Agricultura a la carta
- LA INVASIÓN. Los invernaderos ocupan 40.000 hectáreas del término almeriense de Pulpí / Carolina Yacamán
Según se desciende hacia el noreste
de la provincia de Almería, el
paisaje del valle se encuentra ocupado
por un mar blanco de plástico
procedente de los invernaderos.
El panorama tradicional del valle
se ha visto sometido a una gran
presión por las nuevas explotaciones
de agricultura intensiva que se
apoyan en las grandes transformaciones
del territorio en los últimos
años. En el municipio de Pulpí los
invernaderos han proliferado de tal
manera que la principal fuente de
ingresos proviene de la industria
agrícola, la cual se encuentra principalmente
en manos de tres grandes
empresas: Agrupapulpí, Comercial
Peregrin y el Grupo Primaflor.
DIAGONAL visita las instalaciones
del Grupo Primaflor al
ser esta una de las mayores empresas
productoras de lechuga del Estado
español. Este grupo está formado
por seis empresas relacionadas
directamente con el sector hortofrutícola.
Las empresas se encargan
del cultivo de lechugas y en
menor medida de otras hortalizas,
del empaquetado y el transporte
hacia las grandes superficies y la
exportación hacia Europa.
El Grupo Primaflor dispone de un
campo de experimentación donde
se trabaja con diversas especies de
lechugas. Las semillas utilizadas no
provienen de variedades locales, sino
de grandes empresas biotecnológicas
productoras de semillas. La
finalidad de este campo de experimentación
es estudiar las nuevas
especies que se introducirán luego
en el cultivo. Se experimenta con
300 especies de lechugas y otras
hortalizas de hoja para ensalada, lo
que permite crear especies a la carta.
Se juega con las tonalidades, la
textura, los tamaños de las hojas,
con el sabor y el olor. Es difícil conocer
el proceso al cual han sido
sometidas las semillas para crear
tal diversidad de lechugas.
Cultivo
El principal problema con que se
encuentra el Grupo Primaflor es el
déficit de agua que existe en el municipio
y la escasez de suelo. Para
esto la empresa ha realizado grandes
inversiones para implantar el
uso de cultivos hidropónicos en invernaderos
y fuera de ellos, para
conseguir una mayor producción
con un bajo consumo de agua en el
menor período de tiempo. La empresa
tiene en la actualidad 4.000
hectáreas sembradas de diferentes
variedades de lechugas y en menor
medida de otras hortalizas de hoja
y de ellas el 50% son de cultivos
hidropónicos.
Este método se basa en el flujo de
una disolución nutritiva a través de
las raíces de la planta donde se dosifican
los fertilizantes y se controla
el pH. Conlleva un alto consumo de
energía para poder mantener la recirculación
del agua y los nutrientes.
En este sentido el cultivo en hidropónicos
surge como una alternativa
a la agricultura tradicional
de la zona, cuyo principal objetivo
es disminuir los factores limitantes
del crecimiento vegetal asociados a
las características del suelo, y la calidad
del agua y poder mantener un
alto volumen de producción.
Este tipo de producción de hortalizas
recibe muchas críticas. La finalidad
en todo momento es poder
obtener grandes volúmenes de variedades
todo el año para que el cultivo
sea rentable. La hidroponía favorece
un incremento en el número
de cosechas al año por área de producción:
no hace falta que transcurra
un tiempo limitado de descanso
entre cosechas y se controla la nutrición
de la planta. Para el cultivo
de las lechugas se reduce un 20% el
ciclo de crecimiento, lo que favorece
la producción anual.
Impactos socioeconómicos
A pesar de las 40.000 hectáreas cultivadas,
esta industria no supone una
mejora económica estable para los
habitantes de Pulpí y sus alrededores,
puesto que este tipo de cultivos
reduce notablemente la mano de
obra ya que casi toda la producción
se encuentra automatizada y no se
necesitan de las labores habituales
llevadas a cabo en la agricultura tradicional.
De las 4.000 hectáreas cultivadas
de hortalizas del Grupo
Primaflor, se cuenta con 3.000 trabajadores
temporales en las épocas de
mayor producción, para reducir a los
1.500 trabajadores en las épocas de
menor producción. La visita a los
campos muestra que la gran mayoría
de los trabajadores provienen de
Sudamérica y Marruecos. Un técnico
indica cómo se separa a los trabajadores
según continentes. “Los empleados
sudamericanos son más
productivos trabajando en el campo
y los marroquíes trabajando en los
invernaderos. Es cuestión de rentabilidad”,
comenta.
Una vez las hortalizas de hoja tienen
el tamaño apropiado de recolección
se llevan en camiones a la
nave encargada de su clasificación,
envasado y almacenaje para su posterior
comercialización. Según la
empresa a la que se le venderá el
producto preparado en las bolsas,
las hortalizas se cortan de una manera
u otra, desperdiciando gran
parte de la planta. Una vez las lechugas
están troceadas, se someten
a un fuerte tratamiento de desinfección
con hipoclorito de sodio
en agua. El paso siguiente es el secado
y el envasado en bolsas de
plástico con las pertinentes marcas.
Durante todo el proceso en cadena
se pierde entre el 40 y el 60% de las
lechugas. Se producen 20 toneladas
al día de lechugas y hortalizas
en bolsa listas para ser distribuidas
en Mercamadrid, Mercabarna,
Eroski, Día, El Corte Inglés, Supersol
y grandes empresas de catering
y empresas extranjeras.
Modelo agrario intensivo
El modelo de agricultura intensiva
de Pulpí no deja de ser un caso aislado
de la provincia de Almería. Lo
que resulta inverosímil es que la
provincia de Almería tiene uno de
los balances hídricos más deficitarios.
A pesar de esto, el abastecimiento
del agua no ha supuesto una
limitación para el desarrollo de este
modelo de ocupación rural en gran
parte de la comarca. Por el contrario,
la expansión de la agricultura
intensiva se ha beneficiado por el
bajo coste del suelo y las buenas
condiciones climáticas. Diversas
iniciativas del sector privado han
invertido notablemente en la investigación
de la tecnología que permite
una mayor eficacia del uso del
agua, sin pararse a pensar en los
costes ambientales. El fenómeno de
los invernaderos, la especialización
productiva y la inversión en mejorar
las técnicas de riego han hecho
de la provincia de Almería una comarca
prioritaria para la implantación
del nuevo modelo agrario intensivo.
El centro del debate se encontrará
en un par de años cuando
los acuíferos sigan manteniendo el
ritmo de sobreexplotación y se incremente
cada vez más la dependencia
de agua procedente de otras
comarcas para abastecer los cultivos.
La provincia de Almería sigue
incrementando sus cultivos, y se
vende una imagen de alta eficiencia
tecnológica del agua en los cultivos
intensivos que servirá en unos años
como estrategia política para justificar
el trasvase del Ebro, mientras el
mercado interno de hortalizas se ve
abastecido por hortalizas diseñadas
en laboratorio.