El peligro de la difusión de ordenadores de tipo restringido
En los años ‘90 no estaba
tan claro que el binomio
ordenador personal/internet
tuviera éxito. Redes
cerradas controladas por organizaciones
como Compuserve o AOL
tenían más contenido y eran más
fáciles de usar.
- Foto: Jonathan Caves.
El éxito de la red y del personal
computer depende de una característica
que ninguna de las alternativas
poseía: la generatividad. Los ordenadores
personales son sistemas
abiertos, técnica y legalmente.
Cualquiera puede comprar un ordenador,
escribir cualquier tipo de
programa, y hacer lo que quiera con
los resultados de sus esfuerzos: venderlos,
regalarlos o prestarlos, sin
necesitar el permiso del fabricante
del ordenador o del sistema operativo.
Igualmente, si alguien tiene acceso
a un servidor web, puede publicar
cualquier tipo de información
sin pedir permiso a nadie. Esto no
existía en AOL o Compuserve.
El ordenador personal e internet
son sistemas generativos, máquinas
abiertas que, una vez adquiridas,
quedan completamente en
manos del usuario, sin que el constructor
pueda limitar sus aplicaciones.
Gracias a esta generatividad,
miles de personas en todo el mundo
desarrollaron programas y publicaron
todo tipo de información
y la red, que al principio de los
años ‘90 parecía un pequeño apéndice
de AOL y de Compuserve, supuso
el fin de estos servicios.
Al margen de la industria
La red se desarrolló porque millones
de personas crearon los programas
o las web que les parecían interesantes,
sin pensar en el mercado.
Ningún proceso industrial hubiera
desarrollado internet a tal velocidad;
sin un ordenador libremente
programable, y una red que transmite
libremente datos, esta innovación
no habría sido posible.
Con la sumisión de la red a la lógica
empresarial, su generatividad
se ve agredida legal y técnicamente.
Legalmente, el ataque pasa por
la extensión de los derechos de
propiedad intelectual, y de la consecuente
restricción de las posibilidades
de los usuarios de explorar
nuevas ideas y soluciones. Técnicamente,
los factores de peligro
son dos: la difusión de ordenadores
de tipo restringido (tethered information
appliances) como
Blackberry o iphone, y el desplazamiento
de programas del ordenador
del usuario a los servidores,
el llamado cloud computing.
Blackbery e iphone son ordenadores
no generativos en cuanto no es posible, legalmente, programarlos
libremente. Todo tipo de aplicación,
tiene que ser aprobado por
el fabricante y se puede vender sólo
a través de canales establecidos
por el fabricante. Además, algo
absolutamente nuevo, el productor
tiene el derecho de modificar
cualquier dispositivo, incluso después
de la venta. Los iphone son
puestos al día automáticamente
por Apple, así busca y elimina cualquier
programa no autorizado. No
se trata solo de una perdida de generatividad,
sino de un cambio
sustancial en la idea de propiedad.
Si una casa nos perteneciera así
como lo hace el iphone, el constructor
tendría el derecho de entrar
sin permiso, cambiar de lugar
a la cocina, eliminar el segundo baño
y todos los cuadros que no le
gustaran. Pocos, en estas circunstancias,
considerarían una casa o
cualquier otra cosa completamente
suya. Pero esto es el tipo de relación
que existe entre Apple y los
“dueños” de los iphone: un iphone
nunca pertenece completamente a
quien lo ha comprado.
Ejemplos prácticos
Los cambios no autorizados son
mucho más que una posibilidad
teórica. En 2006, un juez de Texas
(EE UU) obligó a la compañía de
televisión por satélite Echostar a
eliminar de los equipos que ya había
vendido ciertas funciones que,
según el tribunal, infringían unas
patentes de Tivo. Los clientes de
Echostar descubrieron que su
aparato ya no funcionaba como
cuando lo compraron y esto sin
que nadie hubiera pedido su permiso
para hacer los cambios.
En el caso de los libros electrónico,
las copias de textos prohibidos
(incluso las ya vendidas) pueden
desaparecer inmediatamente. Si el
ebook hubiese existido a lo largo
de la historia, no habrían sobrevivido
copias del Diálogo de Galileo
o del Ulysses de Joyce.
Con estos cambios la red como
la entendemos hoy será un mito
del pasado. La nueva red, completamente
controlada por las
grandes empresas, será una versión
colorida y de banda ancha
del viejo Compuserve.
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