Sombras en el nuevo Berlín
Berlín es para
propios y extraños
una ciudad de reconstrucción y de
recuerdo de la historia más reciente.
Con la caída del Muro de Berlín
en noviembre de 1989, la ciudad inició
una fase de reestructuración urbana
que modernizó barrios con
construcciones innovadoras y cuestionó
entretanto el valor estético y
funcional de los edificios comunistas
de la zona oriental.
El Palacio de la República de
Berlín, construido en 1974 sobre
las ruinas del antiguo castillo real
de la ciudad, reflejó en las últimas
décadas de la RDA el intento de
acercar la política al pueblo. Tras
la reunificación se convirtió en
uno de los más importantes símbolos
del antiguo régimen comunista,
seña de identidad asimismo
para muchos habitantes de la actual
capital alemana, y desde 2003,
objeto de discusión entre políticos
y grupos sociales por la decisión
de demolerlo.
Especulación urbanística
En Berlín muchos no entienden
por qué las autoridades alemanas
quieren derribar el Palacio de la
República, un edificio que desentona
con el estilo arquitectónico
de la céntrica avenida Unter den
Linden de la capital alemana pero
que podría reutilizarse para fines
públicos. El proyecto de demolición
está valorado en 20 millones
de euros y, según especialistas, sería,
además, costoso en tiempo y
de complicada ejecución por el
riesgo de ocasionar daños en las
construcciones del entorno, especialmente
en la catedral.
El emplazamiento de la antigua
Cámara del Pueblo de la RDA es,
sin embargo, un lugar muy codiciado
por los promotores urbanísticos
que están guiando la reconstrucción
de la ciudad desde 1989.
Es por ello que, paralelamente al
proyecto de derribo, se debaten ya
planes constructivos futuros.
Hasta que el Palacio de la República
desaparezca, ninguna obra
es ejecutable. Los proyectos que
se plantean guardan relación, sin
embargo, con el antiguo castillo
prusiano de la ciudad, que fue derribado
por la RDA en 1950 tras
ser parcialmente destruido durante
la contienda bélica. La Asociación
de Amigos del Castillo de Berlín
es el grupo que presiona para
recuperar la imagen de la antigua
construcción en la fachada del
nuevo edificio, que podría ser tanto
un complejo hotelero como un
centro de investigación relacionado
con la Universidad Humboldt,
como se ha sugerido sin definir
claramente los proyectos, que se
gestionarían a partir de 2008.
Un símbolo del poder popular
Después de la reunificación alemana,
en octubre de 1990, este edificio
se cerró porque el amianto usado
en su construcción tenía efectos
cancerígenos; fue entonces cuando
comenzó el debate sobre su función
y se sugirió la demolición para reconstruir
el viejo castillo prusiano.
En 1997, sin embargo, se saneó
el edificio con una considerable inversión
pública y recuperó de manera
espontánea su significado y
función popular en la ciudad, al ser
durante estos últimos años lugar de
encuentro de artistas y público críticos.
Las exposiciones de arte, el
teatro y las reuniones ciudadanas
reivindicaron tras la decisión de
2003 su utilidad y valor simbólico.
En los últimos seis meses hubo
numerosas acciones de protesta en
Alemania ante la inminente amenaza
de derribo, algunas de las cuales
se expresaron artísticamente y propusieron
proyectos alternativos para
reutilizar este edificio histórico y
evitar, además, la especulación urbanística
que provocaría tan suculento
solar en el centro de la capital
alemana. La Asociación Pro Mantenimiento
del Palacio consiguió
unir a cientos de personas en Berlín
en dos recientes manifestaciones,
así como recoger más de 10.000 firmas
en apoyo a su causa, que serán
presentadas ante el Parlamento el
15 de enero, cuando se discuta nuevamente
el asunto.
El cierre definitivo del edificio se
anunció para enero y aunque la
clausura de la exposición Fraktale
IV: Tod el 19 de noviembre, se consideró
su despedida pública, todavía
se encendieron las luces de una
de las salas para acoger la última
muestra de arte contemporáneo del
año, apenas una semana antes de
que concluyese. 36x27x10 fue el
nombre de la muestra, y White
Cube la denominación del proyecto
que pretende transformar la antigua
Cámara del Pueblo de la RDA
en el nuevo museo de arte contemporáneo
de la ciudad.
Los interiores de este gran edificio
han comenzado ya a desnudarse,
mientras en el exterior una valla
metálica cerca desde noviembre su
contorno y ofrece al público una exposición
informal de la historia del
castillo prusiano que el Gobierno
comunista de la RDA derribó. Defensores
y retractores de la decisión
que el Parlamento alemán revisará
en enero, se rebelan intensamente
para presionar sobre el pasado y el
futuro, sobre símbolo y función del
Palacio de la República de Berlín,
una sombra de la reconstrucción de
la ciudad que todavía mantiene su
espíritu popular vivo.