La herencia del régimen
Más de 30 años después de la muerte
en la cama de Franco, las heridas
que se arrastran desde la dictadura
continúan marcando la realidad política.
El tirón de orejas lo daba hace
poco la Unión Europea. El 17 de
marzo el Consejo de Europa solicitaba
al Gobierno la puesta en marcha
de una comisión de investigación
para establecer “la verdad sobre
la represión”. Resulta cuanto
menos chocante el contraste entre
las exigencias de memoria y justicia
ante los autoritarismos de Chile
o Argentina frente a la amnesia reinante
de la Transición española.
Cuesta creer que, todavía hoy,
mientras un sector de la población
hace resurgir las reivindicaciones
de memoria histórica, persistan
obstáculos para acceder a los archivos
de la Guerra y conocer el paradero
de los fusilados. Son las venas
abiertas de un pasado macabro, cicatrices
que difícilmente podrán cerrarse
mientras perdure el poder de
instituciones favorecidas por el régimen
anterior. La monarquía, paradójicamente
presentada como un
pilar de la democracia, vuelve a ser
señalada por un emergente movimiento
republicano como heredera
directa del franquismo. Cuando el
14 de abril se celebra el 75 aniversario
de la República, cobran fuerza
las voces que recuerdan que fue
Franco quien eligió como sucesor
directo al actual monarca. Todo ello
en un país donde la Iglesia mantiene
un ingente protagonismo en sectores
como el de la educación, donde
organizaciones como el Opus
Dei disfrutan de unos privilegios difíciles
de entender en un Estado
oficialmente laico.