Los límites de las críticas sociales a la Teoría Sintética de la Evolución
Dawkins y la teoría evolutiva

El autor responde al artículo 'Kropotkin y la teoría evolutiva' con una delimitación de las críticas que se suelen hacer a las teorías evolutivas modernas y defendiendo las aportaciones de Dawkins en 'El Gen Egoísta'.

, Licenciado en Filosófía y biólogo aficionado
26/12/13 · 10:43

No es fácil asumir el papel de abogado del diablo, por cuanto de defensa de lo políticamente incorrecto tiene, pero me resulta un poco más fácil cuando el “diablo” es Richard Dawkins y lo que tenemos sobre la mesa es su defensa de la Teoría Sintética de la Evolución (TSE) y no, por ejemplo, su arrogancia.

Recordando el debate planteado, podríamos resumirlo en los siguientes puntos:

Se critica el darwinismo como la teoría biológica adaptada a la ideología de la época y a la TSE como “la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes”.

Kropotkin criticó los límites de la lucha por la supervivencia para explicar el mundo biológico, proponiendo la cooperación como fuerza evolutiva.

Se plantea una dicotomía entre cooperación y competencia.

Antes de entrar a la discusión, será de utilidad recordar el hilo conductor que llevó a ciertas esferas de la biología occidental a enunciar lo que hoy se conoce como la TSE. Darwin y Wallace, por separado, uno en las islas Galápagos, otro en Malasia, llegan a tres aspectos fundamentales y relativamente novedosos para su época:

Que las especies vivientes están relacionadas.

Que las especies vivientes cambian.

Que el motor del cambio es la adaptación al entorno y la lucha por los recursos.

Para entender el atrevimiento de dos de dichas propuestas hay que recordar el contexto victoriano (y el recalcitrante fervor puritano) y el escándalo que supuso emparentar la obra maestra de Dios, creada a su imagen y semejanza, con el mono. No en vano, las malas lenguas sostienen que la cara humanoide de la etiqueta de “Anís del mono” es la de Darwin, y no escasean caricaturas similares en periódicos de la época. Una segunda consecuencia, no menos estridente, fue la innecesaria existencia de Dios como orfebre de los animales y plantas y, peor aún, la falsedad del relato bíblico (Gén. 1, 20-27). Habría que añadir que la idea de evolución ya había sido enunciada años antes (y mediante otros mecanismos) por otro naturalista, Lamark, también en curso de rehabilitación en la actualidad. La tercera afirmación (como denunciaron en sus respectivos momentos Kropotkin y, más actualmente, Máximo Sandín) olía sospechosamente a justificación y apuntalamiento ideológico de otra de las características de la época: el dominio británico a nivel geopolítico y del capitalismo industrial como sistema económico. Luego volveremos sobre este punto. Al darwinismo le faltaba el mecanismo de transferencia de características heredables, y ahí fue donde el redescubrimiento de las leyes de Mendel (en 1900) encajó como anillo al dedo a una teoría que, aunque plausible, hacía aguas por algunos puntos.

Evaluar una teoría epistemológica mediante criterios políticos
tiene el mismo sentido que intentar catalogarlas con colores o temperaturas
A la unión de las leyes de Mendel (convenientemente actualizadas con otros descubrimientos sobre el ADN y sus mecanismos de copia y transmisión y los últimos descubrimientos de la genética y proteómica moderna) con la idea básica de la lucha por la supervivencia en situación de escasez (heredada, a todas luces, de Robert Malthus) y la mutación como motor de variabilidad genética y productor de cambio es lo que hoy se conoce como TSE.

Atendiendo ya al primer punto del debate, podemos afirmar que cuando se critica una teoría científica (y lo que es una teoría científica debería estar más o menos claro desde Popper: una propuesta hipotética de la que se deducen consecuencias medibles y verificables; si quedan dudas de si la TSE es una teoría científica, consultar el experimento iniciado hace 25 años y aún en curso de Richard Lenski), suelen suceder cuatro cosas no excluyentes entre sí:

Se critica a la persona que ha propuesto la teoría (falacia ad hominem).

