“El cambio se empieza a ver como posible”
- EN CAMPAÑA ELECTORAL. El candidato presidencial Fernando Lugo en la sede de Radio
Guyra Campa en la ciudad de Horqueta, perteneciente al departamento de Concepción / Argeo Ameztoy
Paraguay, socio pobre del Mercosur,
limita con Argentina, Brasil y Bolivia,
compartiendo con ellos la gran desigualdad
social. Con poco más de
seis millones y medio de habitantes,
es un país eminentemente agrícola,
con una economía sumergida masiva
que depende básicamente de las
exportaciones a Argentina y Brasil.
Según afirma el propio Lugo, más
del 50% de la población está debajo
de los índices de pobreza y un 35%
en la miseria absoluta. Sin embargo
es rica en reservas de petróleo y recursos
hídricos, así como gran productor
y exportador (que no consumidor)
de energía eléctrica a través
de las presas de Itapú y Yacyretá.
Construidas en los ‘80 y ‘90 con capital
conjunto de Brasil y Argentina y
grandes costos ambientales, fueron
presentadas como el futuro pilar económico
paraguayo. Sin embargo, envueltas
en frecuentes casos de corrupción,
la energía es vendida a un
bajo precio que Lugo propone multiplicar
por siete.
Con un mestizaje muy fuerte, el
90% de la población maneja en algún
grado el guaraní, idioma oficial junto
con el castellano. A diferencia de
otras oligarquías latinoamericanas,
la paraguaya reclama y siente como
propia la herencia cultural indígena.
Esto sin menoscabo de que los guaranís
(oficialmente el 0,7% de la población,
aunque sin censar en su
mayoría) históricamente hayan sido
los excluidos de entre los excluidos
por el Estado paraguayo. Por
primera vez en la historia paraguaya,
presentan de forma unificada
una indígena a senadora.
Incluyendo la dictadura del general
Stroessner, Paraguay ha sido
gobernado por el oficialista Partido
Colorado durante los últimos 60
años. Los colorados intentaron obstaculizar
legalmente la candidatura
de Lugo argumentando su antigua
condición de obispo. La candidatura
de Lugo agrupa a una diversa coalición
de fuerzas donde destaca su valedor
político, el movimiento tekojojá
(vida en igualdad), aglutinador de
movimientos campesinos, sindicales
y sociales.
DIAGONAL: ¿Cuál es la situación
actual del país?
FERNANDO LUGO: El país necesita
cambios estructurales y yo creo que
los va a haber. Hoy día hay un nuevo
actor político: los movimientos sociales,
los movimientos campesinos,
que piensan políticamente su situación
social. Todo esto ha dado paso
al origen de esta candidatura fuera
de los partidos políticos. El deterioro
de un sistema agotado, ineficiente,
de un Estado tan gordo, amorfo, la
ausencia de muchos sectores de la
sociedad, hace que toda la sociedad
viva un dinamismo político inusual.
Independientemente de eso, Paraguay
no puede seguir siendo una isla,
no puede seguir observando, mirando
desde lejos los procesos que
se han dado alrededor de los países
del Mercosur y América Latina.
Mucha gente empieza a ver el
cambio como posible. Un cambio no
solamente de persona, no solamente
un cambio de partido como alternancia,
sino un cambio estructural, un
cambio de modelo de convivencia,
un cambio de modelo social, de modelo
de Estado, un cambio en la manera
de hacer política. Yo creo que
todos esos elementos hoy se unen.
D.:¿Cuáles son las razones de esta
unión?
F.L.: Tenemos a la vista el gran desencanto
que ha producido el sistema
anterior, este sistema que no acaba
de morir, la pobreza que se ha generalizado,
la migración juvenil que
ha tomado índices galopantes, la falta
de oportunidades para tanta gente...
Todo eso hace que el país esté
en víspera de grandes cambios. Si
hay ahora un denominador común
en la ciudadanía creo que es la ilusión
y la esperanza por un cambio.
D.: ¿Cuáles son los ejes del programa
político de la Alianza Patriótica
para el Cambio?
F.L.: El primer eje es la reforma
agraria integral, que no es solamente
una cuestión de tierras. Acá se
han repartido más de 11 millones de
hectáreas en los últimos 20 años, pero
eso no ha solucionado el problema.
La reforma agraria tiene que
abarcar otros aspectos, no solamente
el de la tierra, sino también la formación,
la asistencia técnica, el
acompañamiento, ir creando un modelo
productivo diferente... Nosotros
proponemos una reforma agraria
integral no como una simple repartida
de tierras sino como un proceso
en que los sujetos de la reforma
agraria sean los campesinos, los
indígenas, la gente que la trabaja
hoy ineficientemente.
En el segundo lugar ponemos la
reactivación económica, pero con un
ingrediente de equidad social. La oligarquía
nacional vive muy bien a expensas
de la pobreza, que se sigue
acumulando en grandes sectores de
la sociedad paraguaya. Hay que democratizar
también el crecimiento
económico.
