Las naves viran hacia el Sáhara ocupado
- SOLIDARIDAD INTERNACIONAL.
Concentración por la libertad de
los presos políticos saharauis en
Madrid frente al Ministerio de
Asuntos Exteriores. / Olmo Calvo
Las imágenes, obtenidas con una cámara
casera y publicadas en un canal
de YouTube, muestran a una mujer
joven postrada en una cama.
Ataviada con una melfa (vestido tradicional
saharaui), porta collarín y
las muñecas vendadas. De su rostro
atravesado por el dolor brotan palabras
en hasanía, el dialecto árabe del
pueblo saharaui, aunque el verbo se
vuelve innecesario ante la evidencia
de los gestos. La mitad de su cuerpo
se haya paralizado como consecuencia
de los golpes que ha recibido de
la gendarmería marroquí. El caso de
Rabiaa Lfegraui, como otros similares
que cada semana se originan en
el Sáhara ocupado por Marruecos,
estaba destinado a caer en el olvido
más absoluto, pero gracias a Cristina
Martínez y Pablo Álvarez, dos observadores
civiles voluntarios que se encuentran
actualmente en El Aaiún, la
capital saharaui, hoy ha adquirido
proyección internacional. El 3 de
septiembre, estos dos activistas del
movimiento Thawra (Revolución)
grabaron y difundieron en internet el
video de Lfegraui, y tres días después
la Fundación Sáhara Occidental
anunciaba desde Badajoz su intención
de trasladar a Extremadura a la
activista saharaui para tratar de curar
su hemiplejía.
Estos hechos dan muestra del alto
grado de desarrollo alcanzado por
el heterogéneo y activo movimiento
de solidaridad en el Estado español,
que ya no se conforma con apoyar a
los más de 120.000 refugiados que
desde hace 35 años sobreviven en la
región argelina de Tinduf y con denunciar
en nuestros pueblos y ciudades
la “violenta, ilegal e ilegítima”
ocupación de Marruecos sobre la ex
colonia española.
Desde 2002, año en el que letrados
españoles comienzan a asistir como
observadores a juicios contra independentistas
en el Sáhara ocupado,
pero sobre todo desde 2005, tras la
explosión de la llamada Intifada de
la Independencia, trata de mantener
una presencia regular en el territorio,
algo que se ha intensificado en
los últimos meses. Fruto de esta evolución
es el nacimiento de iniciativas
como la Plataforma de Apoyo Político
al Pueblo Saharaui, Thawra o
SaharAcciones, que el 28 de agosto
saltó a la fama por una acción pionera.
Ese día, 14 de sus activistas, procedentes
de Canarias, se manifestaron
en El Aaiún con banderas de la
República Árabe Saharaui Democrática
(RASD) y gritos a favor de la independencia,
un acto que fue respondido
con enorme violencia por la
policía marroquí, que detuvo y expulsó
a 11 de ellos.
En los territorios ocupados
Thawra, por su parte, “se empieza a
organizar en febrero en Madrid con
personas de grupos que siempre se
habían centrado en los campamentos
de refugiados y que consideraban
que había que reorientarse hacia
los territorios ocupados porque
es allí donde mejor se puede propiciar
un cambio político”, indica uno
de sus miembros, Javier Sopeña,
que acaba de pasar tres meses en El
Aaiún y ahora prepara su quinto viaje
al Sáhara ocupado. “Nuestro objetivo
es que haya observadores internacionales
de manera permanente.
Es fundamental que estén cada
vez que haya jaleo porque a los saharauis
no les hacen ni caso, pero
cada vez es más difícil conseguir voluntarios”,
continúa este pacense de
25 años, que el pasado 18 de julio
sufrió en sus carnes la violencia de
las fuerzas del orden de Mohamed
VI en una misión de acompañamiento
en El Aaiún.
