En el marco de la
reforma europea, la
catedrática de Filosofía
plantea los problemas
de la Universidad
española y la riqueza
de iniciativas que unen
teoría y praxis.
La Universidad española
es como un barco que a
duras penas se mantiene
a flote. Mientras que éste
se hunde, otros han empezado
a surcar las aguas con nombres
tan llamativos como Sapienza
Pirata de Roma, Universitat
Pirata de Barcelona o Universidad
Nómada de Madrid.
Nadie duda de que muchos son
los problemas que aquejan a la Universidad:
escasa financiación, falta
de recursos, aulas masificadas, escaso
nivel de los profesores, nepotismo,
poca investigación... Y por
encima de todos, el problema fundamental:
la escasa democracia interna.
Desde hace decenios nadie
ha tocado los privilegios de la capa
minoritaria de los catedráticos, mayoritariamente
varones. Ni la (escasa)
participación de l@s estudiantes
en los departamentos y en las
juntas de Facultad, ni ha logrado
cambiar las relaciones de poder
personal, corporativo y gremial, en
ocasiones sindical, de la maquinaria
universitaria. Ni lo va a lograr el
llamado Plan Bolonia, o sea, la construcción
del Espacio Europeo de
Educación Superior, pues lo que éste
pretende es supeditar la maquinaria
universitaria a los mecanismos
del mercado de la educación,
para potenciarlo, pero no se plantea
una democratización a fondo
de los mecanismos institucionales.
Por otra parte, la enseñanza superior
establece una profunda distinción
entre teoría y práctica o,
dicho en otros términos, enseñanza,
investigación y aplicación del
conocimiento. Por lo general, los
profesores no enseñan “lo que están
investigando”, sino conocimientos
más o menos estándar; no
investigan lo que enseñan, sino
que encuadran la investigación en
las grandes líneas marcadas por la
política científica nacional y por
los temas de relevancia internacional;
no aplican ni lo que enseñan,
ni lo que investigan, sino que
se despreocupan de ello.
La Academia adquiere así una
consistente lógica interna que está
produciendo enormes efectos
negativos, pues es incapaz de generar
un conocimiento que se
convierta en vehículo de transformación
de la realidad, en vez de
contentarse con dominarla.
Cada vez son más, sin embargo,
los estudiantes, licenciad@s, jóvenes
investigadores, artistas, trabajadores
de las artes y de los medios
que, en una situación de gran precariedad,
producen conocimiento y
arte, sin ocupar espacios profesionales
reconocidos, ni adecuadamente
remunerados. Su relación
con la investigación y el conocimiento
es completamente diversa y
profundamente rompedora: no se
trata de saberse la ristra de requisitos
exigibles para adecuarse a
los parámetros de las agencias de
evaluación, sino de utilizar el conocimiento
como un conjunto de
herramientas para comprender y
transformar la realidad. Son los
barcos piratas los que procesan y
albergan la riqueza cognitiva necesaria
para interactuar eficazmente
en nuestras sociedades complejas y
así, mientras que los proyectos de
“reforma empresarial de la Universidad”
promueven su apropiación
y salvaguarda, garantizando por
medios económicos y meritocráticos
que sólo algun@s tengan acceso
a ellos -se trata de formar las
élites del nuevo siglo-, esos otros
golfantes promueven la creación
colectiva, sin barreras ni restricciones,
del saber público.
Estos nuevos experimentos
muestran un rasgo común y parten
de un mismo supuesto: el esfuerzo
por retomar, colectivamente, la producción
de saber y generar circuitos
de autoformación que puedan
sostenerse autónomamente, desarrollando
formas nuevas de generar
renta. Porque la renta es imprescindible,
aunque su obtención
no tiene por qué depender de un
trabajo valorado solamente desde
el aporte individual de cada un@ -cosa imposible- sino del reconocimiento
y el pago del trabajo común.
Esta tarea es ya de por sí política.
Los nuevos movimientos sociales
necesitan conocimientos desarrollados
sobre el territorio de su práctica.
Y esos conocimientos hay que
producirlos sobre el terreno con un
recurso privilegiado: nuestras propias
cabezas puestas a pensar colectivamente.
Navegantes dibujando
el mapa. Éste es el trabajo de las
universidades piratas.
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