Libia y Siria: ¿chusmas al servicio del Imperio?
“La intervención de la OTAN y de las Naciones Unidas nunca es nuestra intervención, es la intervención del Imperio y de sus socios; y sus intereses no son los nuestros” ¿Eso es lo que queremos ver escrito y repetido en nuestros medios? Lo que ya sabemos de antemano y damos por sentado… ¿Es que acaso sólo queremos leer lo que nos confirme y reafirme en lo que ya pensamos o sentimos? ¿Qué sentido tiene entonces un periodismo crítico de izquierda? ¿Que nos dé sólo lo que ya sabemos o ya pensamos antes de leer o de escuchar y analizar lo que se nos propone? ¿Eso es lo que se espera de DIAGONAL? Esa es, me parece, una actitud propia de los hooligans que sólo quieren leer lo que les reafirme en sus pulsiones y prejuicios, de modo que unos leen el Marca y los otros el Mundo Deportivo. O de esos lectores y esas audiencias conservadoras, carcas y poltronas que sólo quieren ver reflejadas sus propias ideas en lo que escuchan o leen; por lo que jamás cambiarán el dial de Intereconomía o de la COPE, en un caso; o de la SER, en otro. O que no leerán más que El Mundo, en el primero de los casos, o Público y El País, en el otro… Si cuando compramos DIAGONAL esperamos lo mismo, la confirmación de lo que ya pensamos o ‘decidimos’ que es la realidad, ¿dónde queda entonces el pensamiento crítico, la apuesta por el debate de ideas y la reflexión; el desafío de lo diferente, o el riesgo de pensar y cambiar de opinión?
La intención inicial de mi anterior artículo no era, pues, otra –como muchos de vosotros habéis entendido– que provocar la reflexión y el análisis, más allá de los automatismos ideológicos heredados de una realidad sólida y bipolar que ya no existe, respecto a realidades geopolíticas complejas y poliédricas, en un mundo definitivamente multipolar y tan fluido como el que vivimos. Por eso, si se lee con detenimiento el artículo en cuestión, se verá que no se afirma lo que, a primera vista, algunos creen que se afirma, o, al menos, no de la forma que estos creen que es afirmado.
Una realidad en la que Gadafi cuenta entre sus ‘amigos’ a Aznar, a una parte de la izquierda española y a Hugo Chávez, no puede ser despachada con cuatro eslóganes y cuatro frases hechas, ¿no creen? Sin contar el profundo desprecio etnocentrista que hay detrás de alguna de las afirmaciones vertidas por los que consideran a los rebeldes libios mera chusma –literalmente– al servicio del Imperio.
Repito, ¿por qué la rebelión de las ciudades libias, o ahora en Siria, son diferentes de las rebeliones del resto de los pueblos del Magreb, porque sus ‘líderes’ son antiimperialistas? ¿Por qué sus luchas son diferentes de la lucha por la democracia del pueblo español, en su momento, porque son ellos son–literalmente– ‘distintos’? ¿Será que no los conocemos, ni nos hemos preocupado por conocerlos, y les aplicamos cuatro tópicos que nos evitan pensarlos y conocerlos? ¿Porque en Libia haya petróleo, sus jóvenes no pueden rebelarse? ¿Es que allí donde hay petróleo gestionado por un régimen como el de Gadafi los pueblos no se pueden levantar; pues, si lo hacen, pasarán a ser considerados inmediatamente sospechosos de colaborar con el Imperio? ¿Qué hacemos con el pueblo sirio en lucha, son chusma también al servicio del imperialismo? El que sea cara la intervención, o que la OTAN haya decidido intervenir, o que McCain haya visitado Bengasi ¿condena a las ciudades libres y al pueblo de Libia, o al de Siria, al exterminio? ¿Tienen ellos la culpa de nuestra pasividad ante nuestros propios problemas? Si nosotros no nos levantamos contra nuestros gobiernos y banqueros, como ellos se han levantado contra sus dictadores, es nuestra responsabilidad, no la de ellos.
