Mi propósito para este año 2011 es no seguir dando dinero a las multinacionales de la ropa, apoyar los pequeños comercios, comprar marcas blancas y reducir el consumo.
Me gustaría haber escrito la expresión “no dar ni un duro”, pero he de reconocer, que debido a mi salario precario, la crisis y la posibilidad de quedarme en paro un día de estos y cobrar menos aún con los recortes sociales, creo que no me queda más remedio que seguir comprando las marcas blancas de las grandes cadenas de supermercados para comer hasta el último día de mes.
Mi propósito para este año 2011 es no seguir dando dinero a las multinacionales de la ropa, apoyar los pequeños comercios, comprar marcas blancas y reducir el consumo.
Me gustaría haber escrito la expresión “no dar ni un duro”, pero he de reconocer, que debido a mi salario precario, la crisis y la posibilidad de quedarme en paro un día de estos y cobrar menos aún con los recortes sociales, creo que no me queda más remedio que seguir comprando las marcas blancas de las grandes cadenas de supermercados para comer hasta el último día de mes.
Para este año 2011 quiero que mis dos duros vayan a parar a mis vecinos. Estoy harta de comprar ropa requetemala en las grandes cadenas de ropa barata, como H&M o Lefties, y cara como Massimo Dutti o Miss Sixty y todas las de en medio, la ropa no dura bien ni un mes. Se acabó.
stas grandes cadenas han arruinado a aquellos vecinos que tenían una tienda de ropa y alimentaban a una familia. No eran mucho más caros que lo que pueda ser hoy Zara y sin embargo, tu madre te compraba allí un abrigo y te duraba toda la adolescencia y la de la pobre de tu hermana pequeña, que siempre heredaba las prendas en perfectas condiciones. ¿De qué hubieran vivido hoy mis amigos del colegio cuyo padre mantenía a la familia con una tienda de ultramarinos, una de ropa, una zapatería, pastelería, tienda de muebles, mercería, carnicería….
Si ahora todo se compra en Carrefour, envuelto en una docena de capas de plástico (puro veneno para el planeta), de peor calidad, igual de caro y con una pegatina (papel, plástico y pegamento irreciclable = veneno al cuadrado) que reza “Gran Oferta”. Todas estas tiendas ¡¡Han cerrado!! Y total, ¿de qué nos ha servido esta globalización que tan entusiastas hemos asimilado? ¿De verdad que ahora nos sale más barata la compra, la ropa o los muebles?
Si echamos mano de la calculadora, nos sale inmensamente más caro comprar en IKEA, Decatlón o Dia. Antes comprabas la leche al lechero, el lechero mantenía a su mujer, que iba a la peluquera de su calle y a sus hijos, que jugaban con juguetes fabricados en Alicante. Antes comprabas los muebles a la tienda del barrio, cuyo propietario era tu vecino y le decía a tu madre que si querías ganarte un dinerito, podías cuidar a sus hijos alguna tarde a la semana, en lo que su mujer bajaba a la fábrica a echar una mano a los 10 empleados que tenía. Y esos muebles todavía están en tu casa y lo que les queda.
Los de IKEA pueden quedarse en tu casa hasta que tus nietos lean la prensa, pero no porque sean irrompibles, sino porque nunca vas a poder ahorrar para renovar los muebles de tu casa, ¡¡pringao!!. Y ¿qué has hecho con ese dinero de diferencia entre el precio de los muebles buenos que se compraban antes y los muebles tirados de precio que se compran hoy? Ah ¿Qué no tienes dinero? Incomprensible.
Será que antes, teniendo una tienda, los beneficios eran suficientes para vivir, y si te esforzabas, ahorrar. Ahora nadie puede aumentar sus ingresos trabajando más, porque todos somos empleados de grandes cadenas que venden más barato. Nuestros empleos tienen por regla y ley dos cosas: sueldos de mierda y sobre-explotación. Es decir, por mucho que quieras, es imposible que se pueda trabajar más de lo que trabajas y que tu jefe -los grandes directivos de la gran cadena- no lo haya descubierto ya. El directivo cobra más de lo que antes cobraban los 10 trabajadores de la fábrica, por haber descubierto la forma en que tú puedas trabajar el máximo por el mínimo dinero.
Todo legal. Así, con tu mínimo dinero y sin posibilidad de aumentarlo, no puedes ni llegar a fin de mes con dignidad.
Esa diferencia de dinero tuyo y de otros cientos de millones de pringados fanáticos de la globalización, está en un paraíso fiscal. Es de ricos riquísimos, que poseen grandes cadenas. Algunos salen en las revistas del corazón, otros no. Pero todos están encantados con la crisis, creada por su forma de hacer las cosas, porque les ha dado la oportunidad de apretar más las tuercas a los trabajadores y lograr que trabajen más aún, por menos aún, incluso quitarse alguno de en medio.
Desde que empezó la crisis, los ricos son todavía más ricos. Y aquí estamos nosotros, disfrutando enloquecidamente de la vorágine de gasto navideño y "rebajeño". Dándoles nuestros dos duros, ¡que no nos sobran!, los tenemos a crédito de su parte, para que se lleven más aún.
Y mientras, los pocos vecinos valientes que se han mantenido con su negocio, dormitando en el mostrador, porque cuando brota el furor gastador, nadie va a su tienda, están todos en los centros comerciales, haciendo que a los empleados se les pongan las varices como boas, por el trabajo extra y encima no remunerado.
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