El imperio educativo del integrismo católico
- COLABORACIÓN INSTITUCIONAL
- Según la Plataforma Regional
por la Escuela Pública, la Comunidad
y el Ayuntamiento han
cedido 400.000 m2 de terrenos
públicos a colegios concertados
desde 2000. Destacan la cesión
en Madrid al colegio J. H. Newman
(CyL); en Villanueva de la
Cañada al Colegio Internacional
Kolbe (CyL); en Alcorcón a Antares
(Opus); en Pozuelo de Alarcón
a Monte Tabor (Schoenstatt).
[Foto: Leo Bassi protesta
contra uno de estos centros]
La mayoría de los colegios, privados
o privados-concertados, no
pertenecen a los propios movimientos,
sino que están creados
por sus miembros o por personas
muy próximas a ellos. Estos centros
poseen gran prestigio por su
imagen elitista. Sin embargo, muchas
de las familias que matriculan
a sus hijos por cuestiones de
estatus social no comulgan con su
ideario, lo cual produce encontronazos
entre padres y miembros de
las organizaciones apostólicas.
Incluso se aceptan a miembros
que poseen creencias opuestas.
Como relata A. G. S., una antigua
estudiante de un centro del Opus,
“una niña budista china fue admitida
gracias a la gran donación
que realizó su familia”.
Casi la totalidad de estos centros
establece la discriminación de sexos
como uno de sus principios
más notorios, si bien se permiten
en educación infantil. El movimiento
Schoenstatt lo justifica por
“el diferente desarrollo de su personalidad,
los tiempos de madurez
propios de cada sexo y los estilos
cognitivos que les caracterizan”.
Esta situación ha sido denunciada
judicialmente en varias ocasiones.
CC OO del País Valencià en 1998
recurrió ante la Audiencia Nacional
por considerar que en dichos
centros “se producen discriminaciones
de sexo y religión que van
en contra de los derechos constitucionales,
por lo que no es lícito que
reciban subvenciones públicas”.
Pero la Audiencia denegó el recurso,
ya que, según explica Ferrán
García, de CC OO, “deben ser los
propios padres los que lo denuncien”.
Otra situación parecida se
produjo ese mismo año en Asturias. Allí UGT recurrió la orden ministerial
por la que se renovaba el
concierto a los colegios Los Robles,
que sólo admite a niños, Penaubiña
y Valmayor, exclusivo para
niñas. Igualmente, la denuncia
no prosperó.
Además de la segregación, la sexualidad
es otra de las preocupaciones
permanentes. El castigo y la
prohibición son la forma más habitual
de tratar el sexo. Un ejemplo
de ello es la expulsión de una compañera
de A. G. S. por quedarse
embarazada fuera del matrimonio.
Jesús, que prefiere no revelar su
verdadero nombre, fue numerario
de La Obra. Hoy, después de 25
años como profesor, critica el alarmismo
sobre las relaciones sexuales.
“Las doctrinas sobre sexualidad
se explican cada vez antes,
pues a los mayores ya no les pueden
influir tan fácilmente”.
El sistema de admisión, lejos de
ser un simple trámite burocrático
como en el resto de colegios, impone
determinadas condiciones: entrevista
personal en la que se evalúa
la adecuación de la nueva familia
al ideario del centro, así como la
recomendación por parte de familias
que ya pertenecen al colegio.
Otros condicionantes dificultan el
acceso de las personas con menos
recursos a estos colegios, muchas
veces subvencionados con fondos
públicos. Entre ellas hay que citar
el establecimiento de diferentes
gastos a lo largo del curso en concepto
de cuotas mensuales, actividades
extraescolares, uniformes
obligatorios, o la donación al centro
de una determinada cifra económica
para la admisión.
Diferentes escándalos han saltado
a la opinión pública sobre las
donaciones que se deben realizar a
dichos centros. Tras su inauguración,
por ejemplo, el colegio J. H.
Newman fue acusado de pedir
5.000 euros por alumno. E incluso
hoy en su propia web realiza una
“invitación a colaborar en el proyecto”.
Según explica Jesús, en los
centros que trabajó las donaciones
rondaban los 1.200 euros. Éstas,
además, no se limitan al momento
de la inscripción, sino que pueden
pedirse en diferentes momentos
durante la estancia en el centro. Y
en numerosas ocasiones, como si
se tratase de una extorsión, se persigue
a los padres solicitando una
contribución para la mejora del colegio
en el que sus hijos estudian.
