundo
dependiendo de si se trata de Estados
clientes de EE UU o de Estados
enemigos. Aquí salen a la luz
una serie de pautas que muestran
una tendencia a considerar legítimas
y “un avance hacia la democracia”
las realizadas en Estados amigos,
aunque se realicen en situaciones de
terror policial y bajo juntas militares,
casos de El Salvador y Guatemala en
1984, mientras que se consideran
fraudulentas y no legítimas las realizadas
en otros Estados, aunque gocen
de mejores condiciones que las
anteriores, como el caso de Nicaragua
el mismo año.
Y es la rigurosa y extensa acumulación
de datos lo que hace que esta
obra haya aguantado tan bien el paso
de los años. De hecho el libro no
ha recibido críticas sobre sus métodos
y datos e incluso puede considerarse
una de las teorías mejor establecidas
en las ciencias sociales.

Guerra de Vietnam

Pese a que las grandes movilizaciones
del movimiento pacifista
contra la Guerra de Vietnam tuvieron
lugar entre 1964 y 1967, la
prensa no empezó a reflejar buen
número de las masacres injustificadas
hasta 1969. El tratamiento
periodístico en contra de la guerra
sólo comenzó cuando la élite económica
de EE UU empezó a sufrir
los efectos negativos del conflicto.
El trabajo de oposición anterior al
‘69 había impedido que se extendiese
una movilización general
del país contra la guerra.

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