Bolivia vive con tensión la última etapa de la marcha por los territorios indígenas
- Los policías en una de sus manifestaciones. Foto: Maria Silvia Trigo/Pangea News
La tranquilidad continúa en las calles de Bolivia, a pesar de que durante el fin de semana las imágenes de instituciones policiales ocupadas por policías sublevados y la quema de papeles en sus alrededores han dado la vuelta al mundo.
Las movilizaciones de las bases policiales no se han detenido a pesar de que se llegara a un acuerdo entre Gobierno y voceros de los movilizados. Este motín de policías, que se produce desde el jueves en diferentes ciudades del país, ha provocado rumores de un golpe de Estado, especialmente alimentados desde el Gobierno.
Antecedentes no faltan. Hace tan solo unos días Paraguay, país fronterizo con Bolivia, ha visto como su presidente era derrocado por un juicio político en el Senado. Pero las mayores semejanzas se producen con el intento de golpe de Estado que sufrió Rafael Correa en Ecuador en septiembre de 2010 que empezó con un motín policial.
De momento en Bolivia no parece que esto vaya a ocurrir, aunque la inminente llegada a La Paz de la IX marcha en defensa del parque natural del Tipnis está creando más tensión si cabe ante la movilización sectorial de una población armada. La marcha de las comunidades indígenas y grupos de apoyo prevé su llegada para el martes 26, y se encuentra a unos 36 kilómetros de La Paz.
Más allá de las diferencias intrínsecas que implica que sea la policía quien se esté manifestando, la movilización de este cuerpo armado no tiene grandes diferencias con las habituales que se viven cada día en Bolivia. Después de meses de reivindicar mejoras laborales (salario mínimo de 2.000 bolivianos, algo menos de 250 euros, cambios en la ley disciplinaria, una jubilación del 100% del último sueldo y la creación de una oficina de derechos humanos para policías), este sector ha comenzado una fuerte movilización social, por la que el Gobierno no mostró mucho interés en su inicio.
Según se agrava el conflicto, la posición del Gobierno cambia. Incluso al principio se mostró mucho más preocupado por el golpe de Estado en Paraguay, que por los incidentes en las comisarías bolivianas.
De esta forma, se han quemado informes en diferentes instituciones policiales (incluidas denuncias por corrupción policial de altos cargos) y han desaparecido armas de los almacenes policiales. Incluso, este domingo, Víctor Santos Maldonado Hinojosa, máximo responsable policial desde hace unas semanas y acusado de ser uno de los responsables de la represión a la VIII marcha por el Tipnis el año pasado, minimizaba el apoyo que los amotinados tienen y hablaba prácticamente de normalidad en el
funcionamiento de este cuerpo armado.
Como en el conflicto con el sector sanitario, una vez iniciadas las conversaciones con los portavoces se llega a un acuerdo que las bases policiales no reconocen. Durante el paro médico, esto provocó que la movilización se alargara durante semanas con los perjuicios que para muchas personas esto causó, a algunas de ellas incluso la muerte. “No levantaremos el motín, porque las bases no lo aceptan, no volveremos al servicio, porque no fueron consultados, seguiremos en la lucha hasta conseguir lo que se plantea”, aseguraba Guadalupe Cárdenas, dirigente de las esposas de policías a Radio Fides. Y desde este momento empiezan los rumores desde el propio Gobierno que se trata de un golpe de Estado.
En las calles, a pesar de la ausencia policial, existe una total tranquilidad, al margen de pequeños incidentes de criminalidad común. Existe miedo a que todo esto, más allá del posible golpe de Estado, pueda ser una estrategia para desactivar las protestas por el Tipnis o la eliminación de investigaciones sobre corrupción policial. El Gobierno de Evo, declarado defensor a la vez de la pachamama y del extractivismo, tiene en la llegada entre el lunes y el martes de la IX marcha en defensa del Tipnis uno de sus mayores momentos adversos de los últimos meses, por ello activistas contrarios a la construcción de una carretera que atraviese este parque nacional enclavado en territorio indígena temen que sea una estrategia para poder minimizar estas protestas o que la marcha se encuentre la ciudad sitiada por el Ejército a su llegada.
“La derecha está buscando muertos y, compañeros, no vamos a prestarnos a la derecha para que haya muertos“, ha declarado Evo Morales. De nuevo, desde el Gobierno se afirma que detrás de cualquier movilización social que se enquista y tiene repercusión internacional está la derecha. Y seguro que desde la oposición política y económica se aprovecha la situación. Pero hasta el momento no hay claros indicios de que no sea más que la reivindicación de un gremio que quiere mejorar su situación y que lo exige desde hace meses, aunque ahora haya incrementado sus movilizaciones. El Gobierno habla abiertamente de “la articulación de un plan denominado ‘Tipnis’ orquestado para consolidar un golpe de Estado impulsado por sectores radicales”, según ha declarado la ministra de Comunicación Amanda Dávila.
Esta estrategia de incrementar la tensión puede traer nefastas consecuencias si los sectores afines a Morales y al MAS salen a la calle, especialmente en La Paz, a defenderse del motín policial y se producen enfrentamientos con los partidarios del Tipnis que llegarán a la ciudad en las próximas horas. Durante la IX marcha, en numerosas poblaciones los defensores del Tipnis han tenido que ver cómo partidarios del Gobierno salían a impedir de cualquier forma su paso por la comunidad, por lo que la marcha ha tenido que modificar su recorrido para poder continuar hacia La Paz.