Ahora más que nunca es necesario reflexionar sobre el ahorro
El dinero es siempre un
problema. Si no lo tienes
porque no lo tienes y si lo
tienes… porque es difícil
saber qué hacer con él. Sobre todo
si lo que quieres hacer implica al
resto de las personas que habitan
contigo el planeta; sobre todo si
las ideas se superponen a la economía
y al mercado. Si la parte de
la renta familiar que se dedica al
consumo ha ido encontrando poco
a poco su hueco en los presupuestos
y acciones de compra responsable
y justa, es hora de plantear
soluciones a la pregunta de
qué hacer con la otra parte, con la
dedicada al ahorro. ¿De qué sirve
utilizar menos el coche (o nada) si
luego tenemos acciones en un fondo
que financia a las principales
empresas petroleras?
Parece, al menos eso dicen todos
los entendidos, que la crisis
que estamos viviendo actualmente
es debida a que unos cuantos bancos
y banqueros aprovechados y
egoístas en Estados Unidos quisieron
ganar cada vez más a costa de
comprar lo que ahora llaman activos
fallidos y que no supuso sino
otorgar millones de créditos sin
respaldo que les garantizara a
cambio de obtener altas tasas de
rendimiento. A algunas personas
al borde de la exclusión los bancos
decidieron cobrarles más intereses,
porque había más riesgo (¿no
recuerda esto un poco a la usura?)
Además, llenos de entusiasmo, decidieron
conceder créditos hipotecarios
por un valor superior al valor
de la casa que se compraba
pensando que, con el boom inmobiliario,
esa casa, en pocos meses,
valdría más que la cantidad dada
en préstamo. Sin embargo todo esto
se ha venido abajo, se ha ido
liando. Y nos arrastra a los demás.
A mí me han enseñado que la
palabra crisis, en su etimología,
significa cambio. Y cambio significa
oportunidad. Por eso ahora más
que nunca veo la oportunidad de
cambiar de una vez por todas el
marco de referencia de la economía
a una economía al servicio de
las personas. Si la banca que otorgaba
esos préstamos sin garantías
hubiera aprendido de la Banca
de los pobres de Bangladesh (que
hace lo mismo que ellos pero sin
su finalidad usurera) o de la banca
ética que presta dinero a proyectos
emprendedores que cambian
el mundo… otro gallo nos
estaría cantando. Quizás la arrogancia
de los grandes banqueros
de la City o de Wall Street les impide
aprender de los que hacen
economía sin pensar en su propio
bolsillo: ¡Qué pena!
Esta banca ética que presta
dinero a los que no lo tienen ni tienen
con qué garantizarlo (al menos
en el lenguaje común, porque
garantías tienen, pero de otro tipo)
tiene índices de morosidad
muy por debajo de los que tiene la
banca convencional. Y todo porque
al otorgar crédito lo que otorgan
es confianza. Cuando esta
banca presta no ve en el prestatario
una fuente de dinero rápido al
que ahogar y acogotar si no paga
y al que, debido a su situación desesperada,
puede ofrecerle créditos
caros. No. Cuando esta banca
da crédito a un proyecto ve detrás
de él a personas dignas de confianza.
Es cierto que en un mundo
basado en la posesión de las cosas
la garantía que da la confianza
puede sonar romántica e irreal,
pero mi experiencia me dice que
cuando a una persona excluida
del mercado del crédito convencional
(o sea, indigno de confianza),
el que una institución como la
banca ética confíe en ella supone
una garantía de devolución.
Ahora más que nunca, el honor,
la confianza, el creer en las personas
y sus proyectos deberían ser
el nuevo paradigma que rija el sistema
económico mundial. Ahora
más que nunca la banca ética, el
comercio justo, la economía social
son necesarias.
GAP: diez años financiando proyectos
Este mes de marzo, el Grupo de Apoyo a Proyectos de Economía al Servicio de las Personas (GAP) celebra sus diez años de andadura. Una década de fomento de la economía solidaria en la que ha tejido una fructífera red y dado apoyo financiero a 18 proyectos sociales de Madrid.
Entre ellos, este mismo periódico, al que en su día prestó dinero para que pudiera ponerse en marcha.
Pero el proyecto «no es relevante por su volumen económico, que ha alcanzado los 200.000 euros, sino porque ha demostrado que es posible crear herramientas para una economía al servicio de las personas», indica a DIAGONAL Íñigo Bandrés, uno de sus promotores. «Otro logro ha sido construir algo más potente junto a otras personas y colectivos».
Bandrés alude a Coop 57, una cooperativa de servicios financieros formada por más de 150 entidades de todo el Estado y al Proyecto Fiare, que tiene como objetivo abrir en 2010 una banca ética con plena capacidad operativa. Por ahora, Fiare ofrece préstamos como agente comercial de la italiana Banca Popolare Etica, referente europeo de la economía social.