ENCUESTAS: MANIPULACIÓN Y DEFORMACIÓN
¿Existe la opinión pública?

No son pocos los teóricos que han señalado la
influencia de los sondeos y las encuestas publicadas en
los medios de comunicación en la opinión pública,
sobre todo en la cercanía de elecciones.

19/07/07 · 0:00
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La opinión pública es ese
ente invisible cuyo comportamiento
intenta ser
estudiado por las encuestas
sociológicas mediante un número
de entrevistas a una muestra
representativa de la sociedad. Ahora
bien, cuando respondo a un sondeo
o encuesta, ¿qué me está influyendo?
¿Mis propias ideas? ¿Y sobre
los temas de los que no tengo
una opinión muy clara? El sociólogo
John Zaller, a partir de cuatro
reglas, intentó encontrar algunas
de las variables que influyen a la
hora de formar una opinión en los
sondeos:

1.- RECEPCIÓN Y CONOCIMIENTO.

No todos los ciudadanos están informados
de igual forma porque, lógicamente,
a no todos les interesan
los mismos temas ni todos ponen
la misma atención. Cuanto
mejor conozcamos un tema o unos
hechos, mejor estará formada
nuestra opinión y más difícilmente
seremos manipulables. Si se nos
pregunta, por ejemplo, por una experiencia
que conocemos de cerca
(nuestro trabajo, nuestro barrio,
nuestro entorno familiar), tendremos
habitualmente una idea muy
clara de lo que pensamos. Por
ejemplo, en el último barómetro
de opinión del CIS (marzo de
2007) a la pregunta de “¿Cuál cree
que es el principal problema de
España?”, el terrorismo ocupaba
el primer lugar. Si la pregunta era
“¿Qué problema le afecta a usted
más personalmente?”, la vivienda,
el paro y los problemas de índole
económica ocupaban el primer lugar
y sólo un 3% de los encuestados
elegían el terrorismo.

2. ACEPTACIÓN.

Según la segunda
variable de Zaller, los encuestados
tienden a rechazar ciertas opiniones
si creen que van en contra de
su ideología (aunque carezcan de
información al respecto). Aquí, evidentemente,
será fundamental la
forma en que se formule la pregunta
de la encuesta. Si preguntan
¿Usted estaría a favor de negociar
con ETA aunque esto suponga la independencia
del País Vasco?, muchos
encuestados rechazarían tal
opinión. Sin embargo, si se pregunta
“¿Usted estaría dispuesto a negociar
con ETA por conseguir la paz
en el País Vasco?”, un elevado número
respondería afirmativamente.

3. DISPONIBILIDAD.

Las opiniones
dominantes o más extendidas son
las que mayor presión ejercerán sobre
las respuestas de los encuestados, sobre todo en aquéllas de las
que tenemos menos información.

4. RESPUESTA.

Por último, si los encuestados
reciben varias opciones
sobre un tema, escogen el punto
medio o el más cercano a sus planteamientos
ideológicos.
Los que tienen más poder para
gestionar las cuatro reglas de las
que estamos hablando suelen ser,
evidentemente, los medios de comunicación
de masas, dado que
gestionan los recursos de conocimiento,
forman opiniones ideológicas
(o no), hacen disponibles ciertas
informaciones y, en definitiva,
ofrecen alternativas u opiniones.
Teóricamente, cuanto más ricos
en información y plurales sean los
medios, la opinión pública tendrá
una idea más acorde con sus conocimientos
y sus planteamientos
ideológicos; cuanto más sesgados
o reducidos sean sus planteamientos,
la población tendrá menos posibilidades
de formarse una opinión
propia y tenderá a escoger
aquellas ideas que se le hayan presentado
como ‘adecuadas’ a sus
planteamientos ideológicos. Los
ciudadanos que estén peor informados
estarán más expuestos a
los efectos y a las opiniones de los
medios, según esta teoría. De esta
forma, el problema no reside en
que los medios mienten, si por esto
entendemos cambiar o alterar
la información; la cuestión es qué
sucede cuando sólo recibimos una
opinión dominante sobre un tema
o un asunto de interés para la opinión
pública. Como escribe John
Zaller: “la manipulación decrece
si al público se le da alguna posibilidad
de elegir, esto es, si se le
permite escoger entre visiones alternativas
acerca de la realidad”.
Dos conclusiones pueden sacarse
de la teoría de Zaller. Una, que
las opiniones críticas y alternativas
sobre una opinión dominante
pueden acabar socavándola. Y la
segunda, que las opiniones más
cercanas al conocimiento y a la
experiencia de los ciudadanos no
se pueden manipular desde los
medios. La realidad material existe
fuera de ellos.

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