Okupar la universidad, airear la ciencia

Hay una institución apenas tocada por el ejercicio crítico de esta marejada iniciada con el 15M: la ciencia.

, antropólogos e investigadores postdoctorales, miembros de la Red de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología
14/07/14 · 8:00
Edición impresa
Sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). / Álvaro Minguito

La Cultura de la Transición (CT) ha hecho fortuna como concepto que describe de manera sintética las últimas tres décadas de la vida política y cultural en España. Una figura que evidencia una brecha generacional sobre las formas políticas de quienes sellaron el pacto constitucional y quienes reconocen los límites marchitos que aquél impone. La nueva atmósfera política ha dejado en evidencia la incapacidad de esa cultura transicional caduca, carente de imaginación, propuestas y esperanzas. Y lo ha hecho con un genuino gesto de inventiva que ha recreado los lenguajes de la política, los lugares donde ésta se desarrolla y las infraestructuras que requiere: asambleas en la calle, relatos por Twitter, desahucios por streaming... El 15M nos ha mostrado otra manera de hacer política a través de un ejercicio experimental, un calificativo que no usamos metafóricamente sino como una declaración literal. La CT ha sido arrinconada por un ejercicio de experimentación política que se instala en el disenso y la transparencia, en el gesto del cuidado y en el ambiente de la apertura.

Intocable

Esa nueva atmósfera no ha dejado títere con cabeza y ha puesto en evidencia las principales instituciones de nuestra sociedad: partidos políticos, medios de comunicación, sistema bancario... Pero hay una institución apenas tocada por el ejercicio crítico de esta marejada: la ciencia. Las movilizaciones de la academia que hemos visto recientemente son una respuesta urgente y perentoria a un proceso de segregación social en la universidad y precarización generalizada de la investigación. Un intento por parte de la política de siempre de ahogar los escasos lugares donde florece, en ocasiones, cierta autonomía de pensamiento y alguna lucidez crítica. Pero esas movilizaciones no pasan de un ejercicio defensivo de unas instituciones que rara vez se vuelven sobre sí mismas para reconsiderar la responsabilidad que tienen con el mundo que habitan: la tan cacareada responsabilidad social de la ciencia. Asaltada por las reformas neoliberales, minada su autoridad, deslegitimada por su ausencia de motivos claros, la ciencia resulta cada vez más irrelevante, sin propuestas que hacer ni esperanzas que ofrecer... Ha llegado el momento de aventar la universidad, airear las instituciones científicas, mostrar su pluralidad y, ¿por qué no?, sacarlas a la calle como las asambleas hicieron con la política.

Muchos proyectos activistas de investigación llevan tiempo explorando esas lindes. Las precarias que derivaron en Lavapiés años atrás nos mostraron cómo repensar la investigación desde la política y otros como el Colectivo Situaciones ha hecho con la investigación militante una crítica que reclama un activismo volcado en la investigación y una investigación comprometida políticamente con su papel en el mundo. La expansión de formas de ciencia ciudadana nos enseña que cada una de nosotras puede convertirse en productora de conocimiento y generadora de saber y las asociaciones de pacientes u otros grupos concernidos con su salud nos señalan cómo hibridar investigación rigurosa y militancia de una manera virtuosa. Pero a menudo el gesto de la investigación militante pasa por el abandono de las instituciones de conocimiento legitimado para emplazarse en sus límites.

Creemos, sin embargo, que no basta con habitar esos márgenes; en estos momentos de corrimientos de tierras institucionales necesitamos pensar cómo sería renovar radicalmente el pacto de la ciencia con la sociedad. Necesitamos un ejercicio de democratización similar al que las culturas de la experimentación reciente han traído para la ciudad y la política. ¿Cómo podríamos hacer de las ciencias un espacio de expansión de la democracia? Una pregunta en la que nos va el tipo de sociedad que queremos y el tipo de vida que deseamos.

