El horizonte de una revolución democrática para Europa
El encuentro El nuevo rapto de Europa se podría resumir en esta simple frase: estamos al inicio de una revolución democrática en Europa. Necesitamos acabar con la Europa neoliberal y construir una Europa “de los comunes”. Queremos impulsar este viraje, pero ¿cómo hacerlo?
Europa pasa por ser el lugar de origen de los derechos humanos y la cuna de la democracia, pero en la actualidad es un territorio que se abre ante nosotros y nosotras como un campo no situado claramente en nuestra geografía política. Sus instituciones oscilan en un espacio territorialmente indefinido con una arquitectura basada en los acuerdos entre socios, de modo que prevalece la lealtad al socio, o sea, a los acuerdos firmados entre países, sobre la responsabilidad ante las poblaciones. La política europea es un modelo de “política empresarial” que trata cada país como si fuera una empresa formada por el conjunto de la población y dirigida por el capataz correspondiente. Constituye así una extraña “red de gobernanza” que articula poderes a diferentes niveles pero concentra las decisiones en un pequeño círculo, no electo, situado en la cúspide, lo que le permite actuar sin recato en defensa del núcleo duro de los intereses capitalistas: en detrimento de las poblaciones y a favor de los beneficiados por las políticas de austeridad.
Ante ello, los diversos movimientos intentan crear las sinergias necesarias para enfrentar estas políticas entrelazándose a escala europea. Las sinergias se sitúan a varios niveles: en las campañas de diverso tipo que ya están en marcha en el continente, contra la política de la troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea), en apoyo a Grecia o a favor de un Tribunal popular europeo; a nivel de las redes entre movimientos locales, nuevas experiencias institucionales (como los “nuevos comunes”), redes transnacionales y encuentros de movimiento; o situando en el horizonte la revolución democrática esbozada en la “Carta por Europa” escrita en el encuentro.
Una democracia europea distribuida y en proceso se modula día a día en los diversos movimientos. ¡Sí se puede!