¿Edificios sostenibles a los que se llega en el AVE?
Después de haber sido
aprobado hace meses,
sólo una parte del Código
Técnico de Edificación
(CTE) ha entrado en vigor el
29 de septiembre. El CTE se constituye
en un marco normativo que
establece las exigencias básicas de
calidad, seguridad y habitabilidad
de los edificios y sus instalaciones
con el objetivo de que el sector de
la construcción se adapte a la estrategia
de sostenibilidad económica,
energética y medioambiental
y se garantice la construcción
de edificios más seguros, habitables,
sostenibles y de mayor calidad.
Un total de diez Documentos
Básicos (DB) regulan las exigencias
básicas, pero únicamente han
entrado en vigor tres, entre ellos
el Ahorro de Energía, que implica
la obligatoriedad de colocar placas
solares en los edificios nuevos
en los próximos seis meses.
Durante el período que abarca
desde junio a septiembre de 2006,
desde el Observatorio de la
Sostenibilidad en la Publicidad
hemos consultado numerosos
anuncios en los principales periódicos
y revistas relacionados con
la venta y promoción de edificaciones,
buscando encontrar en la
publicidad referencias al CTE.
Papel mojado
Sin embargo, estando muy próximo
a su entrada en vigor, no hemos
encontrado un solo anuncio de viviendas
que tenga a gala el anticiparse
o el cumplirlo. No encontramos
tampoco referencias al impacto
sobre el medio ambiente de la
promoción, al ahorro energético o
a la disposición de placas de energía
solar, aun tratándose de viviendas
construidas en zonas de gran
insolación, que recoge el CTE como
zona IV.
Tratándose en algunos casos de
urbanizaciones de lujo no aparecen
referencias al empleo de materiales
que permitan ahorro energético,
incluso en viviendas dirigidas
a un público más concienciado
con la sostenibilidad, como
puede ser el sector alemán en
Ibiza. Cuando el edificio es construido
por una empresa que alardea
de su Responsabilidad Social
Corporativa en sostenibilidad, como
Acciona, tampoco aparecen
referencias al posible comportamiento
energético del mismo.
La publicidad de edificios de oficinas
o parques empresariales sigue
inscrita en un producto de una
época pasada en la que el uso discrecional
de energías baratas y
abundantes era el modelo aceptado
para las condiciones laborales al
uso. Entonces, se solía proyectar
para crear un medio interior estanco
que operaba más bien a despecho
que en conjunción con el
medio ambiente. Este enfoque conlleva
un alto consumo energético.
En general, aparece como una
cuestión importante en los anuncios
la presencia de infraestructuras
de transporte cercanas a la vivienda:
“Próxima a una estación
de AVE, cercana a un aeropuerto,
muy bien conectada con una autovía,
a sólo 7 kilómetros en coche
del centro de la ciudad”, etc. Es de
destacar la promoción del avión
como vehículo para usar el fin de
semana para ir al chalet en la playa
(cuando un solo vuelo corto produce
tanto dióxido de carbono como
el que emite en un año un automovilista
medio con su coche).
Promoviendo, por tanto, un uso de
transportes de grandes emisiones
y elevados consumos energéticos
(avión y AVE) o un modelo de movilidad
insostenible basado en el
vehículo motorizado privado.
Se confirma así la tesis de que
la construcción de estas impactantes
infraestructuras de transporte
sufragadas con dinero público
muchas veces no responden a intereses
ciudadanos sino a la oportunidad
de abrir y desarrollar negocios
especulativos con el inmobiliario
a la cabeza.