Democratizar la ciencia

Las asambleas y su marejada han alumbrado una cultura de la experimentación política destinada a renovar la democracia que nos proporciona inspiración para realizar un gesto inverso, el de politizar la experimentación para democratizar la ciencia. Si la academia quiere seguir subsistiendo ha de reelaborar radicalmente su relación con la sociedad, y la única manera de hacerlo es renovando las preguntas a las que se quiere enfrentar. Quienes habitan la academia deberían comenzar a reconocer que el conocimiento ya no se produce sólo en las instituciones reconocidas sino que los saberes se encuentran más diseminados de lo que habíamos pensado.
Si la CT señala el declive de una cultura caduca, las Culturas de la Experimen­tación (CE) nos prometen la posibilidad de renovar nuestro compromiso político. Este pasa por ‘okupar’ la academia con nuevas esperanzas y airear la ciencia con nuevos desafíos en un ejercicio de apertura que reconozca el estatuto controvertido de nuestras formas de conocer y que deje espacio para otros saberes, porque de lo contrario éste no será nunca un proyecto común.

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comentarios

12

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    Ecolampadio
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    28/07/2014 - 2:04am
    Queridos y queridas, Si vamos a partir en los próximos años con una democracia más auténtica, donde el ciudadano participe mucho en las decisiones públicas, donde la "democracia directa y radical" y la "democracia económica" sean realidades tangibles, y donde la transparencia sea obligación esencial del Estado, como no organicemos inmediatamente un debate riguroso sobre la universidad para saber en qué falla perderemos la base de toda esa nueva democracia, y la universidad entonces será un obstáculo para desarrollar la democracia... ¿Hacemos un simposio o congreso acerca de "Ideas para la universidad de la nueva democracia española"?
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    W
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    18/07/2014 - 1:59pm
    Buenas, soy el autor de los comentarios #1 y #4.&nbsp; A #7. Muchas gracias por seguir el debate. Las experiencias que comentas de participación ciudadana a través de pacientes son muy interesantes. Muchas gracias por las referencias, intentaré acceder a ellas. Tengo que decir que las experiencias que había leído hasta ahora (en <em>El emperador de todos los males</em> y <em>Bad Pharma)</em> se centraban en el lado negativo de las asociaciones de pacientes. Básicamente cómo han sido, en muchos casos, utilizadas por las farmaceúticas para presionar en favor de la aprobación de fármacos de dudosa eficacia. Para acelerar los plazos presionando a la FDA y la EMA. Hay que tener en cuenta que, en muchos casos, el sufrimiento de los pacientes cuaja mal con la &quot;frialdad&quot; que tiene que tener la ciencia para evaluar si algo realmente funciona mejor que una pastilla de azúcar o sólo le vamos a producir más efectos secundarios. En este sentido, es un poco parecido a lo que dice #8.&nbsp; Por supuesto, en este caso, también estamos en un caso en el que la producción de conocimiento científico se presta a la colaboración en términos de valorar el tratamiento, conocer los síntomas, etc. Sin embargo, para el que estudia los procesos bioquímicos mecanísticos de por que y cómo se produce una enfermedad o actúa un medicamente, su contacto con pacientes (más allá del plus de &nbsp;motivación o de frustración, que conozco casos de ambos) no se va a traducir en producción colectiva de conocimiento.&nbsp; En cuanto a lo de las CE, yo lo había tomado el término experimentación en un sentido mucho más restringido (defecto profesional, supongo) limitado al ámbito científico, pero si incluimos lo que comentas, probablemente sí que se esté produciendo un cambio de cultura, pero creo que el concepto de CT está más ligado a una situación específicamente española y este cambio de CE estaría ligado a una situación más global. Por ejemplo, incluso dentro del ámbito de lo puramente experimental sí que es cierto que existe ahora mismo un runrun&nbsp;en casi todos los ámbitos científicos con el tema de la reproducibilidad, los falsos positivos y (mucho menos) el Open Science.&nbsp; Para acabar, y este debate salió ya (en Materia, por ej) cuando Pablo Echenique, de Podemos, dijo lo de los transgénicos, a mi como científico y militante me fascina la tremenda contradicción entre democracia y la pretensión última de la ciencia (con todos límites que queráis y probablemente vana): la búsqueda de una verdad objetiva independiente de opiniones, mayorías y minorías. Y que conste que no utlizó el término contradicción como si fuese un problema o algo malo.&nbsp;
