Mensajes publicitarios en los comicios europeos del 25 de mayo.

inforelacionada
Lo que aparece en el cartel del Partido Popular para las elecciones europeas es una suerte de espíritu azul de Arias Cañete. El mensaje es nítido, candidatos puede haber muchos, pero un partido tan azul sólo hay uno. Las europeas son una nueva ocasión para que 41 candidaturas pongan en juego la guerra cromático-electoral: UPyD vuelve con Rosa y su rosa, que en realidad es magenta, el resultado de la superposición de un haz de luz azul-derecha y otro rojo-izquierda, es decir, un supuesto centro en el centrismo político. Los últimos en llegar encuentran poco pantone libre, así que el morado de Podemos está cerca del violeta de Iniciativa Feminista, del púrpura de Alternativa Republicana y es casi idéntico al del Movimiento RED de Elpidio Silva.
Pero tan importante como el color corporativo es el color carne de candidato o candidata, cuya presencia en el cartel es símbolo del clásico equilibrio entre cercanía y admiración política. El rostro de Elena Valenciano cubre básicamente el cartel europeo del PSOE, como apuesta comunicativa por la cercanía y aún por la condescendencia maternal, que diría George Lakoff. En su libro No pienses en un elefante, el filólogo analiza las estrategias comunicativas de los partidos Republicano y Demócrata en EE UU, a través de la metáfora de dos tipos de familia y modelos educativos: la del padre protector, severo y respetado (Republicano) que te podría decir un inquietante “Lo que está en juego es el futuro” (Partido Popular) o la del padre tolerante y cercano (Demócrata) que te recuerda que “Tú mueves Europa” (PSOE).
Dice Lakoff que hay metáforas de la vida cotidiana que estructuran nuestra forma de ver el mundo, como el obsesivo binomio pasado/futuro para la comunicación política. Hacia ese futuro por escribir vuela la gaviota del PP y también allí apunta la flecha que utilizan ahora como cierre de sus materiales gráficos junto a la frase “En la buena dirección”. El capullo del PSOE nace de la tierra, es verdad, pero también tira hacia arriba. De hecho, como apoyo comunicativo, el PSOE usa ahora un rediseño de su histórico logotipo, con la palabra “socialistas” en una tipografía informal y una rosa bastante más minimalista. Han eliminado, por tanto, el elemento más “obrero”, esa mano de línea contundente, como si tuvieran algo que decirnos: “Las flores de la retórica son plantas de invernadero”, decía Winston Churchill, un gran especialista en jardinería política.
Sin embargo, no sólo de futuro vive la comunicación política: “Si te preocupa el futuro, no dejes que se repita el pasado”, aclara el PP en su web, a lo que responde el PSOE en la suya: “¿Qué debemos exigirle a Europa como ciudadanos que no se conforman, que quieren más Europa y sobre todo una mejor Europa? Lo primero, frenar a la derecha”. Ambos son conscientes de que, a pesar de la lenta pérdida de escaños, la llamada crisis del bipartidismo terminará en estas elecciones, de nuevo, en bipartidismo. Y como metáfora de todo esto, Valenciano y Cañete pactaron no interrumpirse en el debate televisivo bipartidista del 15 de mayo (de todos modos, Cañete tampoco habría podido, él nunca interrumpe a las mujeres).
Como expresión gráfica de quiénes piden el final del bipartidismo, los minoritarios abren el encuadre de la foto para dar cancha a sus candidatos y candidatas, mientras usan eslóganes como “El poder de la gente” (Izquierda Plural) o “La unión hace la fuerza” (UPyD). Equo, Compromís y la Chunta Aragonesista aprovechan el imaginario de la primavera árabe y el crédito comunicativo del 15M. Mientras, Podemos lo hace con el “sueño Obama” (usando incluso la misma tipografía Gotham del “Yes We Can”) y el “Sí se puede” de la PAH. Cosas de la política, la formación del televisivo Pablo Iglesias también se mueve en ese complejo equilibrio entre el respeto político ganado a base de personalismo televisivo y la cercanía de un partido que quiere ser el 99%.
“Acción, reacción, decisión”
La participación en las urnas, sin embargo, apunta a una gran abstención, y la Oficina Española del Parlamento Europeo ha intentado animar el asunto con un misterioso claim (reclamo): “Acción, Reacción, Decisión”. Parece una reformulación de la tercera ley de Newton, pero en la superación dialéctica de la decisión terminas con una papeleta de voto en la mano. La Junta Electoral tampoco parece haber entendido la propuesta metafísica y les ha instado a retirar la publicidad que promueve directamente el voto, defendiendo el derecho político a la abstención.
El tiempo político, ése que vive de ciclos de cuatro años con una breve e intensa eclosión de promesas y más de tres años de pausado ajuste a la realidad, necesita la publicidad. Y lo que no te da un buen eslogan, habrán pensado en el Partido Popular de Baleares, te lo da una tarjeta de crédito del PP con descuentos en los comercios locales. La propuesta ha generado bastante polémica y hasta las lágrimas del dueño de uno de los comercios que participan, viendo el boicot que se ha conjurado en las redes sociales. Pero no hay duda de la potencia semántica del mensaje: ser del PP te sale bien de precio.
Y es que el discurso político se construye en base a un marco comunicativo capaz de responder a cada contexto. Pero Lacoff advierte, ese marco debe ser propio. El partido Republicano fue capaz de crear su propio marco discursivo basado en el miedo y la protección, y ahora los Demócratas deben ser capaces de no pensar en un elefante. PP y PSOE se han sabido instalar en el marco del bipartidismo comunicativo y ya no tienen ni que hablar de Europa en un debate sobre las elecciones europeas: si necesitas otro marco, no pienses ni en gaviotas ni en capullos.
comentarios
6