El día 25, la alta abstención se presenta como la protagonista de una campaña electoral con un mensaje desvaído y sin interés para el gran público.
La campaña para las elecciones europeas del próximo domingo está transcurriendo en el terreno comunicativo, en el momento de escribir estas líneas, sin pena ni gloria. A ello contribuyen diferentes hechos. En primer lugar, su escasa presencia pública. El hecho de que las principales candidaturas hayan reducido su presencia publicitaria, sin duda debido a la connotación de “despilfarro” que comienza a calar en la opinión pública con relación a campañas precedentes y que ha llevado, por ejemplo, al PSOE a prescindir de las tradicionales vallas publicitarias, está probablemente relacionado con que, según una encuesta, ocho de cada diez españoles ignorarán ya iniciada la campaña la fecha de la convocatoria electoral.
Desconocimiento al que también contribuye la lejanía que el ciudadano de a pie experimenta con respecto a un Parlamento Europeo del que ni siquiera los muy informados conocen bien la función y el hecho de que los líderes de los partidos, que constituyen el soporte a través de los cuales éstos suelen construir su imagen pública –bien deteriorada, por cierto, como reiteran las encuestas–, cedan su protagonismo a segundos de su escalafón, lo cual refuerza el tono desvaído de la campaña. Así, Miguel Arias Cañete escenifica una imagen desteñida –aunque edulcorada por un componente bonachón– de Rajoy, como Elena Valenciano viene a ser por su parte un símil más campechano del ya de por sí difuminado Pérez Rubalcaba.
Mientras, las otras formaciones estatales del arco parlamentario –IU, integrada en la candidatura La Izquierda Plural, y UPyD– ni siquiera han pretendido que sus cabezas de lista, prácticamente desconocidos por el conjunto de los ciudadanos, incidan para bien o para mal en su imagen pública.
¿Y qué decir de los respectivos eslóganes electorales? “Lo que está en juego es el futuro”, del PP, resulta tan anodino y genérico como inverificable e inverosímil es el “Tú mueves Europa” del PSOE. Y, puestos a hablar de generalidades, ahí está “La unión hace la fuerza”, de UPyD, o “El poder de la gente”, de La Izquierda Plural, mediante el que la coalición de izquierdas trata sin duda de conectar con esas mareas ciudadanas que han surgido a pie de calle sin responder a la convocatoria de ninguna formación política. Lemas, en definitiva, tan genéricos y en último término intercambiables como la imagen difusa que la gran mayoría de los ciudadanos tenemos de esa Europa inalcanzable de la que nos han venido los recortes que todos sufrimos.
Así pues, es la inanidad de la presente campaña electoral la que viene a reforzar, a través de esa Europa desvaída, la creciente distancia que se va ampliando día a día entre la clase política y sus correspondientes instituciones y un ciudadano de a pie que se siente cada vez menos representado por aquélla, como la escasa repercusión ciudadana de la propia campaña pone una vez más de relieve.
Las otras opciones
Y es este escenario inane por los motivos mencionados el que ha sido elegido por una serie de nuevas agrupaciones, surgidas la mayoría de los aledaños del 15M, para presentarse en sociedad, tratando de canalizar a su favor un voto cuyo destino natural era la abstención por parte de unos ciudadanos que, como han manifestado estos dos últimos años en multitud de ocasiones en la calle, no se sienten representados por una clase política que se enclaustra de la ciudadanía en el edificio madrileño de las Cortes.
Claro está que, en la escena mediática electoral, esas nuevas formaciones sencillamente “no existen”. En los espacios que los telediarios dedican a la contienda, siempre hay lugar para el último mitin del PP o del PSOE o, incluso, con un poco de generosidad, de UPyD y, tal vez, de La Izquierda Plural, pero jamás se hablará por razones obvias de los que han protagonizado Podemos, Primavera Europea o el Partido X (mientras los espacios gratuitos que RTVE cede a los mismos se emiten por La 2… a las 8:30 de la mañana). Es cierto, no obstante, que la referida tibieza comunicativa de la presente campaña difumina en parte este hecho, a lo que también contribuye el que la creciente importancia de internet en la comunicación política tienda a igualar las diferentes opciones, ya que no hay ninguna razón a priori para que las web de los partidos mayoritarios sean más visitadas que las de los minoritarios, para los cuales el factor militante constituye por lo demás una ventaja de partida. Sea como sea, las opciones auténticamente ciudadanas se han valido de las elecciones europeas y de su tono descafeinado para hacerse un hueco entre las candidaturas tradicionales, prestándose al difícil juego de transformar en votantes a una parte de la ciudadanía desencantada.
Lo cierto es que, entre partidarios de las nuevas formaciones ciudadanas y abstencionistas, las elecciones del domingo van a constituir una clamorosa manifestación del nivel que ha alcanzado el hartazgo frente a las instituciones políticas y la ‘clase’ que la protagoniza por parte de una mayoría de los españoles. Aunque, en un ejercicio desesperado por llevar las aguas a su molino, los partidos mayoritarios tratarán probablemente de achacar a la misma parvedad comunicativa de la campaña el cataclismo abstencionista que se les viene encima.
comentarios
0