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    da igual
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    16/07/2014 - 10:45am
    Una manera de &quot;airear la ciencia&quot; o &quot;mostrar su pluralidad&quot; o &quot;criticar a los expertos&quot; podría ser señalar a los acaparadores institucionales, como el autor de este artículo. En una semana podríamos encontrárnoslo en TODOS los lados. <strong>Un poco de (auto)responsabilidad con las críticas no vendría mal, a riesgo de incurrir en graves incompatibilidades discursivas entre lo que decimos, y lo que hacemos. </strong> Aprender a ponerse un poco entre paréntesis es algo que muchos intelectuales acostumbran a hacer bien poco y la ciencia la hacemos muchas personas, no sólo las stars culturales que copan los recursos de las instituciones y que a la postre devienen &quot;autoridades&quot; y terminan por replicar las estructuras del saber de las que nos queremos librar.
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    Ecolampadio
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    15/07/2014 - 8:11pm
    &iexcl;Esto se anima! Son muchísimas las cosas que urge cambiar en la estructura, objetivos y procedimientos de la universidad, quizás nuestra institución más conservadora -con permiso de la Iglesia y el Ejército, que lamentablemente también deberán pasar por el laboratorio de reformas. El artículo sólo plantea algunos de los elementos a reformar, y tampoco va al hueso del asunto: a la causalidad. El 15 M no creo que cuestione la &quot;expertez&quot; en el conocimiento científico. &iexcl;Sería una estupidez!, un error que obviamente ya comete a diario el enemigo. Es precisamente el neoliberalismo el que, característicamente, en todas las decisiones políticas hace que las decisiones políticas de los Estados las hagan en realidad directamente las grandes empresas, multinacionales y bancos. Precisamente por eso, el conocimiento de los expertos, de los científicos que ocupan puestos oficiales -o simplemente que tienen peso en la opinión pública- para ellos carece de lugar, de legitimidad. Les dicta las decisiones. Y ahí las universidades tampoco son ajenas. El caso del deterioro del medio ambiente es paradigmático en estas raras relaciones entre poder económico y político. Veo una fractura importante de criterios entre Ciencias Experimentales y Ciencias Sociales y Humanas. Si bien son ciencias con epistemología diferente, por eso con procedimientos distintos, formas de trabajo dispares, mucho más de lo que quieren creer nuestras instituciones de investigación -por ejemplo, un sociólogo o un antropólogo puede hacer su trabajo sin necesitar un laboratorio o un espacio físico muy concreto, claro-, creo que los problemas son los mismos en el fondo. Se trata del peso excesivo de las corporaciones económicas y de los Estados en la toma de decisiones de las universidades. Lo que redunda en que tengan unas estructuras poco o nada democráticas, donde los estudiantes&nbsp; o los profesores no deciden nada. Pero decidan lo que decidan los ciudadanos o los estudiantes, necesitarán la expertez para conocer cada tema de debate. Lo contrario sería lo que ahora mismo hace que se derrumbe todo en la universidad y fuera de ella: neoliberalismo salvaje y menosprecio del conocimiento / &quot;sociedad del espectáculo&quot;. Por todo esto, las universidades no sirven al &quot;bien común&quot; de la ciudadanía, de la humanidad. No sirven. Porque no investigan ni enseñan muchas de las áreas de conocimiento que es necesario que investiguen o enseñen, vamos: no investigan para encontrar solución a los graves problemas de &quot;desigualdad social&quot;, por ejemplo. No sirven al bien común de la democracia, porque son un ente aislado, porque están fuera de la sociedad y de la cultura y no participan en éstas. Pero en algunos casos ya hacen investigaciones científicas otros individuos en la calle, fuera de la universidad y la universidad para ser democrática e inteligente debe captarlos. Porque también crean conocimiento científico. Está pasando con la medicina china, con la homeopatía, con la psicología radical...Pero para eso la universidad debe hacer un giro radial.