Pero aún más, nosotros también somos Imperio; pues, que yo sepa, no renunciamos a nuestros privilegios como ‘usufructuadores’ de nuestros derechos de ciudadanía imperial, ni nos rebelamos contra el status quo en el que se basan. Obviando el hecho, entiéndaseme, de que la Plebe romana “era Imperio” de un modo muy diferente a como era Imperio el Patriciado romano; pero ambas clases formaban el Imperio, “frente al resto”, los ‘bárbaros’. Seamos al menos conscientes de este hecho.
“Ya descubrirán en el futuro su gran error, haberse aliado con sus futuros verdugos”, me dicen algunos amigos; por supuesto que lo descubrirán, pero ahí está el asunto precisamente, que lo descubrirán ellos. Ahí está la clave, que sean ellos los agentes y los pacientes de su propia historia. Pero es que además ellos saben perfectamente quiénes les ayudan y por qué, no son tontos, sólo que, cuando tu propia vida y tu supervivencia están en juego, se ven las cosas de una manera más matizada.
“Queremos pruebas del genocidio”, me piden, otros. Y me acuerdo de cómo, durante la guerra de Yugoslavia, camaradas míos me pedían pruebas del genocidio de Milosevic en Bosnia, después incluso de lo Srebrenica, o de lo de Vukovar, o lo del propio cerco de Sarajevo; me parecía entonces increíble, y ahora, una obscenidad, sabiendo lo que sabemos. Y todo por un fatal malentendido con respecto a dos términos -meros ‘significantes’ ideológicos- que no significaban lo que creían que significaban: Partido Socialista de Serbia y OTAN. Pero es que, a lo largo de nuestra historia, tenemos experiencias tan sangrantes o más que aquella; una muy significativa es el caso del sindicato ‘Solidaridad’ en la Polonia de los ‘80, servido en bandeja a la derecha más reaccionaria y a la Iglesia católica por nuestra ceguera, al tacharlos también de ‘traidores’ y de ‘chusma’ al servicio del Imperio y de la OTAN, mientras mostrábamos una reticencia cómplice –e inaceptable– ante tiranos del calibre de Ceaucescu.
¡Claro que los motivos que llevan a Chávez, o algunos de mis amigos y compañeros, a apoyar a Gadafi son muy diferentes de los de Aznar!... Pero son paradójicamente coincidentes; y lo son porque la realidad es compleja y paradójica; y expresarla racionalmente es, a veces, un empeño aún más complejo y paradójico, pero es un deber del pensamiento de izquierda no rehuirla, e intentarlo.
¡Claro que los intereses que hay detrás de la ‘ayuda selectiva’ están interesadamente determinados!... Los movimientos rebeldes lo sabe bien, pero a esas gentes levantadas contra sus regímenes es lo que menos les preocupa ahora. ¿Qué deberían hacer, quedarse en casa y aguantar? El de esos pueblos es un movimiento de protesta y de rebelión imparable, y como dice Santiago Alba Rico, la izquierda institucional se ha equivocado lamentablemente en buena parte de sus análisis y percepciones respecto de esos movimientos.
Pero, en última instancia, y para mí lo más significativo: la clave de por qué nos vemos sometidos a estas dudas y tensiones, es que nos han barrido de la realidad histórica. No tenemos ya la fuerza social, política y material para influir en los procesos que se desarrollan a nuestro alrededor y eso nos produce perplejidad y estupor. Fíjense en la que deberíamos tener montada nosotros aquí, en nuestro propio país, con cinco millones de parados, y con los causantes de la crisis y de ese paro criminal, aún más ricos y más poderosos. Ellos, al menos, están reaccionando, han invadido las calles y se enfrentan a sus regímenes, y piden ayuda. ¿Son culpables por eso? Vivimos en un mundo complicado, en donde la clase obrera occidental ya no es protagonista de los cambios, sino espectadora de los mismos, pero, aun así, no debemos renunciar a entenderlo y a luchar por recuperar la iniciativa, y eso no sucederá repitiendo clichés y eslóganes ya gastados; sino repensando el mundo incluso contra nosotros mismos. Y en esas estamos, ¿no es así?