El 6 de noviembre se cumplieron 33
años del vergonzoso tratado que
puso en manos de Mauritania y
Marruecos el territorio y el destino
del pueblo saharaui. Un muro de
2.500 Kilómetros, de minas enterradas
en la arena del desierto, aísla a
este pueblo de los mínimos derechos
humanos. A pesar de las 63
resoluciones de la ONU sobre la
necesidad de un referéndum para
decidir el destino de esta nación,
Marruecos (con la complicidad de
Francia y EE UU) sortea estos requerimientos
y sigue saqueando la despensa
natural del Sahara, sus bancos
de pesca... Rehenes en un desierto,
subsisten gracias a la ayuda
humanitaria. Una patria a cuyos
hijos se les arrebata la libertad y la
posibilidad de un futuro ¿No es hora
de que empecemos a saldar las deudas
derivadas de nuestro abandono?
No es honesto que sigamos
desviando la mirada y eludiendo la
responsabilidad española sobre esta
cuestión. Ellos necesitan nuestro
apoyo, y es lo mínimo que recomienda
la vergüenza, ¿no les parece?