La teoría de la conspiración divide a la derecha mediática
La teoría de la conspiración ha creado una brecha en
la derecha mediática. De un lado, ‘El Mundo’ y la
COPE. Ambos han dado pie a una serie de hipótesis
según las cuales el 11-M sería un golpe de Estado con
la única intención de expulsar al PP del poder, y donde
no sería descartable la participación de ETA o, incluso,
de las fuerzas de seguridad. Del otro lado, el
grupo Vocento, con ‘ABC’ y Punto Radio. Éstos denuncian
a los primeros de competencia desleal y de inventarse
noticias. Ha habido insultos, golpes bajos y denuncias.
De fondo, no obstante, sobresale un único interés:
hacerse con la mayor cuota de mercado posible.
“Si ustedes quieren dejar de suscribirse
al ABC hoy es el día; tiene un
número el ABC para darse de baja,
es el 901 334 554...”. Ésta y otras frases
similares costaron recientemente
una condena judicial a la COPE. A
principios de julio, el juez daba la razón
a ABC en su demanda por “competencia
desleal” contra la emisora.
La lista de ataques lanzados estos
meses desde la cadena de la Conferencia
Episcopal contra el periódico
del grupo Vocento fue recogida por
el auto judicial. Llenan hasta una página.
Desde el insulto directo: “falsarios,
basura, zote, sin influencia, periódico
inane...”, hasta acusaciones
tan chocantes como que “está financiando
la tregua de ETA”.
Por su parte, el diario que dirige
José Antonio Zarzalejos tampoco ha
mantenido la boca cerrada. El 12 de
marzo, bajo el título de ‘Los obispos
tienen un problema’, ABC lanzaba
su editorial enumerando algunos de
los episodios más vergonzosos de la
COPE, como la llamada a Evo Morales
suplantando a Zapatero o la infiltración
de encuestadores pagados
para adulterar las encuestas del
Estudio General de Medios. A propósito
de Jiménez Losantos, Zarzalejos
aseguraba: “Cuando Losantos
se pierda en la noche de los tiempos,
ABC seguirá”. Y añadía: “Le eché de
ABC y me parece natural que supure
por la herida”.
Tanto la hostilidad como la gravedad
de las acusaciones sorprenden
si se tiene en cuenta las semejanzas
entre ambos medios, fieles a una línea
marcadamente conservadora y
muy cercana a la Iglesia. Pero desde
el último año y medio, la deriva de
ciertas hipótesis respecto al 11-M ha
creado una brecha insalvable. El
Mundo, la COPE y el portal Libertad
Digital han hecho de ella su estandarte.
ABC, a su vez, ha decidido no
seguir ese camino y denuncia lo que
considera “la estimulación de la paranoia
y el instinto de la revancha”,
a través de “un delirio cabalístico de
conjuras y títeres conducidos por
demagogos fanáticos y eficaces
aprendices de brujo”.
Más allá de la capacidad cabalística
de sus adversarios, lo que más incomoda
en realidad en las oficinas
del grupo Vocento ha sido ver cómo
la estrategia puesta en marcha por
Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos
les ha arrancado buena parte de
su cuota de mercado. Los datos de
audiencia son contundentes: la agresividad
verbal y la fantasía periodística
encuentra oídos entusiastas entre
el público conservador. En el último
informe sobre ventas, El Mundo subía
un 6,4%, hasta los 230.000 periódicos.
Mientras, ABC perdía un 23%
y se quedaba en algo más de 130.000.
En la radio el fenómeno se repite.
Hace algunos años, la COPE se situaba
a la cola de las emisoras españolas.
Hoy es la segunda. A su vez,
Punto Radio, la marca de Vocento,
no acaba de arrancar. Quizás eso explique
la fogosidad de Luis del Olmo,
competidor en la franja horaria de
La Mañana de la COPE, al afirmar
que “a Jiménez Losantos lo subiría a
los altares, muy alto, y luego pondría
una bomba en esos altares”.
Ceses y dimisiones
De forma paradójica, los medios que
más se están beneficiando comercialmente
también se enfrentan a
fuertes tensiones en las redacciones.
El caso de Elmundo.es resulta revelador.
El 18 de julio, se destituye a
Gumersindo Lafuente, director de la
versión en Internet del periódico. Lafuente
habla con DIAGONAL sobre
los motivos: “Lo achaco a mi posición
en contra de publicar algunas
informaciones relacionadas con el
11-M que no pensaba que tuvieran el
rigor necesario”.
Algo similar sucede son el subdirector
de la página, Borja Echevarría.