Un mes después, las aragonesas
Emma Pomar y Pilar Fortuño, la catalana
Isabel Terraza y el mexicano
Antonio Velázquez corrían la misma
suerte en un acto de bienvenida al
conocido activista de derechos humanos
Hmad Hamad, que regresaba
a la capital saharaui tras participar
en un seminario internacional en
Argelia. En todos estos casos, la representación
española en el Sáhara
Occidental sólo se ha preocupado de
facilitar cuanto antes la salida del territorio
de estos testigos molestos,
denuncian los observadores civiles.
Aunque las movilizaciones en las
zonas ocupadas no han vuelto a ser
tan numerosas como en 2005, año
en el que el traslado de un conocido
preso político provocó una oleada
de protestas que se extendió hasta
las ciudades marroquíes, éstas han
tomado nuevos bríos en el último
año, sobre todo a raíz del encarcelamiento
de un conocido grupo de militantes
de derechos humanos (los
“Siete de Salé”) a su regreso de los
campamentos de Tinduf y del éxito
de la huelga de hambre que
Aminetu Haidar protagonizó en el
aeropuerto de Lanzarote. Unos hechos
que han tenido un reflejo automático
en el movimiento solidario.
“Con campañas por la libertad de
los presos [hoy son 49] o por el esclarecimiento
de los más de 500 desaparecidos
y en los últimos cinco años
también con la organización de viajes
de delegaciones, siempre hemos
estado con el movimiento de resistencia
en el Sáhara ocupado, pero
ahora tenemos que redoblar la movilización
en la zona donde Marruecos está violando cada día los derechos
humanos con la connivencia de la
ONU, Francia y España”, sostiene
José Taboada, presidente de la
Coordinadora Estatal de Asociaciones
Solidarias con el Sáhara, que,
con más de 200 entidades, aparece
como la organización más representativa
del movimiento. Por eso, continúa,
“apoyaremos cualquier cosa
que se haga para llamar la atención y
nos encanta que jóvenes promuevan
todo tipo de iniciativas por el Sáhara.
Ojalá cojan el relevo de gente que llevamos
35 años en esto”.
Movimiento solidario
Gracias a una mejor coordinación de
los observadores civiles en el terreno
y a la puesta en marcha de dispositivos
como la Casa de Enfermos de la
ONG Solidaris amb el Poble Saharuí
de Sabadell, que ha comenzado a dar
soporte médico a saharauis de la
Intifada, el movimiento solidario, que
cuenta con el apoyo cerrado del
Frente Polisario, se torna cada vez
más eficaz, para preocupación del
Gobierno alauita, que no cesa de aumentar
la presión sobre los activistas
saharauis. Según Sopeña,“las familias
que nos acogen saben que luego
tendrán problemas con la policía, pero
prefieren que te quedes. Nosotros
vivimos así todos los días, nos dicen”.
Una flotilla contra el
bloqueo informativo
Hace unas semanas, el
Observatorio de Derechos
Humanos de los Territorios
Ocupados del Sáhara anunció
la puesta en marcha de
una “flotilla de la independencia”
que, con objetivo
de “romper el bloqueo informativo”,
trate de arribar a la
ex colonia procedente de un
puerto canario. “Contamos
con el apoyo de todo el
movimiento de solidaridad
con la causa saharaui y se
acaba de adherir el movimiento
bolivariano de Venezuela.
En breve haremos
pública una web y una
cuenta corriente para donaciones
que nos permitan flotar
los barcos”, informa su
portavoz, la veterana prosaharaui
Isabel Galeote. El
proyecto no es nuevo, pero
es la primera vez que toma
forma concreta, aunque
carece aún de fecha de ejecución.
Según Galeote ésta
coincidirá con “alguna efemérides
saharaui como el
14 de noviembre o el 27 de
febrero”. La idea ronda
desde hace 14 años, cuando
solidarios portugueses
organizaron una flotilla
hasta Timor Oriental para
apoyar su independencia de
Indonesia. “Siempre se
había pospuesto confiando
en las buenas palabras de
la ONU y del Gobierno español,
pero hoy hemos dicho
ya basta”, indica Galeote.