En tercer lugar, hablamos de la recuperación
de la institucionalidad de
la república. Paraguay se ha identificado
en los últimos 60 años con un
solo partido, el Colorado, que se siente
dueño de todas las instituciones
estatales. Uno de los puntos será
‘despartidizar’ las instituciones estatales.
Por eso decimos que hay que
recuperar la institucionalidad de la
república, hacer que las instituciones
sean de todos los paraguayos por
igual.
En cuarto lugar hablamos de la independencia
del poder judicial. Tanto
el nombramiento de jueces como
de los miembros de la Corte Suprema
de Justicia debe pasar por un tribunal
independiente. Solamente así
tendrán alguna autonomía y libertad
para juzgar con equidad y justicia los
procesos. Hoy día no es así: una llamada
telefónica de un hombre fuerte
del partido del Gobierno puede
cambiar el resultado de un proceso.
Por eso insistimos en que si no hay
una justicia independiente va a ser
muy difícil garantizar también los
otros aspectos del crecimiento y desarrollo
del país.
También planteamos un programa
de emergencia nacional. Como
solemos decir, el país está en terapia
intensiva, necesitamos un programa
de emergencia nacional que pueda
darnos la posibilidad de cambiar en
parte la historia, en la generación de
empleos, en la posibilidad de que los
recursos naturales y el presupuesto
pueda alcanzar equitativamente a la
gente. La posibilidad de que la gente
más humilde, más desposeída, pueda
tener su pequeña empresa. Todas
estas cuestiones están dentro del programa
de emergencia social.
D.: ¿Cuál es la postura sobre la soberanía
nacional?
F.L.: Hablamos de una soberanía
territorial, de una soberanía también
política, de una soberanía económica.
Creemos que el proceso paraguayo
lo debemos hacer los paraguayos,
con las herramientas que
nuestra cultura y nuestra historia
nos indican. Si bien hay modelos de
otros países muy buenos, creemos
que Paraguay debe hacer su propio
proceso, por eso hablamos de esta
soberanía nacional, de recuperar la
soberanía energética también, que
es un tema que está en el centro de
nuestro programa. Yo creo que
Paraguay es un país energético, no
solamente un país agrario, un país ganadero o de exportación de materia
prima. Estamos convencidos
de que un precio justo de la energía
que da Paraguay a los países vecinos
con quienes somos socios en
dos grandes represas puede revertir
la situación económica del país.
D.: ¿Y la explotación petrolera?
F.L.: En Paraguay hay tres grandes
temas tabú: el tema de la financiación
del terrorismo internacional en
la triple frontera, el tema de la presencia
de fuerzas o grupos militares
norteamericanos en el norte del país,
cerca de la frontera con Bolivia, y el
tema petrolero.
Son temas en los cuales nosotros
queremos abrir con sinceridad la investigación,
tanto a nivel nacional
como internacional. Muchas veces
se dice que el petróleo paraguayo
es insuficiente, que no es rentable
para una explotación, pero a 200 kilómetros
lo tiene Bolivia, entonces
casi es difícil de creer.
En términos de recursos naturales,
creo que la naturaleza ha sido generosa
con el país. Otro gran tema
en ese sentido es el de las grandes reservas
del acuífero de Guaraní, unos
71.000 km2 que las empresas multinacionales
están ansiosas de poder
explotar y comercializar. Yo creo que
es una riqueza del Estado paraguayo
que también está dentro de los ejes
de la soberanía.
D.: ¿Apostáis por un proceso de nacionalización
de los recursos energéticos?
F.L.: El modelo político y el modelo
económico están muy relacionados.
Por eso hablamos de democratización
de la tierra y democratización
de los recursos. Creo que en el fondo
lo que está en discusión es el modelo
de Estado que queremos. Nosotros
queremos un Estado equilibrado.
No queremos ninguno de los
monopolios: ni de las fuerzas privadas
ni tampoco del Estado. Pero sí
creemos que el Estado tiene que tener
una voz importante en la definición
y disposición de nuestros recursos
naturales.
D.: Dentro de la alianza existen partidos
con intereses opuestos. ¿Existe
la posibilidad de que futuras tensiones
puedan defraudar las expectativas
creadas en los movimientos?
F.L.: Creo que nueve partidos políticos
y casi 20 movimientos sociales y
movimientos campesinos pueden tener
un buen equilibrio. Aparte de
eso, los ejes programáticos casi en su
mayoría vienen de los movimientos
sociales: de las experiencias de lucha
y de las esperanzas de los movimientos
sociales. Por eso creemos que la
ejecución de este programa dependerá
de la democracia, más que representativa,
mas participativa, y creemos
que eso puede marcar el sello
del futuro del país. Ésta es una candidatura
de los movimientos sociales.
PANORAMA // LOS MOVIMIENTOS SOCIALES FRENTE A LAS ELECCIONES
[«Después de tanta represión el miedo es nuestra segunda piel»->5678]