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    Roberto
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    15/07/2014 - 4:18pm
    Estoy con los autores de los comentarios #1, #2 y #4, una democratizacion de la gobernanza de la ciencia es deseable y discutible. Pero es necesario ser conscientes de la existencia de ciertos limites cuyo traspaso seria de cuestionable a peligroso. Por ejemplo, es conveniente que los ciudadanos participemos en las decisiones sobre gestionpolitica de la sanidad, pero no deberiamos pretender decidir sobre cuestiones medicas. Y existen situaciones intermedias mas complejas que pueden desembocar en situaciones sorprendentes. Por ejemplo, el gobierno suizo se vio obligado a incluir los tratamientos homeopaticos entre los subvencionados por la seguridad social debido a la opinion ciudadana al respecto, pese al informe negativo emitido por el comite cientifico al que se encargo evaluar la efectividad de dichos tratamientos. En definitiva, ciertas decisiones requieren ciertas herramientas que no posee todo el mundo. P.S: Perdon por la ausencia de tildes, tengo teclado extranjero
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    15/07/2014 - 3:52pm
    Gracias por animar el debate, voy por partes para seguir el debate.<div>&nbsp;</div><div>Para #1 y #2, tienes toda la razón #1 en que la naturaleza material de la producción de conocimiento en las ciencias naturales y de la vida dificulta la participación ciudadana/amateur en ellas, paradójicamente es en esas disciplinas donde se ha desarrollado de manera intensa formas de lo que algunas autoras han llamado prácticas de co-producción de la ciencia. En ellos se nos muestra que asociaciones de pacientes llevan décadas produciendo conocimiento fundado sobre su cuerpo y sobre sus enfermedades, que organizaciones medioambientales elaboran conocimientos fundados sobre el medioambiente y que proyectos vecinales se las ingenian para reinventar el urbanismo. Esto lo explora Sheila Jasanoff maravillosamente, pero también Steve Epstein cuando da cuenta de cómo los pacientes de sida en la década de los 80 fueron claves en la producción de conocimiento científico sobre su enfermedad, o Michel Callon y Vololona Rabeharisoa cuando hablan de lo que denominan &#39;research in the wild&#39;, al describir cómo han tomado parte en la producción científica las asociación de pacientes de miopatía en Francia. Los casos que cuentan David Hess con respecto a las organizaciones medioambientales son igual de iluminadores (referencias por si son de utilidad al final). En España lleva años sosteniendo este debate Antonio Lafuente desde Medialab-Prado. Como señala #4, los proyectos de &#39;volunteer computing&#39; son sólo una parte de eso que algunos llaman ciencia ciudadana, no son la más interesante en mi opinión, y desde luego no son los únicos. Lo más radical que nos ayuda a repensar el estatuto de la ciencia son estos otros proyectos en los cuales los ciudadanos/as toman parte íntegramente en la producción de conocimiento.