La Comisión Europea propuso
en septiembre aplicar un
impuesto sobre transacciones
financieras (ITF), con el que
espera recaudar 57.000 millones
de euros al año a partir de
2014. Con él se pretende aplicar
a nivel mundial un impuesto
a los intercambios de divisas,
con un tipo impositivo de
entre 0,5%-1% sobre la compraventa
de acciones y obligaciones
(deuda) y del 0,01%
sobre derivados.

Se trata, por lo tanto, de una política en la línea de las defendidas desde los años ’90 por los movimientos por la justicia fiscal a partir de la propuesta de un impuesto a las transacciones financieras, original del premio nobel de Economía James Tobin.

 ¿Quién la pagará?: Se aplicará
a entidades financieras que
efectúen este tipo de transacciones:
bancos, fondos de inversión,
aseguradoras y bolsas.

 Afectará a los clientes?: No
se gravarán operaciones como
la concesión de créditos. Es
difícil saber si las entidades
no repercutirán el sobrecoste
de manera indirecta al cliente.

 ¿Conlleva algún riesgo?: Por un lado puede
provocar una deslocalización
de entidades hacia lugares
donde no haya este tributo.
Por otro, está el riesgo de que
sea finalmente el cliente el
que pague este impuesto.