Querida Telefónica
El 29 de septiembre se cumple un
mes desde aquella fatídica fecha de
finales de agosto en la que te pedí
que me dieras de baja de Imagenio.
Un mes ya, nuestro primer aniversario.
Quiero aprovechar esta ocasión
para pedirte perdón y al mismo tiempo
para darte las gracias. Perdón porque
no supe apreciar el valor añadido
de tu producto: esa emoción de
ver cómo la pantalla de mi televisor
se queda en negro justo cuando
(¡qué juguetona eres!) el asesino de
la peli va a ser descubierto. ¡Y pensar
que si me hubieras dado de baja
hace un mes, cuando te lo pedí, no
hubiese podido vivir todas esas emociones!
Te pido pues perdón pero te
doy también las gracias. Gracias
Telefónica por cortarme el ADSL ese
mismo memorable día. Frente a la
frialdad del correo electrónico, a la
que yo estaba acostumbrado, tú me
revelaste la calidez de las voces del
1004 con las que a diario mantengo
largas y entrañables conversaciones,
y las apasionadas charlas con la
línea 902 de tu Servicio Técnico que,
por un módico precio (que pago gustosamente,
claro), no soluciona mi
problema y de esta forma permite
que podamos mantener esta cada
vez más estrecha relación día tras
día, mes tras mes.
Gracias por todo, Telefónica. ¡Cuánto
te debo!