Se critica a la teoría mediante un criterio ajeno a su ámbito.

Se encuentra un punto débil, no justificado, una falacia, un error de deducción, etc. En definitiva, un fallo formal de la teoría.

Se cree haber encontrado un fallo formal, pero en realidad no se ha entendido bien la teoría.

En lo personal, a Darwin no hay quien lo defienda (ni al infame de su sobrino y sus crueles experimentos con esclavos sobre las huellas dactilares), pero para demostrar la desconexión que, en casos de cierta honestidad, a veces se dan entre teoría epistemológica propuesta y posición ética, habría que recordar que Wallace fue gran detractor del sistema socioeconómico británico (y fundador del estudio del impacto ambiental de las actividades humanas) y que Dawkins rechaza moralmente el egoísmo en las personas y critica el liberalismo thatcheriano en el propio El Gen Egoísta, donde se reclama laborista (no pidamos peras al olmo… o sí).

Esa es la gran aportación de Dawkins: el “yo” es el gen y no el individuo, como pensaban Darwin, Lamark y tantosotrosEn cuanto al segundo camino, por descontado, las teorías las proponen personas en un contexto dado y la influencia de éste no puede ser menospreciada. Diría más: el darwinismo quizás no habría surgido de una sociedad cooperativa. Pero, y esto es de crucial importancia, esto no dice nada acerca de la falsedad o veracidad de la teoría, que deberá ser dilucidada en otro tribunal. Es más: evaluar una teoría epistemológica (o peor aún, un hecho biológico) mediante criterios políticos (de aplicación exclusivamente a lo ético) tiene el mismo sentido que intentar catalogarlas con colores o temperaturas. Simplemente pertenecen a ámbitos del conocimiento y la acción independientes. En este sentido, no podemos tachar de moralmente “malo” que un león cace una gacela, por mucha pena que nos pueda dar. Sin embargo, a veces las metáforas antropomórficas ayudan a entender conceptos no antropológicos, cosa nada negativa si acotamos cuidadosamente el ámbito de aplicación de la metáfora. Es en este sentido en el que Dawkins usa la palabra “egoísta”, cuando obviamente un gen, sin capacidad de decisión (sino sólo de seguir procesos bioquímicos), no puede ser egoísta en el sentido humano. Por todo lo dicho, todas las críticas que resuenan aún hoy en los artículos y charlas de Sandín, sobre el origen liberal del darwinismo deberían hacernos saltar alarmas si pretenden ser algo más que contextualización histórica.

En cuanto a la crítica formal, las críticas a la TSE descansan en dos pilares (uno de los cuales ha sido heredado en las modernas críticas de la TSE):

Una aparente distinción de los mecanismos de selección, a saber: cooperación o competencia, según el entorno, predominando la cooperación cuando el organismo debe luchar contra el ambiente y la competencia cuando el organismo debe luchar por recursos limitados con otros organismos.

Asunción de la existencia de un verdadero altruismo.

Atendiendo al primero, cabría aclarar que, cuando el ambiente es hostil (el caso siberiano en el que Kropotkin se inspiró), hay escasez de recursos de hecho, hay más escasez de recursos en la estepa siberiana que en las islas galápagos, en calorías disponibles y agua, razón por la cual en estas últimas hay mayor biodiversidad). Más allá de este punto, de importancia menor, hay que reconocer a Kropotkin que pusiera luz sobre ciertas estrategias no basadas exclusivamente sobre la lucha entre individuos o especies (luego aclararé la cursiva), una de las grandes limitaciones del darwinismo temprano.

Por otro lado, y ya en relación con el tercer punto de discusión, la competencia a veces puede parecer cooperación. Dawkins pone como ejemplo los actos kamikazes de las abejas obreras. No caben ejercicios aparentemente más altruistas en la naturaleza que el de un individuo estéril sacrificándose por su grupo. Antes de El Gen Egoísta, sólo teníamos teorías de selección de grupo (grupos cooperadores en competencia con otros grupos) o la alternativa cooperativa. Lynn Margulis expone uno de sus ejemplos más paradigmáticos, el del Elysia Chlorotica, un gusano fotosintético, como ejemplo de que el motor de la evolución es, al menos en parte, cooperativo. Ésa es la base de su teoría de la endosimbiosis que explica (fehacientemente) el origen de las mitocondrias y los cloroplastos en células eucariotas. Lo interesante es que ni esta teoría, ni la de los transposones (transferencias horizontales de genes entre especies distintas, en vez de verticales entre progenitores y descendencia), ni el comportamiento de los insectos sociales chocan en general contra la TSE ni, en concreto, con la teoría del gen egoísta.

