Dificultades para girar a la izquierda
En 1935, un Brecht exiliado,
escapado de la Alemania
nazi, elaboraba un
texto fundamental para el
discurso crítico: Cinco obstáculos
para escribir la verdad. Entonces
Brecht sólo podía ‘escribir’. Los
que habían intentado actuar contra
el régimen nazi estaban muertos o
escondidos. Los demás dejaban
que las cosas pasaran. Entonces, la
esperanza estaba en saber la verdad.
Se suponía que tras conocerla
se produciría un gran levantamiento
social que cambiaría el orden
existente.
Hoy, sin embargo, todos los días
encontramos la verdad de la barbarie
capitalista, la catástrofe del
modelo social de mercado. La información
y el conocimiento sobre
nuestro sistema social, político y
económico es infinitamente más
amplio que el que tenía Brecht
cuando escribió su texto.
Levantamiento social. Pero la
verdad no ha producido un gran
levantamiento social, siendo posible.
Es hora ya de acabar con las
dificultades que nos impiden girar
a la izquierda y abandonar el barco
de la muerte del capitalismo.
Quienes estén hoy contra el estado
de cosas que impera en el mundo
tendrán que sustituir el equivalente
general –una convención– que
domina nuestra sociedad, el ‘dinero’,
por otro equivalente general,
el ‘bien común’.
No se trata de una actitud ‘moral’
sino ‘política.’ El ‘bien común’
se podrá medir en tanto que vida
objetivada en él.
Las mercancías dejarán de serlo
para convertirse en bienes cuyo
valor sólo dependerá, desde ese
instante, de la necesidad, que será
el resultado de una construcción
social, fruto de la discusión política
en un sistema de democracia real
directa. Fin de los bancos. Fin
de la especulación financiera.
Desaparece el mercado. Con
ello evitamos la segunda dificultad:
el ‘mercado’. El giro a la izquierda
que es el bien común desmonta
el paradigma de la economía
convencional y rearticula
otras prácticas sociales de intercambio.
Desaparece ese espacio
de intercambio desigual que es el
mercado. Desaparece con ello el
ingente número de horas, recursos
y dinero invertidos en el mantenimiento
del mercado y en la gestión
y consumo de mercancías –publicidad,
venta, gestión, –etc.
No trabajar. La tercera dificultad
supone deshacerse del trabajo
en tanto que éste sólo funciona como
medio para adquirir dinero con
el que acceder a bienes vitales.
Dado que el dinero ya no regirá,
no será necesario trabajar para nadie.
En su lugar, habrá que participar
y desarrollar actividades que
produzcan, conserven y distribuyan
los bienes comunes, pues lo
que nos impulsa a vivir es la
realización de nuestras ‘necesidades’
y ‘deseos’ para lo que, sin duda,
será obligatorio dedicar una
cantidad de actividad física e intelectual
compartida.
Despojados. Los capitalistas
son despojados así de su forma de
poder y de explotación. Estará en
nuestras manos la decisión sobre
qué producir, cuánto y cuándo.
Esto supone salvar la cuarta dificultad,
el ‘marco político’ mundial
y las instituciones políticas liberales,
internacionalizando los
medios de producción e introduciendo
la autogestión y el control
social de los mismos.
La ONU y los parlamentos,
transformados, podrían funcionar
como lugar de discusión, planificación
y distribución sobre los
‘bienes comunes’, así como frenar
el progreso en la manera en que
éste ha sido gestionado por el capital,
puesto que el mundo y sus
recursos son finitos.
Nosotros mismos. La quinta dificultad
seríamos nosotros mismos,
liberar la parte de nuestra
subjetividad conformada por el capitalismo.
Para ello tendríamos que enfrentar
nuestras desdichas y sufrimientos
personales, nuestras
contradicciones, contra la maquinaria
destructiva del capitalismo
que se repite diariamente.
Y para todo ello ya no hablamos
de una utopía, hay un programa
de acción.