El editor de ‘El Triangle’ evita la conciliación con parte de la plantilla, que denuncia impagos.
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Un año antes, la Sala Foyer del Teatre del Liceu estaba llena de periodistas e ilustradores, de distintas gentes de la sociedad civil progresista de Catalunya y también de políticos de partidos de izquierda. Todos ellos, amigos o conocidos de Jaume Reixach, editor de El Triangle, veterano periodista, aplaudían aquel enero de 2011 el número mil de una revista que, desde hacía 20 años, parecía imbatible en su lucha contra la corrupción y los tejemanejes de la derecha pepera o convergente.
En enero de 2012 afloraban los problemas en la publicación que culminarían en un grave conflicto entre el editor y su plantilla. Sustentada en buena medida en la publicidad que ayuntamientos y diputaciones contrataban en sus páginas, El Triangle empezó en 2012 a sufrir también la crisis que afectaba a las finanzas públicas. Y llegaron los recortes a la revista sin reajustes de plantilla ni despidos; por el momento los trabajadores sufrieron las escaseces de una forma mucho más improvisada: durante los primeros meses del año dejaron de cobrar parte del salario, aunque les ingresaban cantidades de forma totalmente aleatoria. El resultado de esta desorientación fue que ocho meses después, en agosto, a toda la plantilla se le debía de media cuatro meses de salario completo. Muchos colaboradores –la mayoría de los ilustradores, por ejemplo– estaban en una situación similar.
Refuerzo al proyecto
Con un malestar creciente y la sensación por parte de los trabajadores de que El Triangle va a la deriva, aparece a principios de 2013 un personaje presentado por Reixach como un “refuerzo al proyecto”. Es María Ángeles Gervilla, una inversora totalmente ajena al mundo de los medios de comunicación que entra en contacto con el editor a partir de un caso de corrupción en Girona que estaba siendo investigado por la revista y en el que la empresaria se había visto afectada como estafada, según cuenta Reixach. Sin conocerse el acuerdo al que llegaron inversora y editor, Gervilla llega a la redacción dispuesta a hacer cambios de calado en la revista e incluso a intervenir, cuando ella considere conveniente, en los contenidos que no fueran de su agrado. A cambio, se compromete a volver a pagar la totalidad de las mensualidades, es decir a la normalidad anterior a 2012, y a devolver gradualmente las deudas contraídas durante ese año.
En marzo, ni siquiera se cobran las nóminas y los ingresos que se reciben son en negro. Llevan meses sin presentarse siquiera las cotizaciones a la Seguridad Social. Ante esta situación, en la que en total la empresa le debe a cada empleado ocho meses de salario y en la que el escamoteo a la hora de pagar ha ido enturbiando el ambiente de la redacción, un grupo de trabajadores plantean a Reixach la necesidad de que presente un ERE, que resuelva el problema de una vez por todas.
El editor, el veterano periodista, contesta que él no es Jaume Roures (en referencia al editor de Público) y en El Triangle no se hacen ERE. Reixach les firma una carta en la que, según uno de los trabajadores, “ni se paga liquidación ni se paga nada”, una carta en la que no se detalla apenas nada, por lo que se trata de un despido del todo improcedente. Tampoco se reconoce la deuda acumulada.
A finales de junio, los trabajadores que dejaron la revista presentan una denuncia con el objetivo de cobrar todo lo adeudado. Reixach, para el que todo lo que tenía que hablarse se habló en el momento de firmar la carta, no se ha presentado aún a ninguno de los actos de conciliación. Sin embargo, sigue afirmando en declaraciones a DIAGONAL que “no tiene ninguna intención de no pagar”, que está “predispuesto a hablar y a negociar”. Sigue diciendo que él es sobre todo periodista y que lo suyo es una empresa a escala humana.
A día de hoy en El Triangle apenas quedan tres redactores que trabajan mano a mano con Reixach en la confección de cada número, bajo la batuta indiscutible de María Ángeles Gervilla, la persona que, según los trabajadores despedidos, decide qué rumbo toma el medio que un día fue referente de la investigación periodística en Catalunya.
Un semanario que ha sido el azote de CiU
Antes de los conflictos laborales sufridos en su interior, el semanario El Triangle destacaba en Catalunya por su incansable vigilancia de Convergència i Unió. Estos son algunos de los casos investigados por el semanario.
El Caso Cullell. En el año 1994 explotó uno de los primeros grandes escándalos del pujolismo, que afectaba al Consejero de Obras Públicas de la Generalitat. Josep Maria Cullell aconsejó a un alcalde que recalificara unos terrenos propiedad de un cuñado suyo. Hubo unas grabaciones de las conversaciones telefónicas que El Triangle publicó para dejar en evidencia la trama. Finalmente el consejero tuvo que dimitir.
El traslado del casino. El Triangle fue la única publicación que se hizo eco de la trama que había detrás del traslado del Casino de Barcelona, desde su ubicación inicial en el municipio de Sant Pere de Ribes, cerca de Sitges, hasta la Ciudad Condal. Se instaló en las galerías comerciales de la planta baja del Hotel Arts. La operación estuvo plagada de irregularidades administrativas que sólo se publicaron en El Triangle.
La familia Pujol. El ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol tiene siete hijos y bajo el cobijo del padre –y muy especialmente de la madre, Marta Ferrusola– han hecho toda clase de negocios, desde los más comunes a los que requerían el apoyo y la cobertura de la administración presidida por Jordi Pujol. El Triangle se dedicó –habitualmente en solitario por dejación del resto de medios– a hablar de estas actividades, que en la mayoría de las ocasiones sólo han llegado a los tribunales cuando se han mezclado con la política, como el caso de Oriol Pujol, que siendo dirigente de CiU medió en la concesión de las ITV a favor de una de dichas empresas.
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