Me explico: En cualquier acto aparentemente altruista (definido como aquel en el que yo pierdo y tú ganas) parece posible rastrear ganancias por parte del “yo”, si definimos bien ese “yo”. Esa es la gran aportación de Dawkins: el “yo” es el gen (definido como unidad mínima de herencia, mínimo tramo de ADN copiable y con capacidad genética o proteínica completa), no el individuo, como pensaban Darwin, Lamark y tantos otros, y no digamos ya el grupo, la especie o “la vida” en general (con estos tres últimos casos quizás Kropotkin podría haber estado de acuerdo: “las especies cooperan para garantizar la continuidad de la vida”, o algo así). Es más, no parece haber ejemplos de “suicidio” de genes a favor de otros genes y sí al contrario: muerte del organismo debido al “egoísmo” de uno de sus genes (para más información: el sorprendente caso del gen t del ratón). Y sin embargo, las teorías de la endosimbiosis y de los transposones, y los comportamientos más altruistas de la naturaleza cobran total claridad y razón de ser a la fría luz del gen egoísta. La competencia se da entre genes, lo que puede provocar actitudes que llamaríamos altruistas si esto beneficia a los genes responsables de tal actitud. Un ejemplo en el ser humano: los genes responsables del aprendizaje del lenguaje.

Por aclarar, creo que ampararse en el “egoísmo” de los genes (que no tiene necesariamente que ver con el egoísmo de los individuos, y menos aún con el de los seres humanos) para justificar nuestra conducta es aplicar la falacia naturalista para no responsabilizarse de nuestra capacidad de acción, decisión y cambio. El propio Dawkins defiende que las personas no estamos determinadas por los genes sino, acaso, condicionadas o influidas, teniendo margen (y por tanto responsabilidad y por tanto libertad) para actuar de otras formas. El dispositivo encargado de esta emancipación es, o debería ser, la cultura. Por tanto, podemos defender teorías como la del gen egoísta, transitando por el estrecho sendero que queda entre la falacia ad hominem y la naturalista, separando el ser y el deber-ser, sin dar un respiro al capitalismo o al imperialismo desde el plano ético (ecológico, feminista, anticlasista…) que es desde donde, a mi entender, hay que combatirlos.

Para cerrar, y a modo de provocación, sería interesante preguntarnos qué ganamos individualmente las personas cuando cooperamos, aunque esta ya es otra historia, que cuenta con más protagonistas que los genes. Afortunadamente.

