La apuesta del Estado español en la OTAN
- Base de Rota. Foto: Juan Ramón Rodríguez Sosa
A primeros de octubre de 2011 Rodríguez Zapatero anunciaba la participación española en el desarrollo del sistema de defensa antimisiles de EE UU y la OTAN, que se traducirá en la instalación en la base de Rota del componente naval del sistema. Y afirmaba que ello produciría beneficios socioeconómicos en la zona.
El proyecto de escudo antimisiles en Europa de la Administración Bush preveía la instalación de radares en Chequia y una base de lanzamiento de misiles en Polonia. En marzo de 2009 el Parlamento checo rechazó la instalación de los radares. Y Rusia manifestó su malestar por la instalación de misiles en Polonia, cerca de su territorio. Con lo cual el gobierno de EE UU se vio obligado a modificar el proyecto.
En septiembre de 2009 el presidente Obama, siguiendo la recomendación del secretario de Defensa y de la Junta de Jefes de Estado, aprobaba la implementación de un nuevo proyecto de escudo para Europa, consistente en el despliegue, tanto en tierra como en buques, de radares y interceptores de misiles. Basaban este nuevo planteamiento en la evaluación de la amenaza de misiles procedentes del Irán.
Los aliados y el escudo antimisiles
La planificación preveía iniciar el despliegue en 2011 y aumentar gradualmente la zona protegida de forma que el año 2018 toda Europa quede protegida por la estructura defensiva. Se pretende también la interconexión con el escudo antimisiles israelí con el objetivo de proteger países árabes aliados de EE UU. El escudo se irá extendiendo a través de sucesivas ampliaciones y interconexiones hasta cubrir todos los aliados de EE UU.
En esa planificación, el gobierno de EE UU no contemplaba que, a corto plazo, Irán fuese una amenaza para el territorio y población de EE UU, sino que la amenaza afecta a sus aliados en Europa y en Oriente Medio y al personal estadounidense desplazado en ambas zonas. Afirmación sorprendente ya que los misiles iraníes tienen un alcance de 1.500 km y apenas llegan a Europa.
El proyecto de escudo para Europa estará integrado en el sistema global estadounidense de defensa de misiles balísticos BMDS (Ballistic Missile Defense System). La estructura del BMDS está constituida por tres elementos. Sensores y radares en red para detectar y seguir el objetivo (el misil atacante). Misiles interceptores para destruir los misiles. Y centros de mando y gestión de comunicaciones, que establecen la conexión entre los sensores y los misiles interceptores. El escudo antimisiles que albergará la base de Rota estará constituido por el sistema defensivo Aegis BMD, que es el componente del BMDS ubicado en buques (la movilidad de los buques permite afrontar amenazas cambiantes desde el punto de vista geográfico). Es un sistema desarrollado por la empresa Lockheed Martin.
Barcos equipados con misiles
Los barcos llevan radares, lanzadera de misiles, misiles interceptores SM-3 (fabricados por Raytheon) y sistema de control y mando. La mayoría de barcos de EEUU equipados con Aegis BMD son destructores fabricados por Northrop Grumman. Así pues, tres empresas estadounidenses salen claramente beneficiadas del proyecto.
Empresas que están tradicionalmente muy bien representadas en los dos comités federales que asesoran al Departamento de Defensa de EE UU sobre programas, estrategias y políticas de defensa (los miembros de los comités son, en su mayoría, altos cargos de empresas del sector de defensa). Es muy habitual que las recomendaciones de dichos comités se conviertan en la solución definitiva y sean implementadas por el gobierno.
Según el secretario de Defensa de EEUU, estos destructores no sólo tendrán la función de escudo antimisiles sino que participarán en misiones marítimas de la OTAN y en misiones de "apoyo de respuesta rápida" a los mandos estadounidenses AFRICOM (que cubre la mayor parte de África) y CETCOM (desde el Cuerno de África hasta Pakistán).
Integración en la OTAN
La función de Rota será alojar como base permanente cuatro destructores estadounidenses equipados con el sistema Aegis BMD y un destacamento estadounidense de 1.100 militares y 100 civiles. Esto viola claramente una de las condiciones explicitadas en el referéndum del año 1986 sobre la permanencia de España en la OTAN, la de la reducción progresiva de la presencia militar de EE UU.
Rodríguez Zapatero, al hablar del escudo, dijo "[...] tiene como objetivo mejorar la defensa y la seguridad de nuestros ciudadanos [... ] tendrá un impacto muy significativo en términos socioeconómicos ". Afirmaba que este impacto económico se traducirá en 50 millones de euros anuales y la creación de unos 1.000 puestos de trabajo (directos e indirectos).
Los militares, sin embargo, no emplean tantos subterfugios. Según el general Miguel A. Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, el alcance de la decisión "no puede medirse por los puestos de trabajo que cree, por importantes que estos sean" sino, sobre todo, porque "es una apuesta política clara para convertir a España en un socio leal y fiable para la OTAN y para EE UU ".
Esta supuesta creación de empleo, si la hubiese, estará completamente supeditada a las eventualidades de la permanencia del personal estadounidense en Rota. Por tanto, será muy volátil. De hecho, los puestos de trabajo en la base de Rota han experimentado históricamente mucha inestabilidad. Una región con un alto índice de desempleo precisa la creación de puestos de trabajos consolidados y ligados a la economía productiva.
