Brasil: por algo más que un puñado de centavos
Texto de Abel Navarro Alejandre
El movimiento Passe Livre se originó en Sao Paulo por la subida de 20 centavos de real en el transporte publico, que pasó de 3 a 3,20 reales (como si pasara de 1 euro a 1,10) . Varios manifestantes fueron golpeados, atacados y agredidos por la policía militar. Las redes sociales se incendiaron rápidamente con vídeos y relatos que destapaban la dureza de las acciones cometidas por los agentes.
Sensibles ante lo que ocurrió en Egipto, Grecia, el Estado español y Turquía, el pueblo brasileño decidió no seguir de brazos cruzados ante tal represión y manifestarse. Los actos del 13 de junio fueron reprimidos con mayor dureza. La policía disparó contra periodistas, jóvenes, mayores de cualquier tipo de condición y edad unas 300 balas de goma y cerca de 400 bombas de gas lacrimógeno. En Brasilia se pudieron ver atropellos a manifestantes, en Sao Paulo detenciones ilegales con extrema dureza, policías sin identificación y cargas a grupos que gritaban ‘sin violencia’. Desde el sur del país hasta el amazonas y en prácticamente todas las capitales del país los brasileños se vuelcan en las calles y protestan. Ya no por la subida de un transporte viejo, ineficiente y peligroso. Reclaman lo que vienen sufriendo durante años bajo la dictadura económica.
Actos de corrupción como el del ‘Mensalão’ del PT (escándalo de corrupción del gobernante Partido de los Trabajadores que brotó en 2005 y que este año ha salpicado al expresidente Lula), la violencia policial en las pacificaciones de las favelas, la creciente inflación y la escasa subida del salario mínimo hasta los 678 reales para hacer frente a unos alquileres ridículamente altos. El tomate llegó a rozar los 8 reales el kilo, la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos son una excusa para invertir billones de reales, mientras las escuelas tienen las ventanas rotas y los hospitales cuentan con médicos desesperados por no poder atender a sus pacientes ni tener condiciones para ello. Hay enfrentamientos contra los indígenas en la región del Amazonas, donde el Estado está vendiendo sus tierras. Se privatizan empresas brasileñas y se deja la gestión del petróleo en manos extranjeras.
Concretamente en Río de Janeiro se destruyen casas en las favelas para hacer un bonito jardín con estacionamiento. Y expulsan a los indígenas de la aldea Maracana, la ocupación de cerca de 40 familias indígenas que se instalaron en el Museu do Indio. Ver la realidad de Brasil se tiene que limitar a ver un samba en una comunidad pacificada de la zona sur de Río. Mientras, construyen más casas y aglutinan trabajadores a kilómetros en la zona oeste. Como la cantidad de personas que se tienen que trasladar después de sus trabajos a la zona norte de la ciudad, amontonados en condiciones impensables, se escuchan gemidos de dolor cada vez que se abren y cierran las compuertas. Eso ocurre en la misma ciudad que albergará los Juegos Olímpicos y construirá la Villa Olímpica en la Barra da Tijuca, un barrio que pretende ser exclusivo para estrellas y personas de dinero.
100.000 personas en Río
El lunes a las 17 horas en la plaza de la Candelária, en el centro histórico de Río de Janeiro, se reunieron más de 100.000 personas en una protesta pacífica. Flores, familias y personas de todas las edades cantaban consignas en contra del Gobierno, de la FIFA y la Copa; y a favor de más educación, salud y paz. El reguero de personas continuó hasta el final de la Avenida Rio Branco. Un grupo pequeño de manifestantes se dirigió hasta la Asamblea legislativa y hubo enfrentamientos entre policía y manifestantes. Estos consiguieron superar las vallas de contención y arrojar cócteles molotov a la puerta del edificio y realizaron pintadas. El saldo fueron unos 20 policías heridos y un manifestante con una bala en la rodilla. La prensa local ha captado momentos en los que policías disparaban con fusil y pistola para disuadir a algunos manifestantes. En Brasilia llegaron a invadir la parte externa del Congreso y en Sao Paulo miles de personas se agolparon a las puertas del palacio de bandeirantes donde reside el presidente del estado paulista.
También en las redes sociales han circulado declaraciones del expresidente Lula da Silva y varios alcaldes y gobernantes admitiendo errores e intentando entender lo que está sucediendo. El Instagram de Dilma Roussef fue hackeado y Youtube se infla de vídeos con lo ocurrido. La mayor protesta en el país desde el último golpe militar.