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comentarios

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    Pablo Revuelta Sanz
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    15/01/2014 - 1:00pm
    Llego tarde al debate, siento el retraso. Me alegra ver lo que está dando de sí el debate, y me gustaría intervenir sobre algunos puntos. Hubo un punto crucial que, fruto de las prisas, olvidé exponer con el detalle que merecía en el artículo: el asunto de la selección. Una vez fuera de discusión que las especies cambian, y que el ADN tiene algo que ver en la transmisión de información (vertical, horizontal o en espiral), parece que todo el mundo se afana en exponer las mil y una técnicas de variabilidad genética (y las que quedarán por descubrir) sin preguntarnos la "Gretchenfrage" de Darwin, que podríamos reformular de mil maneras distintas como: ¿por qué todos los animales que vuelan tienen alas? ¿por qué casi todos los animales que nadan tienen aletas (o forma flagelar plana)? ¿por qué los cazadores tienen ojos fronto-paralelos y los cazados de gran angular? Es decir, ¿no habrá "algo" en el aire que "selecciona" la alas? ¿y en el agua para las aletas? Etc. etc. Es decir, de todas las formas posibles que se generan por los miles de mecanismos de variabilidad (las mutaciones son una más), terminan "filtrándose" ciertas estructuras y no otras. Si ante la pregunta de por qué no hay perros marinos al alguien se le ocurre una respuesta mejor que porque un perro en el agua no dura mucho (supervivencia, adaptación) y no puede reproducirse, realmente me gustaría conocerla. Quizás la obviedad me ciega. Más allá de si actúa sobre genes, individuos, grupos o lo que sea, la pregunta clave es: ¿qué es lo que actúa? ¿con qué reglas? Ésa es la respuesta genial de Darwin (Wallace y Lamark), que como un saco sin fondo acepta en su interior cualquier descubrimiento sobre variabilidad genética, cooperación o lo que sea sin apenas inmutarse, y cuyo único enemigo, a mi entender, es el decadente creacionismo (que al menos presenta un criterio de diseño: el de las santas gónadas de Dios). En cuanto al asunto de las teorías epistemológicas y su relación con el contexto social, insisto, no podemos confundir causa y consecuencia. Los contextos sociales ofrecen las herramientas para permitir (o impedir, pensemos en la inquisición como ejemplo extremo) crear hipótesis. Una época dará hipótesis muy imprecisas en ciertos ámbitos (Ptolomeo, Descartes...) y precisas en otros (Aristarco, Tales o Demócrito, por poner ejemplos portentosos para su época). Poner en duda la capacidad explicativa de una hipótesis en base a sus condiciones de creación no tiene sentido. Tendrá que vérselas con los hechos que pretende explicar. A eso me refería con lo de lo absurdo de evaluarlas con colores. La postura personal ante el conocimiento no aceptando nuevas hipótesis es siempre conservadora y, por consiguiente, anti-científica. El ego, como decís, ayuda mucho a esto (y a Dawkins no le falta precisamente). Otro punto importante es sobre la caducidad de las teorías científicas y la revisión permanente de la TSE. En cuanto a lo primero, en general se puede evaluar aproximadamente el grado de conocimiento que poseemos "como especie" ;). La forma es: qué porcentaje de sucesos medibles son predecibles. Un ejemplo: la mecánica cuántica no ha fallado un experimento en 80 años (y es la teoría más puesta a prueba experimentalmente de la Historia). Eso nos debe hacer pensar (porque cualquier otro pensamiento sería injustificado siguiendo a Ockham) que está muy cerca de "la verdad"; y por "verdad" me refiero a la acepción tarskiana: adecuación a la realidad. En mi humilde opinión, la TSE tiene bastantes elementos muy cercanos a esa verdad, lo que me llevaría a apostar que no habrá grandes cambios, giros copernicanos, seguramente nunca más, como tampoco creo que los haya en la física relativista. Acaso complementos. Por poner un contraejemplo, la psicología sigue sin poder predecir, a nivel individual (a nivel estadístico le va un poco mejor, de eso viven lxs publicistas!!), prácticamente nada, ergo veremos grandes cambios... En cuanto a otras cuestiones menores, decir que el que Wallace se hiciera creacionista (cosa que desconocía), es una muestra más de la posible desconexión entre posturas éticas, personales y científicas. Esa disociación cognitiva que diría la psicología en voga es sana en este asunto. Recuerdo que Newton se pasó los últimos años de su vida haciendo numerología con la Biblia, pero nos levantará una ceja que alguien use eso contra sus leyes mecánicas. Por otro lado, completamente de acuerdo con las críticas al "laborismo" británico, y no sé si el que Dawkins no sea trotsko o zapatista tiene algo que ver con su teoría, así como la de las neuronas no creo que hiciera a Ramón y Cajal  un ferviente religioso.