La Obra de Dios
El Opus Dei se ha convertido en el
movimiento con mayor presencia
en el Estado. En conjunto cuenta
con cerca de un centenar de centros.
Sus instituciones se dividen
en dos clases: las obras corportativas
y las labores personales. Las
primeras pertenecen al propio
Opus. Y en ellas todo es controlado
por La Obra, como ocurre con el
Colegio Gaztelueta (Leioa, Vizcaya)
o el Guadalaviar (Valencia).
Por su parte, las labores personales
son centros que dirigen personas
relacionadas con el Opus, en
los que la prelatura se encarga de
la ‘dirección espiritual’. Aún así, el
control sobre estos colegios es muy
parecido al que se efectúa en las
obras corporativas. El mayor ejemplo
es el Grupo Educativo Fomento,
que inició su aventura educativa
en 1963. Actualmente posee más
de 35 centros repartidos en 11
Comunidades, e incluso posee el
Centro Universitario Villanueva. A
todo ello, dentro de esas labores
personales hay que incluir otros
grupos empresariales, como Attendis,
con 19 colegios repartidos entre
Andalucía y Extremadura; o como
La Institució Familiar d’Educació,
poseedora de 11 centros en
Cataluña. Por último, el Grupo
Educativo Coas controla cinco centros
de primaria y otros tantos de
educación infantil en Vizcaya,
Guipuzcoa y La Rioja.
Legionarios de Cristo
Algo menor es la influencia de los
Legionarios de Cristo. En la actualidad
su implantación se concentra
en algunas capitales: Madrid, Barcelona,
Sevilla y Valencia. No obstante,
se encuentran en expansión.
El curso pasado adquirían el colegio
Virgen del Bosque (Villanueva
de la Cañada, Madrid), a lo que se
suma el intento de construir otro
colegio en Marratxi (Mallorca), cuyo
permiso ha sido denegado por
el Parlamento de las Islas Baleares
ante su falta de interés social.
En este tiempo, han contado con
poderosos aliados empresariales. El
presidente de Iberdrola, Iñigo de
Oriol, fue uno de sus máximos apoyos.
De hecho, su familia se encuentra
íntimamente vinculada con los
legionarios. Santiago Oriol, su primo,
ha llegado a dirigir el Everest,
otro de los colegios del movimiento.
La red se extiende hasta actividades
de ocio. Juvenalia, uno de los
certámenes juveniles más importantes,
financiado por la Comunidad
de Madrid, ha sido organizado
los últimos años por una asociación
ligada a los Legionarios.
Otros ‘lobbys’
El entramado de los demás grupos
de presión ultracatólicos resulta
más complejo. La relación
entre los colegios y el lobby muchas
veces ni siquiera se llega a
reconocer. Así, cuesta seguirles la
pista. A Comunión y Liberación,
por ejemplo, se le relaciona con
dos colegios. Uno de ellos, el J. H.
Newman, está relacionado con la
Fundación Pablo VI, vinculada
por su parte con la sede madrileña
de la Universidad Pontificia de
Salamanca. Ambos promueven a
su vez la Fundación Internacional
de la Educación, que acabaría
entrando así en la órbita de
Comunión y Liberación.
En los últimos años crece la implantación
de otros grupos. Schoenstatt,
con presencia en todo el
mundo, gana espacio en Madrid,
haciéndose con el centro Nuestra
Señora de Schoenstatt y construyendo
el Monte Tabor. Y Camino
Neocatecumenal, si bien no cuenta
con ningún colegio, ha logrado
una fuerte implantación en barrios
y zonas marginales.
Crecer «en una pecera»
Los clubes o las asociaciones
juveniles sirven para que los propios
alumnos o alumnas se relacionen
entre sí, a través de actividades
extraescolares, excursiones
o sólo estudiando. Pero a estos
clubes no acuden todos, ya que
muchos no comparten las consignas
de dichos movimientos y
prefieren mantener relaciones
sociales fuera del colegio. Para
Jesús, «muchos de estos chavales
viven en una pecera, que les
provoca una gran inmadurez».