“Cada centro del Cervantes es un cortijo privado”
Buque insignia de la cultura en el
exterior, el Instituto Cervantes se ha
convertido en una gran multinacional
de enseñanza del castellano, con
72 centros repartidos por los cinco
continentes. No obstante, el 70% de
sus horas lectivas son impartidas
por profesores colaboradores, sin
ningún tipo de derecho laboral y a
merced de la voluntad del director
de cada uno de los centros.
A comienzos del año pasado se
rompieron las negociaciones entre
Comisiones Obreras (CC OO) y las
autoridades del Instituto Cervantes.
Pero lejos de ser una negociación
más que no llegaba a ningún acuerdo,
éstas marcaron un importante
hito: por primera vez, la gran multinacional
de enseñanza del castellano
en el exterior reconocía la existencia
de una bolsa de profesores
sin derechos laborales. Estos profesionales,
los profesores colaboradores,
son los encargados de la docencia
de la práctica mayoría de las clases
impartidas en sus centros. “El
Instituto hace uso de contratos mercantiles
para esconder una relación
laboral con sus profesores colaboradores”,
afirma María Antonia
López, secretaria para el personal
Cervantes de CC OO-Exterior.
Bajo el argumento de que el número
de alumnos varía en función
de la época del año y que éstos
tienden a concentrarse en la misma
franja horaria, el Cervantes ha
configurado un subgrupo de profesionales
de la enseñanza en
condiciones de extrema precariedad,
a pesar de que se trata de
una institución pública. “Al no reconocer
ninguna relación laboral
con estos profesores, el Instituto
Cervantes se desentiende por
completo de su situación personal”,
afirman desde Los Arrendados,
un grupo de profesores colaboradores
de Lisboa. A través
de su blog eltrasterodelcervantes.blogspot.com, nacido en 2006,
denuncian las condiciones laborales
que sufren. Semejante situación
ha dado lugar a que en esta
institución, dependiente de los ministerios
de Exteriores y Cultura,
impartan clases profesores sin derecho
a la más mínima protección
social, “el caso más denigrante es
el de la cobertura sanitaria. Un
profesor colaborador que cae enfermo
o una compañera que se
quede embarazada no sólo pierde
sus clases y deja de tener ingresos,
sino que además tiene que correr
con los gastos sanitarios”, añaden
desde Los Arrendados.
Ausencia de contrato
Cabe reseñar que la relación entre
profesores colaboradores y el Cervantes
se sustenta en la ausencia de
un contrato de trabajo legal entre
ambas partes. “Tan solo en Bélgica,
Francia y Grecia existe una relación
laboral legalmente reconocida; en
algún país se hace por medio de empresas
de trabajo temporal y la mayoría
lo hacen a través de contrato
mercantil”, afirma desde CC OO
María Antonia López. Este último tipo
de acuerdo supone, en definitiva,
un papel firmado por cada curso que
imparte el profesor, lo que genera
una enorme incertidumbre cada vez
que finaliza el curso, de una duración
media de entre uno y tres meses.
“Empiezan a darse casos de
compañeros que no tienen nada firmado
y cuya relación con el centro
se reduce a un acuerdo verbal, algo
que creemos motivado por la sentencia
en firme del Tribunal Superior
de Madrid a favor de dos compañeros
de Dublín” (ver cuadro),
confirman Los Arrendados. Todo
ello ha provocado que personas con
hasta 12 años de dedicación al
Instituto no hayan hecho una sola
cotización a la Seguridad Social.
“Cada centro es como un ‘reino
de taifa’, como un cortijo privado.
El director o el jefe de estudios hace
y deshace a su antojo. Mientras
los números no fallen, y no se produzcan
escándalos, nadie entrará
a evaluar su labor”, sentencian Los
Arrendados. Esa falta de control
ha provocado que el trabajo del
profesor colaborador quede en
manos de la buena o mala fe del
jefe de estudios o el director, cargo
este último de designación política.
“Es hora de acabar con el
cortijeo político que padece la institución.
El Cervantes no puede ser
el instituto del PP o del PSOE, según
dicten las elecciones. Los cargos
y los responsables deben ser
personal laboral, deben estar objetivamente
cualificados para la gestión
y deben ser evaluados regularmente”,
concluyen desde este
grupo de profesores.
Falta de acuerdo
En enero de 2008 se rompieron
las negociaciones entre
CC OO y el Instituto Cervantes
para tratar de reducir el
número de profesores colaboradores
en el centro. Los dirigentes
del organismo público
proponían la creación de una
nueva figura de profesor con
contrato fijo indefinido, a
media jornada y con el 60%
de las retribuciones de sus
compañeros con plaza fija.
“Rompimos las negociaciones
porque no se garantizaba que
los nuevos contratados fueran
personas que ya colaboraban
con el centro, ni se concretaban
plazos para la absorción
de dichos profesores”, asegura
María Antonia López. El
plan, según el sindicato, no
aseguraba el incremento
paralelo de profesores a tiempo
completo, ni permitía a los
nuevos profesionales dedicar
horas a la preparación de las
clases, con la consiguiente
pérdida de calidad.
Sentencia favorable
En febrero de 2008 se dictó
la primera sentencia favorable
a los intereses de profesores
colaboradores del Cervantes.
A instancias de dos
profesionales del Cervantes
de Dublín, el Tribunal Superior
de Justicia de Madrid
reconoció que sus contratos
mercantiles eran un fraude
de ley, pues escondían una
relación laboral. El Tribunal
impuso una indemnización
para cada uno de ellos y la
transformación de dichos
contratos en fijos discontinuos.
Según Los Arrendados,
esta sentencia ha servido
para crear una nueva
forma de actuar en determinados
centros: “Hemos llegado
a escuchar casos en
los que algún director alegaba
que no se puede hacer
ningún tipo de contrato, porque
se crea vínculo laboral y
luego se puede denunciar
en magistratura”, afirma
este grupo.
Contratos hasta el infinito
el Instituto Cervantes de Toulouse,
es especialmente
paradigmático por la situación
que vive el profesor
colaborador en el Cervantes.
Tras firmar 29 contratos temporales
desde 1995, en
octubre de 2007 la directora
del centro la llamó para
comunicarle que estaba despedida.
El motivo: en razón a
la legislación francesa, si
hubiera firmado el trigésimo
contrato, el Instituto hubiera
estado obligado a hacerle
contrato fijo-discontinuo.
“Encima de que se la ha
mantenido en la precariedad
durante más de 12 años, es
víctima de un despido abusivo”,
afirma el abogado de la
profesora, Alexandre Parra-
Bruguière.
Con la denuncia todavía en
marcha, la única consecuencia
ha sido la posterior
dimisión de la directora
del centro.
[Tras ser becarios, subcontratados como ordenanzas->7168]
[El Cervantes no se olvida de la cultura del 'mobbing' laboral y la subcontratación->http://diagonalperiodico.net/spip.php?article7084]