La idea de libertad de Bakunin fue una fuente de inspiración para pioneras del feminismo en España.
inforelacionada
Sabemos por Kropotkin que Bakunin ejerció una enorme influencia sobre personas destacadas de su época como Wagner, George Sand o Aleksandr Herzen y Nikolái Ogarev, escritor y periodista. Hoy es difícil saber si era acertada esta visión de Kropotkin sobre la arrebatadora personalidad de Bakunin. En todo caso, estamos ante un filósofo que se caracterizó por dar gran relevancia a la libertad, tanto en lo social como en lo personal. La libertad permitía actuar según los dictados de la propia voluntad, lo cual derivaba en soberanía individual, es decir, en el poder que cada persona debía preservar sobre su presente y su destino. Bakunin consideraba que el ser humano nunca era un medio, sino un fin en sí mismo, que tenía el derecho inalienable de buscar la verdad a través de la libertad. Para consolidar esa idea de libertad era necesaria la muerte de lo absoluto, es decir, de cualquier principio superior, fuera éste Dios, el rey, el Estado, la nación, o, por qué no tomarme la licencia de incluirlo por su nombre, el patriarcado.
Bakunin apostó con decisión por la soberanía individual, la emancipación de la mujer y contra la discriminación por razón de sexo, desarrollando una dura crítica a la legislación que legitimaba el matrimonio monógamo y la familia burguesa. No fue un heterodoxo en su vida amorosa y de pareja, aunque la carta que escribió a su hermano Pablo (1845), siendo un treintañero, nos muestra a un hombre vehemente: “Yo amo, Pablo, amo apasionadamente: no sé si puedo ser amado como yo quisiera serlo, pero no desespero”. Tejió en una sencilla trama sus principales ideas respecto a cómo concebía el papel de la mujer y el amor que, poco tiempo después, detalló en La mujer, el matrimonio y la familia. En la mencionada carta, Bakunin hizo una defensa apasionada del amor activo. Necesitaba que su pareja fuera libre, consciente de su propia dignidad y con instinto de rebeldía e independencia. Esa fe política era un pilar fundamental de su existencia particular e individual.
¿A quién amaba el treintañero Mijaíl? Sabemos que, trece años después, repatriado en Siberia, se casó en 1858, con Antonia Kwiatkowska, de la que a menudo estuvo alejado por otra pasión: la revolución. En La mujer, el matrimonio y la familia, Bakunin explicaba que la igualdad social de la mujer con el hombre requería la abolición de la legislación que consideraba a la mujer un ser inferior y subalterno, una eterna menor de edad sin capacidad jurídica y dependiente del varón. Con este rechazo de las leyes familiares y matrimoniales, Bakunin defendió las uniones libres o, como él lo definió, el matrimonio natural basado exclusivamente sobre el respeto humano y la libertad de dos personas (…) que se aman.
La defensa de la emancipación femenina, la libertad, la igualdad de los sexos y el amor libre propuestos por Bakunin influyeron en la construcción de una genealogía de mujeres que en España desarrollaron el feminismo anarquista. Guillermina Rojas clamó en un mitin en Madrid (1871) contra la familia. La sindicalista Vicenta Durán, las librepensadoras Amalia Carvia y Belén Sárraga y, las auténticas constructoras del feminismo anarquista, Teresa Claramunt y Teresa Mañé, fueron eslabones que enlazaron con la generación que durante los años treinta hizo posible Mujeres Libres: Mercedes Comaposada, Soledad Estorach, Lola Iturbe, Amparo Poch y Lucía Sánchez Saornil entre otras muchas.
comentarios
0