Mujeres, drogas, curas
Si hay un colectivo de mujeres en España (y en gran parte del mundo) que merecería el máximo y más urgente apoyo, porque está sometido a la mayor y más terrible explotación, es el de las prostitutas. Una explotación triple: por sus chulos, por muchos de sus clientes y, además, por el aparato del Estado, por cuenta de una sociedad mojigata (y del Papa Benedicto). ¡Que sólo fuera por sus clientes, y pudiesen decir “no”!
Lo que en otros países y/u otros tiempos ha sido una profesión a veces respetada o al menos tolerada, hoy condena a la semiesclavitud a cientos de miles de mujeres. En antros inmundos o a la intemperie. Con riesgos gravísimos para su salud… y la del resto de la sociedad. Posibilitando (junto con las drogas) la existencia de mafias, y provocando que la sociedad tenga que dedicar cientos de miles de policías, funcionarios de prisiones, jueces, abogados… a ¿combatirlos? Parte de la burbuja inmobiliaria (cuyos efectos vamos a seguir padeciendo durante lustros), la provocaron las ingentes inyecciones de “dinero negro” en el mercado inmobiliario. Blanqueo de capitales, del que muchos bancos sacan importante tajada.
En otros tiempos, la “izquierda” (femenina y masculina), defendía la despenalización de la prostitución y su tratamiento normalizado (impuestos, sanidad,…). Hoy la ¿izquierda? “feminista”, demasiado ocupada en aumentar su cuota de poder, se contenta con oponerse a los anuncios de “contactos”, y despacha el problema condenando la profesión porque degrada a la mujer.
Y respecto a las drogas, la prioridad alfa es combatir el tabaco… y la gripe A.
La actitud frente a las drogas y a la prostitución tiene mucho más que ver con lo psicológico que con lo lógico. Todo el mundo sabe los resultados de la “Ley Seca” en USA: mafias, asesinatos, dinero, poder, corrupción. Todo el mundo sabe (hasta Felipe González… ahora) que la persecución no es la solución. Y lo mismo con las putas.
Pero detrás está Benedicto y su puritanismo, y parte importante de la sociedad española, ajena a los descubrimientos de la astronomía, de la física, de la biología, de la arqueología… de la Ciencia Moderna.
En el siglo XXI, una sociedad sólo puede ser adulta si es radicalmente laica. La religión tiene que ser erradicada absolutamente de la educación pública y privada. Sería de agradecer que los padres “creyentes” permitiesen que sus hijos, de adultos, optasen por el cristianismo, el budismo o el ateísmo. Pero si no lo hacen, a efectos del Estado, de la sociedad, de los seres humanos que convivimos y tenemos que tolerarnos, con el mismo rango que el horóscopo o el Atlético de Madrid. Para gustos se hicieron los colores.
Dado que de los partidos políticos no se puede esperar mucho, propongo tres medidas de salud ciudadana a votar en referéndum:
Laicismo en las aulas (y en las ondas, si puede ser). Separación de iglesias y Estado.
Despenalización de la prostitución.
Despenalización de las drogas. Control y distribución por el Estado.
Hasta la victoria (o el empate…)