Tras la salida de Lafuente, también
él se niega a privilegiar las informaciones
sobre la teoría de la conspiración.
Todavía sigue en la empresa,
pero le han cambiado de puesto y
cobra un 30% menos.
La COPE también vive otro éxodo.
Según explica un periodista de la cadena,
quien pide que su nombre no
aparezca publicado, “esto no es una
balsa de aceite. En un año y medio se
ha ido de aquí mucha gente que no
compartía esta línea informativa”.
Con todo, no parece que estos reveses
afecten a los propagadores
de la teoría conspirativa. Losantos,
por ejemplo, dejaba claro qué intereses
le mueven en una entrevista
publicada en El Mundo: “Pregunta:
¿Qué dicen sus hijos cuando le escuchan?
Respuesta: Cuando alguno
lo hace me dice ‘¿Y no puedes
decir eso de otra manera?’ Yo le
respondo: ‘Ya, e ibas a estudiar tú
en una universidad americana si lo
digo de otra manera’.
Telemadrid: el caso Yanke
El 9 de octubre Germán
Yanke presentaba
su dimisión como
director y presentador
del Diario de la Noche
de TeleMadrid. Yanke
es colaborador habitual
de ABC y autor de
libros como Ser de
derechas. Con ese
perfil, su programa no
era el mayor ejemplo
de pluralismo informativo.
Pero eso no le ha
servido. Según escribe
uno de sus colaboradores,
el pecado de
este programa fue
haber “marcado la
diferencia en la actual
batalla mediática y
política en torno a la
presunta conspiración
del 11-M que agitan
Acebes, Zaplana y
Aguirre desde el corazón
del PP, y en la
que los informativos
de la mañana y de la
tarde son fanáticos y
obedientes seguidores”.
En esa carta se
explica la sintonía de
Telemadrid y las tesis
de Pedro J. Ramírez,
algo que se hizo visible
cuando la cadena
autonómica firmó “un
contrato espectacular
con la productora de
El Mundo para emitir
reportajes sobre los
crímenes de ETA y el
11-M”. Además, el
caso de Yanke está
lejos de ser el único.
Según el comité de
empresa, sólo en el
último año hay que
sumar: “el jefe de
nacional, la adjunta
de nacional, el jefe de
sociedad, la adjunta
de economía, la
corresponsal en Barcelona
y la redactora
de Madrid Directo.
Además, se han ido a
la Cuatro y a la Sexta
una decena de redactores.
Dos redactores
fueron expedientados
el pasado verano,
otros redactores han
sido sacados de la
redacción trasladándoles
a programas de
baja audiencia, y los
que quedan en la
redacción (los de toda
la vida) se pasan las
semanas sin hacer
nada porque la dirección
ha traído de la
calle a una redacción
paralela para hacer el
trabajo sucio y escribir
al dictado”.
‘Agujerología’: nueva ciencia
El empeño de algunos
periodistas en la tesis
de “los agujeros
negros del 11-M” ha
generado que en algunos
foros de Internet
se les bautizase como
‘agujerólogos’. Entre
ellos no han faltado
esfuerzos para encontrar
vínculos entre ETA
y el 11 de Marzo. En
esa lista se incluiría el
hallazgo en manos de
islamistas y miembros
de ETA de ácido bórico,
un producto que
puede encontrarse en
droguerías y sirve
como insecticida. Se
han acumulado varias
pruebas de este tipo.
Y el modo en que se
están llevando a cabo
estos trabajos en El
Mundo ha provocado
que periodistas de la
casa con una reconocida
trayectoria en el
periodismo de investigación
hayan preferido
no implicarse
demasiado. Aun así,
si bien algunas revelaciones
despiertan la
carcajada, lo cierto es
que, a pesar de no
encontrar pruebas, el
diario de Pedro J.
Ramírez ha conseguido
buena parte de sus
objetivos. Al aumento
de las ventas se une
la creación de un
clima de sospecha en
torno “a lo que realmente
sucedió el 11
de Marzo”, una estrategia
especialmente
útil para el PP que
desvía la atención
respecto a la manipulación
informativa que
siguió a los días posteriores
al atentado.
Por eso, no faltan los
análisis que apuntan
a que a la teoría de la
conspiración aún le
queda fuelle. Como
señala a DIAGONAL
Jesús Cacho, que en
su caso rompió con El
Mundo por las censuras
en su columna de
Economía, “lo que se
refleja más que nada
es la pobre situación
del periodismo, el uso
de las empresas periodísticas
como acorazados
para otro tipo
de negocios que no
tienen nada que ver
con la información.
Cuando se acabe la
conspiración vendrá
otra cosa igual”.