&nbsp;</div><div>&nbsp;</div><div>Natxo, el breve artículo tiene un modesto objetivo, plantear la sencilla pregunta de cómo sería pensar la ciencia desde el 15M. Ciertamente no tenemos una respuesta para ello, pero tenemos una pregunta que nos parece valiosa. Tu sugieres algunos posibles caminos que se pueden andar, bienvenidos sean. En cualquier caso nuestra propuesta no pasa únicamente porque los técnicos proporcionen los conocimientos que los ciudadanos puedan utilizar, sino por un ejercicio simétrico que reconozca todo ese conocimiento que normalmente no está sancionada institucionalmente pero que es necesario para construir un mundo común. La cuestión clave es reconocer que hay otros lugares donde se está produciendo conocimiento sólido y fundado, porque reconocer eso es abrir la vía para una ciencia diferente pero también para una política distinta.</div><div>&nbsp;</div><div>Para #4, sobre la Cultura del la Transición (CT) y las Culturas de la Experimentación (CE). Pudiera ser que fuera forzada la comparación pero creemos que lo que está ocurriendo en España ahora mismo resuena de manera intensa con las culturas de la experimentación tradicional. Y nos referimos literalmente a la experimentación, no en un sentido metafórico. Pero para entenderlo hay que hacer dos precisiones, la primera es que la historia de la ciencia nos muestra que la experimentación es más diversa que la imagen que solemos tener que asocia experimento/laboratorio/contrastación de hipótesis. La experimentación es, en palabras del historiador de la ciencia Hans Jörg-Rheinberger, una búsqueda de preguntas que aún no tenemos, una forma de alumbrar nuevos futuros. Eso es por ejemplo el 15M. Creemos que una manera de caracterizar a la cultura política que emerge ahora en España es a través de un gesto &#39;experimental&#39;, en el cual los procesos se abren públicamente (como ocurre con los experimentos), se documentan y se movilizan toda una serie de infraestructuras materiales en ese ejercicio (Internet, etc.).</div><div>&nbsp;</div><div>Para #5, no puedo estar más de acuerdo, la cuestión es cómo le damos la vuelta a esto.</div><div>Gracias a todos/as.</div><div>&nbsp;</div><div>&nbsp;</div><div>Epstein, S. (1998). Impure Science. AIDS, Activism, and the Politics of Knowledge: University of California Press.</div><div>&nbsp;</div><div>Jasanoff, S. (2004). States of Knowledge: The Co-Production of Science and the Social Order. London: Routledge.</div><div>&nbsp;</div><div>Hess, D. (2007). Alternative Pathways in Science and Industry. Cambridge (Mass.) London (UK): The MIT Press.</div><div>&nbsp;</div><div>Callon, M., &amp; Rabeharisoa, V. (2003). Research &ldquo;in the wild&rdquo; and the shaping of new social identities. Technology in Society, 25, 193&ndash;204.</div><div>&nbsp;</div>
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    marta
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    15/07/2014 - 10:34am
    @#1 @#2 Sobre la falta de concreción que apuntáis, quizá esto aclare: Este texto es la primera de una serie de colaboraciones para la edición impresa de algunos de los autores del blog <a href="https://www.diagonalperiodico.net/blogs/fuera-clase">Fuera de clase</a>, que lleva un año reflexionando sobre saberes y aprendizajes horizontales en esta misma web. &nbsp;Al llevarlo al papel queremos llegar a otros públicos de manera más accesible y pedagógica (por ejemplo, con textos más breves), y esto supone que esta primera entrega sea muy general. Esperamos poder desarrollar más cuestiones específicas en las próximas.