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    Arandano
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    03/01/2014 - 9:48am
    Ciertamente la discusión ha llegado a un nivel interesante. El artículo original de Álvaro, el de Kropotkin, me suscitó dudas no sobre el mismo artículo sino sobre mis propias ideas. Y yo que pensaba hace años que la batalla la había ganado Gould... Lo de Arandano (<em>V. myrtillus</em>) lo podemos dejar en Rafa, que suena menos vegetal. El mismo conformismo de la sociedad es el que vemos en la ciencia, compuesta por un 80% o más de profesorado universitario mediocre y alumnado crédulo hasta la médula. Uno es reflejo del otro, y el déficit brutal de conocimientos amplios que impera no es casual. La universidad está devastada&nbsp; por el mainstream. Hazle dudar de su fe a un dinosaurio que cree que es científico. Es más fácil diseñar el móvil perpetuo y la planta de fusión de bolsillo juntos que mover la fe. Saludos.
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    Álvaro G. Molinero
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    28/12/2013 - 1:00am
    <p style="text-align: justify;">Es una maravilla que elevemos tanto la altura del debate y que se puedan escribir artículos contraponiendo posturas, rebatiendo argumentos y expresando ideas de una forma que ya no se puede hacer en los medios de difusión de ideas. Me encantaría que &ldquo;Arandano&rdquo; pudiera publicar sus ideas, al igual que lo ha hecho Pablo Revuelta, y que se recibieran más artículos porque, a diferencia de lo que muchos estudiantes de biología y muchos catedráticos piensan, este debate no está en absoluto resuelto.</p> En primer lugar me gustaría indicar que la parte de la comunidad científica que piensa que el debate está cerrado, lo piensa, no porque sus argumentos hayan vencido o convencido, sino porque los dos principales valedores de posturas alternativas, desgraciadamente, han fallecido. Ha sido una &ldquo;victoria&rdquo; por desaparición de referentes. Una de las personas que más fervientemente ha defendido que este debate está más que cerrado es el profesor de la Universitat de València, Enrique Font (especialista en herpetología, etología y adorador de Richard Dawkins) y lo afirma categóricamente sin aportar ningún tipo de dato empírico. &iquest;Cuánto artículos se publican anualmente glosando y debatiendo críticas al neodarwinismo? Paradójicamente, pese a que las principales figuras de la heterodoxia evolucionista hayan desaparecido y el número de publicaciones respecto al debate de la estructura de le teoría evolutiva no han hecho más que aumentar, aquellos &ldquo;devotos&rdquo; de la ortodoxia neoliberal (entre ellos Dawkins) niegan el debate. De hecho, este mismo año, ha aparecido un estudio realizado sobre la Codorníz japónica o &ldquo;<em>Coturnix japonica&rdquo; </em>donde se apunta la existencia de diversos niveles de selección: selección a nivel de individuo y selección por parentesco a nivel de grupo (William. M. Muir y colaboradores, 2013). El hecho de que los mejores &ldquo;comandantes&rdquo; de uno de los frentes hayan caído, no debe hacer pensar al otro bando que la batalla está ganada. Otro que se ha sumado al debate es el &ldquo;creador&rdquo; de la sociobiología: una especie de fusión entre determinismo biológico, genético y liberalismo. Edward O. Wilson ha escrito &ldquo;la conquista social de la tierra&rdquo; (2012) donde cambia radicalmente las tesis que defendía en &ldquo;Sociobiología&rdquo; sobre la naturaleza humana y el origen evolutivo de nuestras sociedades. &iquest;Qué ocurre cuando intentamos simplificar los procesos que ocurren a nivel de especie, grupo o individuo representando todos esos sucesos en el código genético? Ocurre que caemos en una de las peores falacias: el reduccionismo. No me entretendré demasiado en ello