“Se huele un cambio en Coca-Cola España”
La situación de Coca-Cola en el
Estado español es excepcional, ya
que la compañía no posee las plantas
que embotellan la bebida, sino que
tiene acuerdos de larga duración para
la cesión de esta actividad. En
otros países europeos Coca-Cola está
tendiendo a comprar las fábricas
que hacen su producto, por lo que
los empleados de ‘las begas’, como
ellos las llaman, temen estar viviendo
los prolegómenos de una estrategia
similar.
Se trata de empresas fuertes que
no tienen pérdidas pero que, a pesar
de ello, han impuesto algunos ERE
(en 2009 vivieron uno importante en
la planta de Tacoronte, en Canarias)
y, más allá de los expedientes, todavía
se siguen produciendo despidos.
A principios de febrero, en la planta
de Martorelles, propiedad de Cobega,
estuvo a punto de convocarse una
huelga de una hora por turno debido
al despido de un compañero. Si no
se hizo es porque están “en pleno
proceso” de negociación del convenio
colectivo, según confirma Francisco
Bermejo, presidente del Comité
Intercentros, quien añade que no
descarta esta medida de presión para
el futuro. También en Cobega se
había despedido al presidente del
Comité de Empresa de Tarragona en
septiembre de 2010, lo que provocó
protestas, concentraciones y comunicados
incluso desde otras embotelladoras.
Tres días antes de la celebración
del juicio, los abogados alcanzaron
un acuerdo económico y
éste no llegó a celebrarse.
Un miembro del comité de empresa
alicantino de Colebega denuncia
la “judicialización en extremo de las
relaciones laborales” y ven que el futuro
“no se presenta esperanzador”
para la planta de Alicante, debido a la
reorganización interna que fomenta
la producción de vidrio retornable y
elimina la de latas y pet (las botellas
de plástico). Debido a ese cambio, sobran
entre 20 y 25 trabajadores, según
la empresa, que intentarán reubicar
internalizando puestos de trabajo
que en su día se externalizaron.
“Se intuye un cambio”
El objetivo de las empresas, opinan estas fuentes, es debilitar los comités, creando tensiones laborales que no existían en el pasado y avanzando hacia un futuro que se desconoce, aunque se aventura. Desde el comité de empresa de Cobega advierten que “se huele un cambio en el sistema de Coca-Cola, lo intuimos”. No tienen pruebas y se basan en suposiciones, pero saben que en otros países la compañía está comprando las fábricas y que las familias –los hijos de los fundadores, en realidad– que las poseen no quieren perder el poder.
A muchos les toca ahora la renegociación
del convenio, que se prevé
difícil. En Rendelsur se rigen por tres
convenios diferentes, divididos en
tres áreas geográficas. Los representantes
laborales de Rendelsur occidental
describen un goteo de despedidos,
que comenzó con los temporales,
siguió con el despido injustificado
de un trabajador con excesivas
bajas médicas en diciembre de 2008,
una comercial despedida en abril de
2009 indemnizada con la máxima y
otro despido, justificado, según la
empresa, en diciembre de 2009.
“Esta empresa”, explican desde el comité, “como muchas, no necesita tener motivos para despedir a alguien, lo puede pagar y punto. Y como paga la indemnización máxima, el trabajador
no tiene otra opción que aceptar”. En 2010 la relación con la empresa ha mejorado y los trabajadores han conseguido algunos de sus objetivos, como descansar los días anteriores
a los festivos navideños, tener turnos de trabajo definidos con antelación o disfrutar de los días de exceso de jornada. A pesar de ello, “ha habido despidos injustificados: la empresa reduce costes laborales para contratar mas barato y aumentar los
beneficios. Han aprovechado la oportunidad de la crisis para cerrar la planta de Badajoz. No han despedido a nadie, pero han trasladado al personal a Sevilla con lo que eso conlleva.
El resultado es que se han quitado de un plumazo los gastos de una planta obsoleta cuya fabricación se ha repartido entre Sevilla y Málaga, que muchos trabajadores han aceptado
la baja incentivada, después de varios meses de traslado, y que ha disminuido la plantilla pese al mantenimiento de la producción”.
SIN RELACIONES
ENTRE FÁBRICAS
Los patronos de las siete embotelladoras tienen contactos
entre sí y pueden diseñar un futuro de problemas comunes.
En cambio, los trabajadores están más bien aislados y
los comités de empresa no tienen canales de comunicación.
Y lo que es peor, cuando intentan abrirlos, son boicoteados
por los departamentos de Recursos Humanos: en 2009
siete trabajadores de Asturbega viajaron a Sevilla para visitar
la fábrica de Rendelsur, en La Rinconada, pero se les prohibió
la entrada en la planta al darse cuenta ese departamento
de que se trataba de sindicalistas.