“Los centros sociales están vigilados y puede que cambie la ley sobre la ocupación”
- Moramay Herrera
- Vuelve el auge. Con la remodelación del edificio vuelve el entusiasmo, se proyecta mejorar el archivo y se ha añadido una sala de ordenadores que ya está abarrotada con material del archivo. En la foto, otro de los habituales del Infoshop.
DIAGONAL: Tras un periodo sin luz y la amenaza de desalojo, la situación del 56a ha cambiado y tendrá estabilidad por, al menos, diez años, ¿Cómo ha sido el proceso político y legal?
CHRIS A.: En cierto modo, el Infoshop ha sobrevivido por la absoluta incompetencia del dueño, que es el Ayuntamiento. El edificio fue okupado en 1988 y en 1991 nos llevaron a juicio. Negociamos una suspensión del juicio y no volvimos a tener noticias hasta 2003, que es cuando el Ayuntamiento se da cuenta de que el edificio es suyo y nos amenaza con echarnos. Pero por alguna misteriosa buena voluntad, decidió considerarnos inquilinos en lugar de echarnos. Con la actual ola de desalojos, a pesar de las buenas intenciones que tengas, parece bastante raro que el Ayuntamiento decidiera arrendarnos por diez años y con un alquiler bajo. Fue muy bueno porque el edificio había mucho material que hubiera sido imposible guardar de haber seguido okupando.
D.: Uno de los proyectos del 56a, además de la cooperativa de comida y el taller de bicis es el Infoshop. Éste tiene un un archivo de todo el mundo, almacenado durante los 14 años, háblanos de los comienzos y las perspectivas de futuro.
C.A.: Comenzó en 1991 cuando empezamos a publicar Cotra-flow con una tirada de 2000 ejemplares cada dos meses, distribuidos por todo Londres y fuera. Duró cuatro o cinco años. Comenzamos a recibir muchas revistas mediante el intercambio, así que una gran proporción del archivo viene de ahí. Aunque el intercambio terminó, el archivo sigue ampliándose con material que compramos o que es donado. Abrimos el Infoshop a partir de las experiencia de otros ya existentes en Europa, estábamos al tanto de la red de Infoshops. Elegimos a propósito la denominación de Infoshop y fuimos la primera, y posiblemente la única, en llamarnos así en la ciudad. En 1994 organizamos el primer encuentro internacional de Infoshops en Gran Bretaña, pero lentamente perdimos contacto con esa red. Recientemente ha vuelto el entusiasmo con la remodelación del espacio y la idea de hacer un archivo mejor, queremos salir y decirle al mundo “existimos, queremos intercambiar material”. Cuando empezamos fue un tiempo vigoroso en Londres para los grupos radicales, a finales de los ‘90 hubo una tregua real y todo se apagó, después de Seattle ha habido un resurgimiento de grupos y gentes nuevas con los que estamos intentando conectar.
D.: También has hecho publicaciones propias...
C.A.: Empecé algo llamado Past Tense, una serie de publicaciones, panfletos con asuntos radicales y esotéricos de la historia local. Luego llegó la gente y le dimos un nombre colectivo. Ocasionalmente organizamos encuentros sobre historia radical.
D.: ¿Cómo os financiáis?
C.A.: Puro y duro capitalismo (risas). Compramos libros muy baratos y los vendemos con un pequeño beneficio. De vez en cuando organizamos conciertos solidarios. Vendemos los libros tan baratos como podemos para animar a la gente a comprarlos pero, si no tienes dinero, puedes venir y leer en el archivo.
D.: ¿Cómo han afectado los atentados de junio en los derechos y libertades de los centros sociales?
C.A.: Ha habido un cambio con la llamada ‘guerra al terror’, están volviendo tiempos duros para estos centros, cada vez hay más represión. Los centros sociales están bajo vigilancia y posiblemente la ley sobre la ocupación cambie Siempre ha habido vigilancia, pero ahora es mucho más descarada. Por ejemplo, durante la vigilia por el chico brasileño que mataron, la concejala local estaba hablando y la policía le tomó fotos. Obviamente sabían quién era, o igual estaban aburridos. Ha sido un tiempo demencial -el G8, las bombas en Londres- era como vivir en Disneylandia, era imposible seguir los discursos públicos y darles algún sentido.
D.: Da la impresión de que el movimiento antiguerra está guardando calma, no parece que haya mucho movimiento
A.C.: Había expectativas de un movimiento realmente fuerte y sólido en Gran Bretaña pero es más caótico. Por ejemplo, la masiva movilización hasta Escocia contra el G8 podría considerarse interesante para intentar cuestionar la legitimidad de este proceso, pero es muy simbólico (un montón de tiempo y dinero para trasladar a la gente de un sitio a otro). Para nosotros es mejor invertir la energía en la librería, dar información a la gente sobre el G8 allí, mantener lo que venimos haciendo. Muy pocos de nosotros fuimos al G8 por estas razones. Crecí en los ‘80, cuando había una cultura de resistencia muy vibrante y social, más comunidad, más comprensión de las formas colectivas de trabajar y resistir. Hoy no puedes mirar a los medios y encontrar signos de disidencia, hay un extraño consenso.
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www.56a.org.uk