porque Stephen Jay Gould explica sobradamente cómo el neodarwinismo, Wilson, Williams, Fisher, Maynard Smith o Dawkins aceptan que lo que ocurre por encima del gen/individuo es equivalente al propio gen/individuo. Una muestra de ello es la metáfora que usa Dawkins sobre la piragua: cada uno de los remeros contribuye a la velocidad de la piragua. Aquella piragua con los mejores remeros será la que realizará los mejores tiempos. En este caso, los remeros son los genes, y las piraguas los individuos. Una persona poco perspicaz y con poca imaginación daría por buena la metáfora, pero alguien con conciencia crítica diría. Muy bien, pero &iquest;qué ocurría si hacemos un campeonato donde existieran varios equipos (grupos), con varias piraguas (individuos) y con remeros diferentes (genes) que tuviesen que convivir durante un mes en un hotel (ambiente)? Y hagamos la metáfora más realista. Recordemos, lo genes interactúan con el ambiente mediante los individuos. Los diferentes piragüistas interactúan por grupos con otros piragüistas. No se mezclan &iquest;Continuaríamos manteniendo la predicción de que aquellas piraguas con mejores remeros serían las ganadoras, o aceptaríamos que la interacción con otros grupos, la alimentación, la compenetración, etc. juegan un papel que no contempla Dawkins?, &iquest;Y qué ocurriría si la competición se gana por equipos y no por piraguas?, &iquest;Los mejores equipos serían aquellos que contaran con mejores piraguas con, a su vez, mejores remeros, o la cosa se complica? En palabras de Stephen Jay Gould &ldquo;<em>las jerarquías </em>[distintos niveles como las especies, los grupos&nbsp; o el individuo]<em> son alométricas </em>[&hellip;]<em> y cada nivel traduce un mismo conjunto de causas en resultados llamativamente distintos. </em>[&hellip;]<em> El cambio a un nivel más bajo puede o no puede tener un efecto a niveles superiores</em>&rdquo;. Y después de esto, voy a realizar algunas puntilladas sobre el artículo de Pablo Revuelta que, exceptuando estas, insisto, puntillas, es un artículo que complementa y amplía el debate que se ha mantenido aquí: Pese a que Wallace fue un gran crítico del sistema económico del momento, definiéndose el mismo como socialista, cuando había que aplicar las consecuencias lógicas del Darwinismo a la especie humana, reculó. De hecho, como Gould afirma (es una maravilla montar sobre hombros de este gigante), se hizo creacionista en cuanto al surgimiento de la mente humana por evolución. No aceptaba que la razón humana hubiese evolucionado mediante esa lucha; mediante ese cambio gradual. Algo dividno había dentro de nuestras cabezas. Y en cuanto al &ldquo;laborismo&rdquo; de Dawkins; en fin, que decir. Todos sabemos lo que ocurrió en los setenta con la socialdemocracia europea: abrazaron la tercera vía que no era más que socialiberalismo, muy en la línea de la frase de Dawkins: &ldquo;<em>vamos a intentar enseñar la generosidad y el altruismo, porque todos nacemos egoístas</em>&rdquo;. Parece que en su cabeza retumbase: hagamos el capitalismo más humano porque éste es nuestro sistema por naturaleza. Otra cuestión que me gustaría debatir es la siguiente: hay un momento en el texto de Pablo Revuelta que escribe &ldquo;<em>Evaluar una teoría epistemológica (o peor aún, un hecho biológico) mediante criterios políticos (de aplicación exclusivamente a lo ético) tiene el mismo sentido que intentar catalogarlas con colores o temperaturas</em>&rdquo;. En mi opinión esta es una forma muy refinada de decir que ciencia y política están separadas. Y voy a explicar en qué discrepo exactamente. Si sustituimos &ldquo;<em>teoría epistemológica (o peor aún, un hecho biológico</em>)&rdquo; por &ldquo;<em>un hecho</em>&rdquo;, estaría totalmente de acuerdo con tu afirmación, pero lamentablemente he de discrepar. Cuando la ciencia elabora una teoría esta no es ajena a la sociedad en la que crece. En este sentido la teoría neodarwinista sería calificada con el color azul de los conservadores y la teoría de Darwin, en un principio también pero, con el paso de los años, fue incorporando él mismo en su obra pinceladas de otros colores más rojos. Eso sí, ya había desatado la ola conservadora azul, que resultó ser imparable. En cambio cuando hablamos del proceso de evolución, sin mencionar los mecanismos que intervienen, estamos hablando de un hecho biológico &mdash;un hecho simplemente&mdash; y de ese sí que no caben colores, temperaturas o ideologías. De forma paralela, cuando un determinado especialista da a la mutación genética un papel totalitario en la evolución, está expresando los retazos de una determinada ideología que a impregnado la biología en los últimos 80 años. Está siendo azul. Está siendo frío. Esta siendo un científico conservador que se resiste a aceptar nuevas evidencias, nuevos hechos, nuevos campos. &iquest;Cómo es posible que los primeros fósiles de ballenas aparecieran hace 50 millones de años y la genética sitúe el antepasado común mamaliano hace 60 millones de años. Como es posible que en 10 millones de años se pasase de un pequeño ungulado a una ballena y, después, ésta permaneciese estable morfológicamente durante 50 millones de años?, &iquest;mediante acumulaciones graduales de mutaciones?, &iquest;mediante la acción egoísta no cooperativa de genes? Permítanme que lo dude. Como siempre, la respuesta la hallaremos en Gould y en su camarada Eldredge. &nbsp; Me gustaría terminar este &ldquo;peñazo&rdquo; con una frase muy interesante que ha puesto sobre la mesa &ldquo;Arandano&rdquo;: &ldquo;<em>el discurso del libro recuerda bastante a otras discusiones pasadas. En concreto a la infraestructura o la superestructura de Marx como determinante de una sociedad. Los marxistas ortodoxos (mayoritarios) se decantaron por la infraestructura. Dawkins por el gen. Y quizá hoy día nos parece una discusión obsoleta. Así veo a Dawkins, como baluarte de una discusión filosófica disfrazada de objetivismo científico</em>&rdquo;. Son muy interesantes este tipo de analogías porque nos muestras una lección muy valiosa: el pensamiento lo elaboran seres humanos y, al final, las diferentes disciplinas suelen tener una especie de &ldquo;deslunados&rdquo; al cual todas las ventanas acaban dando. El hecho de que los marxistas ortodoxos se decantaran por la infraestructura fue un acto de reduccionismo; exactamente el mismo acto que cometió Dawkins. Una apuesta por la existencia de selección a múltiples niveles, como han defendido Lynn Margulis, Stephen J. Gould, Elisabet Vrba, Niles Eldredge, Elliot Sober, etc., es una apuesta holística, una apuesta por integrar la superestructura y la infraestructura para realizar mejores análisis de la realiza.
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    haugustodiaz
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    27/12/2013 - 4:06am
    Nuestras interpretaciones sobre bases científicas son la foto de nuestro nivel de conciencia. Popper lo decía,&nbsp; las&nbsp;teorías son susceptibles de ser modificadas o cambiadas. La naturaleza nos enseña que así como puede suceder la competencia o la cooperación para que se de la evolución, también sucede el accidente como hecho improbable no previsible, como sucedió con las consecuencias de la &quot;desaparición&quot; de los dinosaurios. La vida es el gen que tiene abierta sus posibilidades.
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    Arandano
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    26/12/2013 - 5:55pm
    He olvidado mencionar la tesis fundamental del gen egoísta: la selección natural actúa sobre los genes, no sobre entidades mayores como los individuos o grupos de individuos, y por tanto estos genes va a hacer lo mejor que puedan para perpetuarse.&nbsp; Sin entrar en polémicas sobre si es una teoría, una hipótesis de trabajo o una especulación a la hora del café, el discurso del libro recuerda bastante a otras discusiones pasadas. En concreto a la infraestructura o la superestructura de Marx como determinante de una sociedad. Los marxistas ortodoxos (mayoritarios) se decantaron por la infraestructura. Dawkins por el gen.Y quizá hoy día nos parece una discusión obsoleta. Así veo a Dawkins, como baluarte de una discusión filosófica disfrazada de objetivismo científico. Y de nuevo recuerdo que esta es la ciencia: si no hay una teoría mejor, me quedo con el gen egoísta. Pero podemos trazar unos antecedentes epistemológicos, y sin duda estos antecedentes nos obligan a ser cautos con un determinismo absoluto de los genes. Me habría gustado ver un debate en vivo entre SJ Gould y Dawkins (vaya par de egos). Sería memorable. Sobre todo porque yo apoyaría sin reservas a Gould. Al fin y al cabo lo que deambula por el mundo son los bichos, no los genes. Si los genes fueran las tarjetas de crédito, y sus portadores las personas, Dawkins diría que él solo ve tarjetas de crédito fluctuando en dígitos. Gould sonreiría y con pasión describiría a personas de carne y hueso gastando dinero. Saludos
