Satélites: aventuras espaciales planeadas de manera comunitaria
2023: una odisea autogestionada en el espacio

Frente al aumento del control en internet y la saturación de las órbitas satelitales, varios proyectos tratan de crear alternativas independientes de gobiernos y estados.

23/09/13 · 8:18
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“Tú no vas a ninguna parte. Limítate a sentarte y a observar cómo nosotros viajamos hacia las estrellas”. Así se puede resumir el espíritu de los programas espaciales gubernamentales según lo veía la Asociación de Astronautas Autónomos, una red comunitaria internacional que a mediados de los 90 propuso una red de naves comunitarias que sirviera para explorar el espacio de manera independiente.

En aquel momento sonaba a ciencia ficción, pero en las dos décadas que han transcurrido desde que publicaron sus manifiestos, frente a la empresa espacial de los complejos militares e industriales, ha surgido una retahíla de iniciativas que abogan por la exploración del espacio “desde abajo” y que, en los últimos tiempos, muestran indicios de que podrían llegar a materializarse .

Una cuestión de Estado

Los primeros experimentos de utilización del espacio para la propagación de radiocomunicaciones fueron desarrollados en los años 50 por el ejército americano en un contexto marcado por la guerra fría y la carrera espacial, como bien reflejaban revistas pulp de la época cuyas historias estaban pobladas de alienígenas con peligrosas tendencias comunistas.

En 1957, la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, el Sputnik, lo que desató una psicosis colectiva en EE UU, que sólo en 1962 consiguió poner en órbita el Telstar I, primer enlace televisivo internacional para que la cultura americana siguiera ampliando su radio de difusión. El primer hito de los satélites underground se le adelantó: OSCAR (Orbiting Satellite Carrying Amateur Radio) replicaba las emisiones de un colectivo de radioaficionados desde 1961.

La importancia de los satélites que giran alrededor de la Tierra en materia de soberanía nacional sigue estando patente en decisiones como la del gobierno venezolano de Hugo Chávez de lanzar el satélite Simón Bolívar en 2008, clave para la inclusión de las regiones mas aisladas del país en su acceso a internet, telefonía móvil, televisión y a aplicaciones en relación a educación y salud a distancia. El Simón Bolívar está situado en una órbita geoestacionaria –en el plano del Ecuador– que pertenece a Uruguay, que a cambio puede usar hasta el 10% de su capacidad comunicacional.

Estas franjas orbitales, de cuya asignación a países se encarga un organismo dependiente de Naciones Unidas llamado Unión Internacional de Telecomu­nicaciones, están cada vez más colapsadas debido al aumento de la producción de contenidos audiovisuales y del tráfico en internet. Los intentos de regulación y control también contribuyen a reactivar la conciencia sobre la importancia estratégica de los satélites y varios colectivos los están considerando como alternativa para asegurar que la comunicación siga fluyendo en caso de que gobiernos y empresas intenten cerrar el grifo de internet.

Experiencias independientes

Durante el campamento de verano 2011 del Chaos Computer Club, una organización de hackers alemanes de referencia en todo el mundo, se hizo un llamamiento a la comunidad que ha derivado en el Hackerspace Global Grid (HGG). Este proyecto utiliza computación distribuida (un gran número de ordenadores cuya potencia de procesamiento se multiplica en red) y la orienta hacia la creación de conocimiento libre acerca de cómo desarrollar dispositivos electrónicos que se mantengan en el espacio. Desde el Chaos Computer Club se ha llamado a la comunidad de hackers a trabajar en satélites

Muchos medios de comunicación se han hecho eco del HGG como un plan para lanzar un satélite, pero sus responsables aclaran que por ahora no tienen ese objetivo porque reconocen que falta mucho trabajo antes de poder plantearlo de manera realista.

Por otro lado, desde 2008, los daneses Kristian von Bengtson y Peter Madsen desarrollan el proyecto Copenhagen Suborbitals, que sí busca construir y lanzar cohetes al margen de gobiernos y empresas multinacionales, sin ánimo de lucro gracias a la colaboración de ingenieros aeroespaciales que donan su tiempo libre. Una idea más singular es la de Mars One, organización holandesa que pretende colonizar Marte a partir de 2023 con los beneficios que obtenga de un programa televisivo sobre la preparación y el viaje de los colonos.OSSI-1 ya está en el espacio, sus instrucciones de montaje pueden consultarse y mejorarse libremente

En el espacio está ya el OSSI-1 (iniciativa de satélite de código abierto -1, por sus siglas en inglés), un dispositivo amateur que fue lanzado a órbita el pasado 19 de abril. Se trata de uno de los seis pequeños satélites que acompañaban al Bion-M No.1, dependiente de la Academia de Ciencias de Rusia, pero ha sido diseñado por el artista y radioaficionado coreano Hojun Song utilizando tecnología arduino (hardware libre). A pesar de la expectación creada, el aparato casero no ha llegado a ser capaz de comunicarse con la Tierra. Las instrucciones de montaje están en la web opensat.cc a disposición de quien desee consultarlas y mejorarlas.

El pasado 28 de agosto, los trabajadores de la televisión pública griega ERT, desmantelada debido a las políticas de austeridad impuestas por la troika, pidieron apoyo internacional para seguir emitiendo su programación a través de la cesión de banda satelital. Otro aliciente para que personas aficionadas a las tecnologías y defensoras de la cultura libre sigan buscando fórmulas para hacerse con un hueco entre asteroides y planetas.

Okupando satélites

LAS ‘BOLINHAS’. Mientras la comunidad hacker de Europa y EE UU se prepara para lanzar sus propios satélites, desde Brasil se piensa en otro enfoque: okupar los dispositivos espaciales que ya circulan en órbita y cuyo potencial esté desaprovechado. Numerosos satélites militares en desuso, conocidos popularmente en este país como ‘bolinhas’, están siendo utilizados por camioneros, comerciantes, profesores y traficantes para comunicarse por radio de manera barata.

El uso de esta banda es ilegal y las autoridades norteamericanas a las que pertenecen estos satélites se dedican a geolocalizar a los ‘okupas’ mediante la triangulación de las señales de emisión. Con colaboración de las autoridades brasileñas, en marzo 2009, 39 sospechosos fueron acusados de usar ilegalmente estas infraestructuras militares, se les confiscó su material tecnológico y tuvieron que pagar fuertes multas. A pesar de ello, numerosos radioaficionados siguen abogando por la desobediencia civil y llevando a cabo estas prácticas.

PROYECTO COLECTIVO. Así surge el MSST, el Movimiento de los Sin Satélite, una comunidad de hackers que, replicando el Movimiento de los Sin Tierra, investiga cómo reapropiarse de estos excedentes militares.
‘PIRATEO’ GLOBAL. El abordaje ‘pirata’ de bandas satelitales también es practicado con relativa frecuencia por activistas, radioaficionados y traficantes en países como China o Rusia.
 
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