Luchas indígenas por el deslinde de sus tierras
- Foto: Luis Carlos Díaz
El 8 de noviembre, delegaciones de
los 43 pueblos originarios de Venezuela
y personas solidarias se concentraban
ante el palacio presidencial
para acompañar al jesuita José
María Korta. En ésta entrevista, prevista inicialmente
con el presidente Hugo
Chávez, pero, ante su ausencia, realizada
con el vicepresidente Elías
Jaua, Korta entregó la hoja de ruta
consensuada por 200 delegados indígenas
reunidos en Caracas.
Un inventario de tierras
Tres son las reivindicaciones de dicho
documento. La primera, el reimpulsar
el proceso de autodeslinde de
los territorios ancestrales por los propios
indígenas, a través de la elaboración
de un inventario de cómo van
los procesos de autodemarcación
por parte de las 2.888 comunidades
originarias del país. La hoja de ruta
plantea un cronograma de trabajo
para apoyar a las comunidades que
no tengan terminado el deslinde, que
comenzaría por cuatro áreas piloto
de mayor vulnerabilidad en la garantía
de los derechos indígenas. Son las
zonas habitadas por los pueblos
Yukpa (Estado Zulia), Pumé (Estado
Apure), Eñepa y Yekwana del Caura
(Estado Bolívar).
Posteriormente se convertiría la
autodemarcación en demarcación,
dándoles a las comunidades la titularidad
de la tierra. Como segundo
punto, la hoja de ruta plantea la constitución
de un Consejo Presidencial
para la autodemarcación, debido a
las debilidades y a la burocratización
que han presentado las comisiones
nacionales y regionales de demarcación
anteriores.
La última exigencia es la liberación
y respeto de la vida del cacique
Yukpa Sabino Romero Izarra
(que el 4 de noviembre sufría un
intento de asesinato en la cárcel
nacional de Trujillo, donde se encuentra
preso) y otros dos yukpas
encarcelados [ver recuadro]. Las
movilizaciones para que dicho caso
pasase de la jurisdicción ordinaria
a la jurisdicción indígena han
sido constantes.
Estas movilizaciones exigen la
aplicación de la Constitución y la
Ley Orgánica de Pueblos Indígenas,
que claramente establecen el derecho
de los pueblos indígenas a juzgar
sus conflictos internos de acuerdo
a su justicia comunitaria. El propio
Korta, de 80 años e histórico defensor
de los derechos indígenas,
abandonaba el 1 de noviembre una
huelga de hambre para exigir la libertad
de Sabino. La huelga se desconvocó
a los ocho días, tras negociar
el Gobierno bolivariano la reunión
de Korta con Chávez y la entrega
de la hoja de ruta antes mencionada.
“El fin de la huelga generó una
explosión de voluntades para responder
al presidente y comprobar si
hay realmente voluntad de resolver
el problema” declara el activista
Roland Denis. “Las negociaciones
van bien, aunque se teme que la ministra
de los Pueblos Indígenas,
Nisia Maldonado, pueda entorpecer
el curso de las negociaciones” explica
Korta a DIAGONAL. “Supuestamente
encabeza una marcha manipulando
a los propios indígenas para
que se pongan en contra de la demarcación
de la tierras y de la aplicación
de la jurisdicción indígena”
remacha este activista. Y concluye:
“En el fondo, presumiblemente, la
ministra y sus seis viceministros
quieren mantener sus puestos a costa
de la destrucción de un movimiento
indígena serio, que apoya al
Gobierno al mismo tiempo que exige
al Estado que ponga en marcha
sus derechos constitucionales”.
Son numerosas las denuncias sobre
los intereses ocultos que impiden
la demarcación indígena. “Son las
fuerzas que se reencuentran en el
ejercicio del poder hegemónico del
dinero. A ellos se añaden militares
mafiosos, indigenistas traidores, los
propios indígenas contaminados de
colonialismo y miembros del Gabinete
de Chávez que no entienden el
Estado multiétnico consagrado en el
preámbulo de la Constitución” declara
Korta. “Los intereses son las
tierras que ocupan los ganaderos, un
gran poder económico en el Estado
Zulia. Y los minerales, el carbón de la
sierra de Perijá, que atrae a las transnacionales
que tienen dinero para
comprar conciencias” afirma.
Para Denis “hay un doble ‘problema
indígena’. Por un lado, pese a los
avances, estos siguen siendo muy pobres
y marginados. Por otro, habitan
sobre un subsuelo riquísimo que interesa
a un conglomerado de militares
y nacionalistas –que piensan
en términos de desarrollismo nacional
y uso de los recursos estratégico–,
y a las grandes multinacionales.
¿Cómo no va a chocar con el
desarrollo alternativo y los movimientos
indígenas?”.
El cacique Sabino es “uno de los
más destacados dirigentes de la nación
Yukpa-Caribe en la lucha por la
recuperación de sus territorios ancestrales
de los que fueron despojados”,
según la ONG Homoetnatura.
Se ha convertido en un símbolo del
combate por la demarcación de las
tierras de las naciones originarias.
Éstas superarían el medio millón de
miembros según el censo de 2001, llegando
hoy al millón según algunos
expertos. El pueblo yukpa, de 17.000
habitantes, reclama 270.000 has.