Todo son risas hasta que todo son risas
- Ilustración: Amador Somalo.
PRIMERO. Señoras, estoy fatal de los juanetes y mi hijo mayor me ha regalado una tablet. Dos hechos inconexos que han cambiado mi vida. No hago otra cosa que mirar el
mundo a través de esta ventana líquida sin moverme del sillón orejero.
Bien, ya contextualizada, les cuento: hace unos siglos (es decir, unas tres semanas) según el tiempo hiperveloz de los HT y los TT, confluyeron en el lugar donde viven los
monstruos, parte de nuestras vidas y las noticias, es decir, las “redes sociales”, algunos documentos que estuvieron a punto de hacer estallar nuestro músculo del Humor Involuntario, un género extendido en el orbe de la comunicación. Así, coincidieron en tiempo y espacio asolando nuestro ya maleado umbral del pudor, el comienzo de la chanante serie de reportajes #nimileu-
ristas (diario El País) y su kit de supervivencia (SModa), el pringosete
viral Kony 2012, un anuncio nonsense de una conocida marca de bolsos (alguien dijo que ambos vídeos surgieron de la misma mente
escindida) con el fenómeno #hijostróspidos, hizo ¡bum! en ese género
que es watchear televisión vía twitter.
¿Que no entiende usted una mierda? Yo al principio tampoco. A la conquista de lo #tróspido y más
allá, me dije. Menudos retos me pongo en mi coaching particular de entender el submundo de las redes, es decir, el lugar donde ahora vivo.
Pensé y concluí para mí: “Doctora, esa serie de hitos de la comunicación es un intento de una deidad superior por decirnos algo en un lenguaje cifrado”. Si mezclas y agitas
fuerte lo tróspido con un bolso
Loewe con el buenismo lacerante
de Kony (bueno, de Kony no, del
otro, del guapo) y el kit de shopping
#nimileuristas de SModa, una parte
del neocórtex colectivo estalla dejando una estela de purpurina donde se lee la clave de la salvación del mundo forever and ever. Probad a
hacerlo. No en casa, ¿eh?
SEGUNDO. Al hilo de lo anterior. La RAE, esa institución tan atenta a
los más sutiles cambios sociales reflejados en nuestro lenguaje, ha propuesto para la próxima edición de su diccionario una bella y nueva entrada para su letra P. Se trata del
verbo “paisemanalizar”. Paisemanalizar es una actitud, un modo de respirar, de moverse por el cotidiano, un evohé, un angst, un spleen, un morro que te cagas, vamos. Un
“habla, Chucho, que no te escucho”
tatuado en tu pecho, un “Pío-pío,
que yo no he sido” tallado en letras
sobre metacrilato a la entrada de tu
loft dosmilero, un sabinismo y un
serratismo cerval insuflando vida a
tu sinapsis. Una religión.
Paísemanalizar. Def. 1.- Acto y
acción de vaciar de toda tensión crítica cualquier aspecto de una realidad social para convertirla en un set de fotos con estilismo guachi y pies de fotos risibles.
2.- Secuestro cerebral producido
por una máquina aburrida de crear
realidad subtitulada “el suplemento
global en español de colores”.
3.- Acción de etiquetar realidades
para desactivarlas, naturalizarlas y
hacer otro set de fotos con estilismo
guachi y... (loop hasta el infinito).
Si tiene problemas de conciencia, dudas metodológicas y/o grietas
políticas, eche siempre mano de este libelo de la guerrilla de la comunicación: acabará con todas sus contradicciones y activará su motivación para seguir pelando por un
mundo mejor y más guapo. Yo paísemanalizo, tú paísemanalizas, ellas
paísemanalizan... ¡Ahora todos juntos! ¡Más fuerte! Arf.