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    Arandano
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    26/12/2013 - 2:32pm
    En parte escribo por la referencia al artículo de Álvaro González, con el que he estado debatiendo, y que a mi parecer contiene una crítica (no puramente científica en sentido estricto) muy válida, porque es una crítica que no está aún cerrada en la teoría de la evolución en su versión sintética. Parto del rigor científico, quizá más teórico que real. La visión de la ciencia omnímoda podrá deslumbrar a los menos familiarizados con ella, pero la ciencia dista mucho de ser el paraíso de la objetividad. El egoísmo de Dawkins es una metáfora, y el lo referencia a los genes: el gen egoísta, pero no es un debate zanjado. La propia teoría sintética se está revisando año a año, y fenómenos como la epigenética (&iquest;qué repercusiones tiene que existan elementos actuando sobre los genes pero que no dependa directamente de la secuencia genética?) apenas se nombraban hace veinte años, porque se desconocían. La lectura del gen egoísta o del relojero ciego me deslumbraron en su momento, pero los años pasan y esa verdad absoluta sigue siendo tremendamente esquiva. El caso de la genética de poblaciones me encandilaba con su profusión de métodos matemáticos para explicar la evolución, pero fórmulas matemáticas impecables no conducen irremediablemente a la certeza. La teoría de la evolución es válida, por tanto, pero no está cerrada en sus detalles, la ciencia es un método de conocimiento sin estación de término. Si encontrásemos un solo dato contrastable sobre la falta de validez de la evolución tendríamos que desecharla y buscar algo mejor. Como de momento eso no ha ocurrido, la aceptamos. Sus evidencias son ingentes. Otra cosa es cómo metemos a Dawkins en todo este asunto. Durante la elaboración del proyecto del genoma humano se tenían unas esperanzas enormes de encontrar muchas explicaciones. La decepción ha sido casi absoluta. Ya tenemos todos los genes bien guardados en forma de bits, pero la dificultad de su estudio es tremenda. Es muy parecido a buscar la configuración espacial de una molécula atendiendo únicamente a las propiedades de los átomos que la componen. Cuando la molécula es muy grande no hay superordenador capaz de tratar con esa bestia. También tenemos el caso de rasgos que la selección natural o no toca o le es indiferente. Utilizar la aptitud biológica para explicarlo todo es otro error, una concepción del perfeccionamiento progresivo de los seres (genes diría Dawkins). Así no actúa la evolución, no está perfeccionando nada, si algo funciona no se toca. Pongo un ejemplo: el visón europeo no es el bicho que mejor está adaptado a su nicho, llega el americano y se lo come con patatas. No existe esa excelencia genética por tanto. Somos una mezcla histórica de genes, y algunos codifican chapuzas, que mientras vayan tirando nos sirven. El egoísmo de Dawkins, si lo siguieramos hasta sus últimas consecuencias nos conduce a los superseres. Yo de esos no veo por el mundo. Tampoco creo que Dawkins pretenda decir eso. Por esta razón juzgo su &quot;egoísmo&quot; como metáfora o paradigma. Dawkins y su reduccionismo absoluto me cansa un poco. Cuando alguien, y más un científico, ofrece explicaciones tan tajantes y totalmente absolutas de un hecho, a mi me entra la sospecha. Al margen del debate científico hago mención al ego desmesurado de Dawkins, algo común en muchísimos científicos de toda índole. Eso no desvirtúa para nada las conclusiones a las que lleguen, pero nos tiene que hacer reflexionar. El momento presente no es la culminación de ningún proceso histórico, y las teorías científicas actuales me gustaría verlas dentro de cientos de años para descubrir cómo han resistido el paso del tiempo. De esta manera nos tenemos que ver. Newton y Hegel se creían el summum del pensamiento humano. Tontos no eran, desde luego, pero que cada uno saque conclusiones de lo que he dicho. Saludos
  • Richard Dawkins en un seminario sobre Darwin. / Yakuzaru
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