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    Ecolampadio
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    15/07/2014 - 2:02am
    <div style="text-align: center;"><u>No sólo los partidos políticos...Las universidades tampoco sirven al &quot;bien común&quot; de la sociedad española</u></div> Esto que decís lo observaba muy adecuadamente una reseña del libro &quot;CT o la cultura de la transición: 35 años de cultura española&quot; (coord. Guillem Martínez) aparecida en la revista Mientras Tanto (edición electrónica). No es sólo porque nuestra universidad tenga estructuras casi intocadas tras acabar el Franquismo, pero la universidad tiene unos procedimientos, unas prioridades burocráticas tan marcadas y que denotan tanto su siempre presente conservadurismo ideológico y científico, que a veces pienso que le hacen más daño a la Ciencia que le favorecen. No diré nada que no se diga por aquí. Pero intentaré dar mi enfoque personal. Podría hablar de todas las especialidades universitarias, pero trataré sólo las que conozco. Las universidades españolas de Ciencias Sociales y Humanidades, gracias a&nbsp; la particular elección de temas de investigación y de docencia, de investigaciones que se financian y que no se financian. Vamos, el cómo se evitan a toda costa las investigaciones complicadas políticamente, digamos &quot;peludas&quot;, por ejemplo sobre inmigración a Catalunya y Euskadi, desigualdad social,colectivos marginados, cultura popular en barrios de inmigrantes, ETA, luchas autónomas en la transición me atrevería a afirmar que esta elección y descarte de temas demuestra casi inequívocamente que nuestras universidades tampoco sirven al &quot;bien común&quot; de la sociedad española. No pretende estudiar los problemas &quot;reales&quot; de nuestra democracia, por tanto no prewtende darles respuesta: no busca soluciones Son demasiados los temas polémicos, fundamentalmente de alcance social y de cultura radical o underground que se dejan sin investigar en nuestras universidades -a lo sumo, se permite que alguien los investigue, porque en principio esto no es una dictadura, pero demasiado a menudo no se financian-, podríamos hacer una larga lista. Podéis completarla vosotros sin muchas dificultades. Estas carencias me parecen completamente intolerables en la universidad de una democracia....La universidad española está inmersa en la CT como bien pocas instituciones, quizás sería su forma más acabada y paradigmática.
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    W
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    14/07/2014 - 2:07pm
    El problema es que la ciencia, la parte interesante al menos, se basa en una cierta expertez. Pero esto no es exclusivo de la ciencia, sino que lo comparte con muchas otras actividades humanas. Se puede, y se debe, cuestionar la gobernanza de la ciencia, pero aunque puedan estar ligadas, la gobernanza de la ciencia no es exactamente lo mismo que el &quot;hacer ciencia&quot;. Dos de los tres tipos de &quot;ciencia ciudadana&quot; que aparecen en el enlace de #3 ( <em>volunteer computing</em> y <em>volunteer sensing</em>) son, básicamente, cesión de materiales para la ciencia (en última instancia, equivale a financiar la ciencia), y los proyectos de <em>volunteer thinking</em>, los más interesantes, muchas veces podrían asimilarse a etapas tempranas de recogida o tratamiento preliminar de los datos. Aunque sean imprescindibles para todo proceso científico, están lejos del&nbsp;<em>core, </em>por decirlo así,&nbsp;de la actividad científica que, en mi opinión, empieza una vez que tienes los datos &quot;limpios&quot;. En <em>Sociofobia</em>​, Rendueles dice algo así como que&nbsp;<em>FoldIt</em> (http://en.wikipedia.org/wiki/Foldit) es más una manipulación consentida más una producción colectiva de conocimiento, y creo que tiene razón. De hecho, muchos de estos mecanismos de participación distribuída podrian ser la excusa perfecta para bajar, aún más, la financiación en investigación. Como científico y &quot;activista&quot; (por decirlo de algún modo) estoy tan interesado como el que más en &quot;democratizar&quot; la gobernanza de la ciencia, sus aplicaciones e incluso la producción de la misma, pero repito, aunque las preguntas que plantea el texto son muy interesantes (&quot;<strong style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px; outline: 0px; vertical-align: baseline; font-family: Georgia, Times, 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 22px; color: rgb(60, 61, 60);">pensar cómo sería renovar radicalmente el pacto de la ciencia con la sociedad&quot;&nbsp;</strong>o&nbsp;<strong style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px; outline: 0px; vertical-align: baseline; font-family: Georgia, Times, 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 22px; color: rgb(60, 61, 60);">&iquest;Cómo podríamos hacer de las ciencias un espacio de expansión de la democracia?