Tampoco nunca se ha hablado de los gastos asociados al proyecto.Ya antes de acoger el escudo, se está ampliando el puerto de Rota, con un coste de unos 160 millones de euros, cuyo 60% va a cargo de la OTAN y EE UU y el 40% a cargo de España.
El Ministerio de Defensa alega que las reformas amplían la capacidad de apoyo a la fuerza marítima de la OTAN, en el marco de los compromisos adquiridos con la Alianza. De momento, pues, la adecuación del puerto de Rota a las "necesidades" de la OTAN cuesta a los españoles 64 millones de euros.
Consecuencias del escudo
1. Provocará que los presuntos enemigos de la OTAN y de EE UU se consideren debilitados en su capacidad defensiva. Como consecuencia, esos países intentarán mejorar la tecnología militar que les permita esquivar el escudo y/o fabricarán más armas (el escudo no es infalible y, por tanto, un aumento de armas ofensivas incrementa la probabilidad de que una de ellas eluda el escudo). A corto plazo, la reacción puede provenir de países como Irán y a largo plazo (cuando el escudo tenga un alcance planetario) de países como Rusia y China. La obsesión de Occidente por la protección sólo puede desembocar en un aumento de la desconfianza por parte de otros países. El resultado será un aumento del armamentismo y del gasto militar mundial.
2. Ha generado recelo en Rusia. En noviembre de 2011, pocas semanas después del anuncio del gobierno español, el presidente ruso hizo pública la preocupación suscitada por el desarrollo del proyecto de escudo antimisiles en Europa, ya que debilita el poder ofensivo ruso. Expuso su decisión de equipar los misiles estratégicos rusos con sistemas de penetración del escudo, y, si fuera necesario, de desarrollar medidas de destrucción de los sistemas de control e información del escudo e, incluso, desplegar misiles que aseguren la destrucción del componente europeo del escudo. Y añadió que Rusia se reserva el derecho de rechazar posteriores medidas de desarme y apuntó la posibilidad de que Rusia abandone el tratado START de reducción de armas nucleares. De hecho, cuando en 2010 Rusia y EEUU firmaron dicho tratado bilateral, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Lavrov, ya declaró que si el incremento cuantitativo y cualitativo del potencial de defensa antimisiles de EEUU suponía una disminución sustancial en la eficacia de las fuerzas nucleares rusas, Rusia abandonaría el tratado. Aunque este tratado no representa un recorte notable de los arsenales nucleares de ambos países, sí implica un mecanismo de limitación de armamento e incorpora la inspección mutua, no prevista en los anteriores tratados. La invalidación del tratado podría representar el inicio de una nueva carrera armamentística nuclear.
3. El crecimiento del peso de España en la OTAN supondrá un aumento de las posibilidades de un ataque militar sobre la zona, que se convertirá en un objetivo militar de primer orden para los potenciales enemigos de EE UU. La población de la bahía de Cádiz (unas 650.000 personas) quedará expuesta a un peligro directo. EE UU consigue así trasladar a nuestro país una parte de las supuestas amenazas de ataque a sus territorios. Todo nuestro país será más inseguro.
4. Dado que Rota ganará importancia desde el punto de vista militar, ello puede implicar un incremento del tránsito de armamento, incluso el nuclear. El gobierno español está obligado, en virtud del Convenio de Defensa con los EEUU, a autorizar las escalas de los buques norteamericanos sin solicitar información sobre el tipo de armas que transportan. Esto entra en conflicto con otra de las condiciones del referéndum de 1986, que estipula la prohibición de almacenar o introducir armas nucleares en territorio español. Si a causa de un accidente fortuito o como consecuencia de un ataque, se produce un incidente nuclear no asociado a una explosión, la bahía de Cádiz se podría convertir en otro Fukushima.
5. Esa función adicional que se asignará a los buques alojados en Rota, de apoyar operaciones de la OTAN y de EE UU en África y Asia, reforzará, si cabe aún más, la posición de complicidad y seguidismo del Estado español en la estrategia belicista norteamericana. Ello también contribuirá a hacer de Rota un importante objetivo militar.
6. El destacamento estadounidense que llegará a Rota disfrutará del estatus que le otorga el convenio entre España y EEUU sobre cooperación en defensa. Un convenio que prácticamente exime al personal estadounidense de obligaciones ante la justicia española en el caso de comisión de delitos y posibilita que éstos puedan quedar impunes. Además, en el ámbito internacional, EEUU no ha ratificado nunca el estatuto de Roma y, por tanto, su personal no está sometido a la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.
ESTADO ESPAÑOL, BASE DE OPERACIONES
La implementación del escudo antimisiles de EE UU y la OTAN es una expresión más de la opción militarista de ambas potencias para abordar las relaciones internacionales. Esta opción sólo conduce al aumento de la militarización mundial y a una espiral armamentística. No resuelve la desconfianza y el recelo entre países, sino que los incrementa. Las relaciones internacionales deben basarse en la confianza y el respeto mutuos y para ello, se requiere una disminución progresiva del gasto militar mundial.
Además, en una situación como la actual de gravísimos recortes del gasto público, un aumento del gasto militar es una aberración. Nuestros gobernantes, en su trayectoria de seguidismo de las directrices de EE UU, ponen a España en una clara situación de riesgo.