Syriza y la Troika llegan a un principio de acuerdo
Prohibido usar la palabra impago. Esa ha sido la primera condición del acuerdo entre Grecia y sus acreedores alcanzado en la semana del 22 de junio. A cambio, Angela Merkel, canciller alemana y líder no electa de la Unión Europea acepta que Grecia lleve a cabo una reestructuración.
Alexis Tsipras y Yannis Varoufakis han arrancado un acuerdo a las instituciones europeas y el FMI mediante una diplomacia a prueba de desplantes. La “propuesta final de Grecia para poner fin a la crisis”, publicada por el propio Varoufakis, incidió en el compromiso mostrado por Grecia para llegar a un acuerdo, apeló a la responsabilidad del Grupo de Bruselas en la construcción de una Europa que desarrolle políticas que funcionen para el pueblo griego, “y ya no contra él”, y trató de contener las críticas internas a su gestión para mantener la confianza de la base electoral de Syriza.
El principio de acuerdo alcanzado el lunes establece un nuevo recorte de 7.900 millones de euros
La diplomacia por parte del Gobierno griego ha sabido explotar las diferencias entre los distintos acreedores. En su intervención ante el Eurogrupo, Varoufakis apeló a la buena disposición de Olivier Blanchard, economista jefe del FMI y al comienzo de las negociaciones con la OCDE y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) para una reconstrucción del país. “La cuestión, sin embargo, no es cuánto ajuste necesita hacer Grecia. Es más bien qué tipo de ajuste. Si por ‘ajuste’ entendemos consolidación fiscal, recortes de salarios y pensiones e incrementos de tipos impositivos, es claro que hemos hecho más que ningún otro país en tiempos de paz”, explicó Varoufakis.
El principio de acuerdo alcanzado el lunes establece un nuevo recorte de 7.900 millones de euros. Entre las medidas del tipo “sangre, sudor y lágrimas” se establece un nuevo objetivo de ingreso mediante el aumento del tipo intermedio del impuesto sobre el valor añadido (VAT) y un incremento de las contribuciones sobre las pensiones. Syriza ha conseguido evitar el aumento de las tarifas de la luz y la puesta en marcha de una nueva reforma laboral.
Sin embargo, una parte del partido de la izquierda radical, que se ha mostrado discrepante desde el principio de la legislatura, ha manifestado su convicción de que era el momento de apretar a los acreedores mediante la declaración unilateral de impago. Se basan en las conclusiones provisionales del Comité de la Verdad sobre la Deuda Griega, que hizo especial hincapié en la ilegalidad de los fondos aportados por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera –que supone el 48% de la deuda total– en el marco de los memorandos de rescate firmados por los gobiernos proausteridad de Pasok y Nueva Democracia. Las diferencias entre los sectores de Syriza, no obstante, no han debilitado al partido del Gobierno, que aumenta su apoyo, según todas las encuestas publicadas.
El Gobierno alemán de Merkel se había marcado el objetivo de terminar con la aventura de Syriza antes de noviembre –la fecha no es casual, ya que las elecciones en España pueden marcar el fin de otro de los Gobiernos proausteridad impuestos a partir de 2012–. Desde esa perspectiva, Merkel trató, antes de que la realidad le diese la espalda, de mostrarse intransigente con Syriza y templada con Grecia, admitiendo la imposibilidad de llevar al extremo la amenaza de expulsión del país de la divisa común, una medida sin precedentes ni justificación jurídica según la legislación europea.
Las elecciones en España pueden marcar el fin de otro de los Gobiernos
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a partir de 2012
Esfumada la posibilidad de un 'grexit' –la salida de Grecia del euro acabó siendo reclamada únicamente por el ministro de Finanzas alemán, Wolfang Schäuble–, la posición de los acreedores quedó debilitada y trascendieron sus diferencias a la opinión pública.
Pero esas diferencias han dado lugar, también, a un fuego cruzado: la Comisión Europea centró sus ataques en el pago de la deuda, el FMI admitió la posibilidad de impago pero siguió su campaña a favor de más medidas de austeridad y el Banco Central Europeo, que ha negado la ayuda del programa de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) elevó el martes 23 de junio por cuarta vez en una semana el tope disponible a través de la línea de liquidez de emergencia abierta para la banca griega. Como ocurrió con el aumento del lunes 22, no cuantificó en cuánto lo elevó.
Tras el principio de acuerdo alcanzado esta semana, los Gobiernos europeos tendrán que presentar en sus respectivos parlamentos las primeras medidas que se desvían de la ortodoxia impuesta por el Gobierno de la austeridad. El objetivo de “humillar a Grecia” dará paso a un fin mucho más modesto: evitar que la opinión pública europea entienda que lo que ha tenido lugar en Grecia es la negociación de un impago de la deuda soberana. Algo que hasta enero de 2015 se había presentado como imposible.