</strong>) las respuestas me parece que, como mínimo, no se ajustan a la realidad de algunas disciplinas científicas.&nbsp; Por otro lado, me parece arriesgado, trasladar sin más el concepto de CT a la ciencia como parecen hacer los autores con las &quot;culturas de la experimentación&quot;. Ahí lo dejo. Desde luego, no tiene mucho sentido plantearlo y dejarlo sin tratar ni siquiera minimamente. Existen diferencias sustanciales entre la producción cultural &quot;artística&quot; y la producción cultural &quot;científica&quot;, tanto en lo que respecta a &quot;qué se produce&quot; como en los que respecta a &quot;cómo se produce&quot;, como para dudar de que el concepto CT sea transladable, sin más, a la ciencia.&nbsp;
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    Andrea von Freytag Loringhoven
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    14/07/2014 - 12:54pm
    El texto cuestiona la expertez. No se trata de que la ciudadanía decida A PARTIR del conocimiento de los técnicos, sino CON los técnicos. El conocimiento experto no es una base sobre la cual tomar decisiones colectivas, como si primero fuera una cosa y después la otra. Lo que se cuestiona es la gobernanza misma de la ciencia: cómo se elabora el conocimiento experto, por qué, para qué, por quiénes, en qué circunstancias, al servicio de qué formas de organización social y gestión del entorno... Los centros de investigación punteros son a menudo torres de marfil. Y, por supuesto, la propuesta también vale para las &quot;ciencias duras&quot;. De hecho, ya hay proyectos de investigación participativos fuera de las ciencias sociales: http://medialab-prado.es/cienciaciudadana
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    Natxo
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    14/07/2014 - 12:26pm
    @#1 Muy de acuerdo con el comentario. El artículo parte de unas expectativas muy elevadas para luego quedarse en un manifiesto postestructuralista algo hueco. El propio uso del término &quot;ciencia&quot; es excesivamente vago. Se echa en falta algo más de concreción, como, por ejemplo, la necesidad de implicar más a las facultades (sean de ciencias &quot;puras&quot; o &quot;aplicadas&quot;, de &quot;sociales&quot; o &quot;naturales&quot;) en su medio local, devolver conocimientos a la sociedad en que trabajan, a partir por ejemplo de la política del &quot;buen vivir&quot;, que vaya desde la Arquitectura a la Historia. Trabajar como cajas de herramientas para que la ciudadanía pueda decidir con mayor fundamento a partir del conocimiento de los &quot;técnicos&quot;, que para eso están. Y sin descuidar los centros de investigación más especializados, claro.&nbsp;
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    W
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    14/07/2014 - 10:43am
    Hay que desarrollar y mejorar este discurso, sobre todo para los que somos e investigamos en &quot;ciencias&quot; (sí, salió de nuevo la eterna distinción) y es que la frase &quot;<span style="color: rgb(60, 61, 60); font-family: Georgia, Times, 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 22px;">el conocimiento ya no se produce sólo en las instituciones reconocidas sino que&nbsp;</span><strong style="margin: 0px; padding: 0px; border: 0px; outline: 0px; vertical-align: baseline; font-family: Georgia, Times, 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 22px; color: rgb(60, 61, 60);">los saberes se encuentran más diseminados de lo que habíamos pensado</strong><span style="color: rgb(60, 61, 60); font-family: Georgia, Times, 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 22px;">.&quot; suena bastante &quot;hueca&quot; cuando se traslada de la antropología, la sociología o la política a la física de altas energías, la investigación del cáncer o la evolución biológica. No digo que no aplique o que no haya un punto de encuentro entre la sociedad y estas disciplinas, pero la propia naturaleza material de la producción del conocimiento en estas disciplinas dificulta muchísimo que se lleve a cabo fuera de la &quot;academia&quot; o de &quot;instituciones&quot; específicamente dirigidas para ello.&nbsp;</span>
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